sábado, 5 de julio de 2014

PERMANECIENDO


Por alguna razón las mujeres generalmente sentimos que lo tenemos que hacer todo. Quizás sintamos también que no hay otra opción – que no podemos decir un “No” cuando nos piden hacer algo. Estoy segura que una mujer puede hacer cualquier cosa que se proponga, solo que no es aconsejable intentar hacerlo todo de una vez.

Durante años yo buscaba aceptación y amor a través de la actividad. No fue intencional. El ser activa es una parte tan intrínseca de mi persona, que nunca había imaginado que se podía ser de otra forma. Desde mi juventud siempre he estado ocupada en  muchas cosas: lo académico, deportes, teatro, canto, presidente de varios clubes y grupos, organizadora de eventos, y sigue la lista. No puedo decir que era una carga. Me encantaba estar siempre moviéndome, y hasta el día de hoy soy así. Lo que pasó fue que en algún momento yo comencé a valorarme de acuerdo con lo que hacía. Al final, haciendo muchas cosas importantes uno tiene que ser importante ¿no?

No sé si siempre fui así. No sé si comencé simplemente disfrutando y terminé desequilibrada, o si en un momento dado el enemigo aprovechó la oportunidad para convencerme que si yo no hacía todo y de manera perfecta, que yo no tenía valor. Llegó un día en que Dios me ministró acerca de mi actitud. Iba en un espiral descendiente y Él intervino para salvarme de mí misma. Cuando uno trata de ganar la aceptación o el amor de la gente haciendo cosas, termina agotada y frustrada. Si tu auto concepto depende de lo que haces cuando fallas (y tarde o temprano esto va a suceder) tiene consecuencias terribles para el corazón.

Las palabras del Espíritu Santo a mi corazón fueron, “No necesitas hacer nada para ganar mi amor. Ya es completamente tuyo.” El alivio que vino del entendimiento de esta Verdad no se puede explicar. Años de carga se levantaron de mis hombros y pude relajarme, siendo yo misma sin tener que comprobar nada.

Aprendí que es solamente cuando permanezco en Él, que soy capaz de cosas extraordinarias. Las palabras de Jesús en   Juan 15: 4, 5 nos enseñan esta verdad: “Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”

Estando en Cristo, no hay presiones o demandas. Jesús aclaró en Mateo 11:30: “Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera.” En Él hay paz y aliento. Él nos sostiene y encontramos que somos fructíferas más allá de nuestra propia capacidad ¡y no nos agotamos! Siendo parte de la vid, quien es Jesús, damos mucho fruto. No sé tú, pero yo quiero ser fructífera. Quiero tener mucho que dar.

Quisiera poder decirte que ya no me afano en nada y que todas las facetas de mi vida están en perfecto equilibrio todo el tiempo. Sería una mentira. Esto sucede solamente cuando permanezco en Él. Cada día tengo que llevar mi corazón y mi mente sujeto a Cristo. Necesito buscar y hacer Su voluntad. Y sí, a veces tengo que decir “No, no lo podré hacer.” Es que ahora ya no dependo del hacer para ser alguien. Soy Su hija y Su amor es todo mío.

Padre, necesito Tu guía para establecer las prioridades y metas. No quiero buscar la aprobación de nadie, sino la Tuya; y eso no se gana, sino que se encuentra en Tus brazos. 
Quiero agradarte haciendo aquello para lo cual me creaste. Enséñame a escuchar Tu voz, a ver lo que Tú ves y a poner en acción Tu  plan perfecto para mi vida. Permaneceré cada día en Ti, mi Amado Jesús.

Amén

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.