En
Juan 15 Jesús aclara: “Yo soy la vid verdadera, y mi Padre
es el labrador. Todo
pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo
limpiará, para que lleve más fruto.” Necesitamos permanecer en Jesús, quien es
la viña. Él nos sostiene y nos hace fructíferos. Dios es el labrador. Él aplica
las tijeras a los que dan fruto y a los que
no dan fruto en el Hijo. En síntesis, de una u otra forma, todas seremos
podadas – o por no da fruto o para que lleve aún más.
Ayer
Alemania ganó por siete goles a uno a Brasil en la Copa Mundial 2014. Como si
fuera poco, esto sucedió ante su propio pueblo. A pesar de los comentarios y
las bromas acerca de esta aniquilación futbolística, no puedo evitar ponerme en
los zapatos de los jugadores. No puede ser un lugar fácil de estar.
¿Alguna
vez te sucedió algo realmente terrible? Me refiero a circunstancias de las que
te parecía que iba a ser imposible reponerte; vivencias que causan tanta vergüenza
o dolor que marca un antes y un después para ti. Más de una vez en mi vida he
pensado, “Daría cualquier cosa con tal de poder volver el tiempo atrás y evitar
que esto sucediera.” Sin embargo, volver atrás no es una opción. Seguir
adelante es la única elección valedera. ¿Cómo haces cuando no sabes qué hacer?
He aprendido que lo que marca la diferencia entre una persona y otra, aún en
medio de la misma prueba, es la actitud.
Tenemos
que entender que situaciones y circunstancias adversas vendrán. Habrá momentos
en los que lo que pasamos nos confunde y no sabemos hacia dónde ir. Una actitud
positiva en tiempos difíciles nace de saber que nuestro Padre nos sostiene. En
términos sencillos: la fe. Esto nos trae de vuelta al tema de la poda. El paso
de las tijeras de podar no es divertido. Son filosas y fuertes. Al final, su
tarea es cortar. Suena doloroso.
No
es en vano que Jesús haya usado esta ilustración:
·
Una poda mal realizada puede llegar a causar la muerte de una
planta, pero la poda correcta da
fuerza y vigor, y mejora la floración y desarrollo. Él nos poda con gran
pericia. Podemos confiar en las manos expertas del Jardinero. Los resultados
siempre serán convenientes.
·
Con la poda se controla el crecimiento,
dándole la estructura necesaria para que las ramas soporten el peso. Dios no
busca crecimiento desmedido sino ordenado, para que podamos soportar el peso
del fruto y el avance de cada tormenta.
·
Especialmente en los frutales, el crecimiento
excesivo afecta la producción de flores y luego frutos: la planta concentra sus
energías en crecer y no en producir. No nos debemos concentrar simplemente en
crecer. Muchas veces hacemos esto para luego terminar llenas de nosotras mismas
y agotadas por completo. El crecimiento debe ir de la mano de la producción
para que podamos disfrutar del equilibrio en cada área de la vida.
·
La poda bien hecha favorece la adecuada distribución de las ramas, de
modo de garantizar que la luz del sol llegue también al interior de la planta,
que crecerá de manera armónica y florezca mejor. Siempre necesitamos de la Luz,
quien es Cristo mismo. La poda abre las partes escondidas de nuestro ser para
la exposición a Su luz. Esto trae sanidad y armonía.
·
Las podas regulares eliminan las partes
dañadas o enfermas. En momentos dados encontramos que partes de nosotras se han
enfermado. El Espíritu Santo trae convicción y nos damos cuenta que sin querer,
hemos permitido que ciertas actitudes negativas o costumbres dañinas tomen
lugar en nuestra vida. Entonces es necesario que el Señor aplique
tijerazos.
Permanecemos
porque creemos. Cuando creemos, confiamos. Cuando confiamos en Él, las
circunstancias no nos mueven del camino correcto. Y cuando estamos en el camino
correcto, llegaremos a la meta propuesta. ¿Será fácil? No. ¿Será divertida? No
siempre. ¿Serás victoriosa? Sin lugar a duda.
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