miércoles, 9 de julio de 2014

MÁS FRUTO

En Juan 15 Jesús aclara: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el labrador.  Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto.” Necesitamos permanecer en Jesús, quien es la viña. Él nos sostiene y nos hace fructíferos. Dios es el labrador. Él aplica las tijeras a los que dan fruto y a los que  no dan fruto en el Hijo. En síntesis, de una u otra forma, todas seremos podadas – o por no da fruto o para que lleve aún más.
Ayer Alemania ganó por siete goles a uno a Brasil en la Copa Mundial 2014. Como si fuera poco, esto sucedió ante su propio pueblo. A pesar de los comentarios y las bromas acerca de esta aniquilación futbolística, no puedo evitar ponerme en los zapatos de los jugadores. No puede ser un lugar fácil de estar.
¿Alguna vez te sucedió algo realmente terrible? Me refiero a circunstancias de las que te parecía que iba a ser imposible reponerte; vivencias que causan tanta vergüenza o dolor que marca un antes y un después para ti. Más de una vez en mi vida he pensado, “Daría cualquier cosa con tal de poder volver el tiempo atrás y evitar que esto sucediera.” Sin embargo, volver atrás no es una opción. Seguir adelante es la única elección valedera. ¿Cómo haces cuando no sabes qué hacer? He aprendido que lo que marca la diferencia entre una persona y otra, aún en medio de la misma prueba, es la actitud.
Tenemos que entender que situaciones y circunstancias adversas vendrán. Habrá momentos en los que lo que pasamos nos confunde y no sabemos hacia dónde ir. Una actitud positiva en tiempos difíciles nace de saber que nuestro Padre nos sostiene. En términos sencillos: la fe. Esto nos trae de vuelta al tema de la poda. El paso de las tijeras de podar no es divertido. Son filosas y fuertes. Al final, su tarea es cortar. Suena doloroso.
No es en vano que Jesús haya usado esta ilustración:
·        Una poda mal realizada puede llegar a causar la muerte de una planta, pero la poda correcta da fuerza y vigor, y mejora la floración y desarrollo. Él nos poda con gran pericia. Podemos confiar en las manos expertas del Jardinero. Los resultados siempre serán convenientes.
·        Con la poda se controla el crecimiento, dándole la estructura necesaria para que las ramas soporten el peso. Dios no busca crecimiento desmedido sino ordenado, para que podamos soportar el peso del fruto y el avance de cada tormenta.
·        Especialmente en los frutales, el crecimiento excesivo afecta la producción de flores y luego frutos: la planta concentra sus energías en crecer y no en producir. No nos debemos concentrar simplemente en crecer. Muchas veces hacemos esto para luego terminar llenas de nosotras mismas y agotadas por completo. El crecimiento debe ir de la mano de la producción para que podamos disfrutar del equilibrio en cada área de la vida.
·        La poda bien hecha favorece la adecuada distribución de las ramas, de modo de garantizar que la luz del sol llegue también al interior de la planta, que crecerá de manera armónica y florezca mejor. Siempre necesitamos de la Luz, quien es Cristo mismo. La poda abre las partes escondidas de nuestro ser para la exposición a Su luz. Esto trae sanidad y armonía.
·        Las podas regulares eliminan las partes dañadas o enfermas. En momentos dados encontramos que partes de nosotras se han enfermado. El Espíritu Santo trae convicción y nos damos cuenta que sin querer, hemos permitido que ciertas actitudes negativas o costumbres dañinas tomen lugar en nuestra vida. Entonces es necesario que el Señor aplique tijerazos. 
Permanecemos porque creemos. Cuando creemos, confiamos. Cuando confiamos en Él, las circunstancias no nos mueven del camino correcto. Y cuando estamos en el camino correcto, llegaremos a la meta propuesta. ¿Será fácil? No. ¿Será divertida? No siempre. ¿Serás victoriosa? Sin lugar a duda.


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