La
belleza es una característica de la creación. Nos rodea constantemente. Sin
embargo muchas personas, entre tantos compromisos y la presión del diario
vivir, se han vueltos indiferentes a esa belleza. Nos levantamos apresurados,
corremos contra-reloj, vivimos presionados; y no contemplamos la hermosura del
cielo, los millones de colores que pintan la naturaleza o la perfección de
tantas cosas creadas por nuestro Amado Padre. Estamos entumecidos ante todo
ello.
Isaías
6: 3 dice: “¡Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos! ¡Toda la tierra está
llena de su gloria!” Mira alrededor tuyo y en todas partes vas a encontrar
testimonio de Su gloria. Verás la belleza de todo lo que Dios ha creado, y le
conocerás más al Creador. Al tomar el tiempo para realmente observar lo que Él ha hecho, y disfrutar de hacerlo,
verás con cuánta atención Él hizo todo. Así descubrirás al Artista detallista,
a quien le importa mucho la belleza. Al mirar lo que Él ha hecho, ¡nos quedamos
sin aliento! La naturaleza es funcional, pero es principalmente bella.
Despertémonos a Su belleza. Es Su esencia.
Nos
hemos acostumbrado a evaluar a todo (incluyendo a nosotras mismas) según la
utilidad. Dios hace las cosas perfectas – prácticas, funcionales y
tremendamente bellas. Llenó al mundo con hermosura para nuestro placer, y nos
hizo para Su deleite. Se plasmó a Si mismo en la creación y hasta hoy seguimos
encontrándole ahí. El rey David dijo que “los cielos cuentan la gloria de
Dios”. Estaba diciendo, y lo constatamos hoy, que al mirar las preciosas
estrellas que adornan el cielo nocturno, nuestro espíritu da testimonio de la
existencia y la presencia del Único Dios Vivo. Percibimos Su esencia ahí porque
la belleza, que está en nosotras, lo comprende.
Él
llenó al universo de belleza porque nos conoce íntimamente y sabe que
necesitamos de ella. Con ella nos declara día tras día Su eterno amor. ¿Puedes
imaginar un mundo sin color? ¿Te gustaría vivir donde no hay nada atractivo o
bello? Estoy segura que tu respuesta, al igual que la mía, es un no definitivo.
Señor
Gracias por revelarte cada día
a la humanidad a través de Tu creación. Gracias por haber hecho todo de manera
tan perfecta. La belleza que nos rodea es solo una sombra de Tu hermosura, que
algún día contemplaremos en persona. ¡Te
exaltamos! La belleza de Tu amor nos asombra, nos deja sin aliento. Pedimos que
siempre seamos mujeres abiertas, receptivas a tu belleza y que podamos reflejar
cada día Tu perfección al mundo.
Amén
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