jueves, 10 de julio de 2014

UN SUEÑO IRRESISTIBLE


 
Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros,
dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal,
para daros el fin que esperáis.
 Jeremías 29:11

         En tu corazón hay esperanza de algo, deseos de ver algo llevado a cabo en tu vida. Es el fin que estas esperando. Dios tiene un plan específico para tu vida, un plan que fue escrito antes de tu nacimiento y que está impregnado en tu identidad, porque Él te dio todo lo que necesitas para llevarlo a cabo. Está escrito en tu ADN por Dios mismo.

         Fuimos creadas con un propósito específico por Dios. No es de extrañar que nos sintamos impulsadas a hacer más, lograr más, buscar más. La ambición como motivación para lograr propósitos egoístas es deplorable. Sin embargo, existe una faceta de la naturaleza humana que voy a llamar ambición santa. Es lo que nos impulsa a ir más y a no quedarnos conformes con lo que hoy alcanzamos. Es lo que nos exige superar a nosotros mismos cada día. Si sientes en el corazón una sensación de insatisfacción, inclusive de frustración, probablemente sea porque aún te queda camino que recorrer para llegar a donde debes ir.

¿Cuál sueño te consume? No importa cuán absurdo, imposible o ilógico parezca. Mirar bien adentro y responde esa pregunta. Una meta en la vida es algo para el cual podemos planear, pero un sueño es algo que es tan grande que no podemos siquiera imaginar cómo llevarlo a cabo. Un sueño podés intentar dejarlo, pero te persigue. No te deja en paz, porque está en vos, es parte de quién eres.

En su libro “El Beso del Cielo”, Darlene Zschech propone las siguientes preguntas para comenzar a averiguar cuál es el sueño que Dios ha puesto en tu corazón:
*       ¿Qué es lo que tu corazón desea hacer?
*       ¿Cuáles son las peticiones secretas de tu corazón?
*       ¿Qué es lo que desearías poder ser?
*       ¿Qué podrías ser o de qué podrías ser parte para bendecir a alguien más?
*       ¿En qué eres bueno?
*       ¿Qué harías si tuvieras tiempo y recursos ilimitados?
*       ¿Qué te resulta fácil?
*       ¿Qué te impulsa?
*       ¿Qué idea tienes que resistes a decirla en voz alta por ser demasiado grande y atrevido?

Estas preguntas nos guían en descubrir cuál el sueño que ya tenemos, pero hay algo que es más importante que cualquier encuesta. Debemos ir a Dios a buscar las respuestas: tomar tiempo para estar a solas con Él, pedirle al Espíritu Santo que nos revele claramente cuál es el sueño de Dios para nuestra vida, y fortalecer nuestra fe y confianza.

Dios te promete “el fin que esperáis”. Abra tu corazón a Él. No importa si parece ser imposible ese sueño. Si Él lo escribió para ti, y tú estás dispuesta a depender de Él, se va a encargar de todo. El sueño de tu vida será realidad.



Señor Amado
Gracias por pensar en mí y por haber puesto Tus sueños en mi corazón. Ayúdame a estar siempre sincronizada contigo y a poner esos sueños en práctica. Espero el mejor fin y sé que Tú me lo darás. Guíame en cada paso y que Tu sueño y el mío sea el mismo. Te amo!
Amén

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