lunes, 28 de julio de 2014

AMANDO AL MUNDO

En Juan 17: 18 Jesús dice: No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Está hablando a Su Padre de Sus hijos e hijas. ¡Y qué cosa dice! Sus palabras son la base, o lo deben ser, de lo que es la iglesia cristiana desde Su ascensión hasta el día de hoy. 

No somos del mundo, pero estamos en él. Somos hijos del Único Dios Viviente, pero habitantes de un mundo caído. Jesús aclara al Señor que no nos quite de este contexto turbulento y le pide que nos guarde. ¿Por qué? 

Imaginen nada más si el plan de Dios era que, al aceptar a Cristo como su único y suficiente Salvador, fuera arrebatado y llevado directo al cielo, a gozar de la vida eterna en la presencia de Dios. Sería maravilloso ¿no? 

Obviamente Él podría haberlo hecho así, o de cualquier otra manera, porque Él es Dios. Escogió, conforme a las palabras de Jesús, no quitarnos del mundo. Siendo así, tenemos que entender que hay razones muy buenas por qué nos quedamos aquí. Jesús le pide a Su Padre que nos guarde del mal porque sabe que es una realidad con la cual tendremos que vivir. Sabe que enfrentaremos batallas en este mundo, y que tendríamos luchas antes de vencer.


En Juan 17:18 Jesús dice “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. No es la voluntad de nuestro Dios que seamos quitados de este mundo, sino que seamos enviados directamente hacia él, a luchar y, en medio de dificultades, a vencer. 

Al escudriñar este versículo vemos que Jesús nos manda al mundo de la misma manera en que Su padre le envió aquí. Entonces, para saber cómo Él nos envía, debemos comprender Su propósito en la tierra. ¿Qué hizo Jesús aquí? Sanó, restauró, liberó, enseñó, discípuló, murió y venció. ¡Qué gran ejemplo nos da nuestro Maestro! 

Necesitamos entender que existen motivos por los cuales estamos en esta tierra. ¡Si estas viva, aun tienes cosas que hacer! Allí afuera hay un mundo al cual Dios tanto amó que mandó a Su Hijo unigénto por él (Juan 3:16) y nuestra tarea es ir a hacer discípulos en él (Mateo 28:19) usando todos los recursos que Él pone a nuestra disposición. A la luz de esta verdad, la vida y el mundo cobran sentido. 

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