Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de
vosotros,
dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis.
Jeremías 29:11
En tu
corazón hay esperanza de algo, deseos de ver algo llevado a cabo en tu vida. Es
el fin que estas esperando. Dios tiene un plan específico para tu vida, un plan
que fue escrito antes de tu nacimiento y que está impregnado en tu identidad,
porque Él te dio todo lo que necesitas para llevarlo
a cabo. Está escrito en tu ADN por Dios mismo.
Fuimos
creadas con un propósito específico por Dios. No es de extrañar que nos
sintamos impulsadas a hacer más, lograr más, buscar más. La ambición como
motivación para lograr propósitos egoístas es deplorable. Sin embargo, existe
una faceta de la naturaleza humana que voy a llamar ambición santa. Es lo que
nos impulsa a ir más y a no quedarnos conformes con lo que hoy alcanzamos. Es
lo que nos exige superar a nosotros mismos cada día. Si sientes en el corazón
una sensación de insatisfacción, inclusive de frustración, probablemente sea
porque aún te queda camino que recorrer para llegar a donde debes ir.
¿Cuál sueño te consume? No
importa cuán absurdo, imposible o ilógico parezca. Mirar bien adentro y
responde esa pregunta. Una meta en la vida es algo para el cual podemos
planear, pero un sueño es algo que es tan grande que no podemos siquiera
imaginar cómo llevarlo a cabo. Un sueño podés intentar dejarlo, pero te persigue.
No te deja en paz, porque está en vos, es parte de quién eres.
En su libro “El Beso del Cielo”,
Darlene Zschech propone las siguientes preguntas para comenzar a averiguar cuál
es el sueño que Dios ha puesto en tu corazón:
*
¿Qué es lo que tu corazón desea hacer?
*
¿Cuáles son las peticiones secretas de tu corazón?
*
¿Qué es lo que desearías poder ser?
*
¿Qué podrías ser o de qué podrías ser parte para
bendecir a alguien más?
*
¿En qué eres bueno?
*
¿Qué harías si tuvieras tiempo y recursos ilimitados?
*
¿Qué te resulta fácil?
*
¿Qué te impulsa?
*
¿Qué idea tienes que resistes a decirla en voz alta
por ser demasiado grande y atrevido?
Estas preguntas nos guían en
descubrir cuál el sueño que ya tenemos, pero hay algo que es más importante que
cualquier encuesta. Debemos ir a Dios a buscar las respuestas: tomar tiempo
para estar a solas con Él, pedirle al Espíritu Santo que nos revele claramente
cuál es el sueño de Dios para nuestra vida, y fortalecer nuestra fe y
confianza.
Dios te promete “el fin que
esperáis”. Abra tu corazón a Él. No importa si parece ser imposible ese sueño.
Si Él lo escribió para ti, y tú estás dispuesta a depender de Él, se va a
encargar de todo. El sueño de tu vida será realidad.
Señor Amado
Gracias por pensar en mí y por haber
puesto Tus sueños en mi corazón. Ayúdame a estar siempre sincronizada contigo y
a poner esos sueños en práctica. Espero el mejor fin y sé que Tú me lo darás.
Guíame en cada paso y que Tu sueño y el mío sea el mismo. Te amo!
Amén
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