martes, 15 de julio de 2014

LA VOZ DEL PASADO

En un día normal escuchamos muchos ruidos y a diferentes voces.  ¿Cuáles escuchas? Existen voces externas e internas: la de Dios, la del enemigo, las voces de los que nos rodean, y la nuestra. Todas son muy reales. Susurran, hablan o gritan; y nos afectan. Debemos saber identificarlas.

            Jesús es nuestro Buen Pastor pero no solo escuchamos Su voz. Hay otras voces, que no son audibles como la tuya o la mía, pero sí son muy reales. Puedes leer acerca de uno de los reyes de Judá, llamado Ezequías, en 2 Crónicas 29 al 32; e Isaías 36 al 39. Fue un rey ejemplar y un gran líder. Restauró la adoración a Jehová en su pueblo e hizo muchas buenas obras.

            Ezequías había destruido los altares que su propio padre había construido para adorar a Dios genuinamente. Sin embargo, se encontró en una situación muy difícil cuando el rey Asirio lo quiso atacar. Aunque estés haciendo bien las cosas, aunque ames y honres a Dios, aunque ayudes a los demás, igual vas a tener dificultades. No estamos exentas a las agresiones del enemigo. Sin embargo, el enemigo no tendrá la victoria sobre una hija de Dios.

            Durante décadas Judá había sido víctima de Asiria. A estos se les pagaba un tributo muy alto para evitar que los conquistaran y llevaran presos. Era un yugo muy pesado para el pueblo de Ezequías. Esto fue lo que heredó de su padre. Lo que somos es fruto de muchas cosas. La familia es una de las cosas que mayor influencia tiene en nuestra forma de ser. Lo que nos enseñaron, los valores que nos inculcaron, la manera en que nos trataron y muchas cosas más, nos moldea como personas. ¿Qué heredaste de tus padres? No estoy hablando de un reloj suizo o una casa, sino de cosas más profundas. Si de tus padres recibiste solo cosas buenas, gloria sea a Dios ¡pero debes saber que eres la excepción!


           La voz del pasado es realmente la voz del enemigo. Dice cosas como “Eres igual a ellos” o “Ellos no triunfaron ¿por qué lo harías tú?” Un muy buen amigo me contó que durante todos los años que iba a la universidad, y aún en medio de mucha dificultad económica, había escuchado constantemente, “En tu familia nunca nadie terminó nada, así que rendirte ya. Tampoco tú lo harás.” Él, al igual que el rey Ezequías, tomó una decisión: la de plantarse y tomar una postura ante el pasado. No lo aceptó como parte de él.

            Ezequías también hizo esto.  Rehusó seguir pagando el tributo que su padre y su abuelo habían pagado. A los ojos humanos, fue una locura. Asiria tenía muchísimo más soldados y recursos. Este joven rey se opuso a las voces de su pasado, de la educación errada que había recibido de un padre corrompido y de un ambiente tóxico que él decidió cambiar.

            De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de Jehová su Dios. En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado. (2 Crónicas 31: 20, 21)

Me llama la atención como la Biblia se refiere al Señor como “su Dios”. Demuestra que él tenía una relación íntima con Él. No era el Dios de otros, era su Dios. Cuando tienes una relación auténtica con Dios puedes llamarle “mi Dios”. Aunque esto hoy te parezca algo irreal y lejano, no es difícil. Como toda relación, precisa del deseo y el tiempo compartido, que se vuelve un placer. Y así escucharás la voz de Dios, tu Dios.

La voz del pasado intentará atajarte. Hará todo lo posible por convencerte que no puedes. Es mentira. Todo lo puedes en Cristo quien te fortalece. Tus padres, tus abuelos y todos tus ancestros tomaron sus decisiones. Ahora tú libremente toma las tuyas. Decide escucha la voz de Tu Padre quien te dice, “Estoy contigo todos los días y si crees en mí, nada te será imposible.”

Padre,
Callo la voz del pasado. No creeré lo que dice de mí. Te creo a Ti y recibo todo lo que dices de mí. Gracias por verme siempre como la vencedora en la que Tú me conviertes. Te amo!
Amén




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