Una
persona quien amó al prójimo es un personaje de una de las parábolas que Jesús
contó. En esta historia, hay una persona necesitada y tres posibles ayudantes –
tres personas quienes fueron “enviados al mundo”.
Lucas 10 nos cuenta de un
hombre quien estuvo tendido en el suelo, herido y necesitado. Los que pasaron
de largo no fueron personas malas. Simplemente estaban demasiado ocupados. Iban
camino a su siguiente reunión o evento religioso, y ayudar a este hombre exigía
tiempo y esfuerzo. Exigía salir de su agenda personal.
Un hombre samaritano,
“viéndolo, se compadeció de él. Se acercó,” le curó y le hizo atender. Este
hombre tuvo que dejar de lado otras cosas, y acercarse. No había, ni habrá,
otra forma de hacer el propósito del Padre.
El
samaritano tuvo que acercarse para poder ayudar. ¿Dónde estás tú hoy? ¿A qué
personaje de esta historia le pareces? ¿Estás camino a tu siguiente evento o
reunión? ¿Estás dispuesto a interrumpir tu agenda para cumplir la de Dios?
Quisiera pensar que yo soy como el buen samaritano, pero lamento tener que
admitir que a menudo soy más como los otros dos. Las normas y las
responsabilidades se vuelven tan importantes que cuesta salir de ello y hacer
la milla extra.
Creo
que la pregunta más importante no es cómo quien hayas sido en el pasado, sino
como quién decides ser a partir de hoy. ¿Vas a seguir de largo o vas a cruzar
la calle e involucrarte?
La compasión no es compasión sino va acompañado de
acción. Es real solo cuando nos dejamos interrumpir por aquello que mueve el
corazón de Dios. Jesús muchas veces fue interrumpido para sanar y restaurar. Su amor siempre fue acompañado por buenas obras. Cuando Jesús se acercó a
nosotros, el cielo fue interrumpido. Su prioridad fue y es la misma que tiene
su Padre: tú y yo. No hay nada que a Dios le importe más que la gente. Nunca
hubo agenda más importante para Dios que nosotros.
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