Existen diferentes voces que oímos a lo largo de nuestras
vidas. Está la voz de Dios, la más importante; la de los demás, que puede ser
para buen consejo o para estorbar la obra de Dios en nosotros; la del enemigo,
que intentará llevarnos lejos de Dios; y la nuestra, la cual podemos usar para
bendecir o para maldecir, para sucumbir o para declarar victoria.
Es muy importante aprender a discernir entre estas voces.
Gran parte del tiempo las oiremos dentro de nuestra cabeza, y dependerá
exclusivamente de nosotros qué haremos con ellas. Las mentiras de diablo y la
incapacidad de la gente de hacerle callar lleva a la depresión. Cuando él habla
mentiras como “No sirves”, “Nadie te ama” y “Todo te sale mal” tenemos la
obligación de ordenarle guardar silencio y echarle fuera. Nada de eso habla
Dios a tu oído porque, sencillamente, Él solo dice la verdad. Lo que Él dice es
“No temas”, “Esfuérzate, sé valiente que yo voy contigo” y “Todo lo puedes en
mí”. Existe un mundo de diferencia entre los dos. Cada uno tenemos que aprender
a prestar oído al último y reprender al primero.
Muchas personas hacen promesas y fracasan terriblemente
porque lo intentan solos. La perfección es una tarea imposible para el ser
humano ¡porque es solo un ser humano! El
cambio en nuestras vidas es posible solo cuando la obra es de Dios. Dejemos de
quebrantarnos por aquello que no podemos cambiar, y comencemos a gozarnos en Su
perfecta voluntad. Cuando tú decidas marcar una diferencia tu vida y la de
muchos será afectada. Dios no trabaja de manera aislada. Cuando Él obra, muchos
son bendecidos. Es por eso que Su tiempo es siempre perfecto y Su plan siempre
es agradable.
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