jueves, 17 de julio de 2014

OPORTUNIDADES

            El rey Ezequías heredó el trono de un reino sumamente corrompido por su propio padre; pero decidió marcar la diferencia. Destruyó los altares, enseñó acerca de Jehová y honró a Dios en todas las áreas de su vida. Se opuso a la opresión del rey de Asiria, quien había tenido al pueblo bajo su opresión desde hacía muchos años. Así fue que Ezequías recibió amenazas de Asiria. El rey enemigo envió mensajeros, vez tras vez, con recados dañinos. No solo amenazaba al pueblo y al rey Ezequías, sino también se burlaba de Dios. Uno pensaría que, siendo alguien quien honraba a Dios, uno estaría libre de toda agresión. Sin embargo, ser fiel a Dios no nos hace inmunes a los ataques del enemigo. Nos hace blancos de él, ¡y victoriosos en Jesús!

            No podrá haber sido fácil para Ezequías. La amenaza era muy real. Al final, el rey Senaquerib mandó un heraldo con este mensaje: “No creas cuando tu Dios te dice que no perderás ante mí. Ya sabes lo que yo hago a todos los pueblos que venzo - y vencí a cada pueblo que ataqué. ¿Por qué has de ser diferente tú?” (Isaías 37: 10 - 13). Buena pregunta ¿no? ¡Lo que el rey Senaquerib no entendía es que ninguno de los pueblos a los que había vencido tenían al Único Dios Todopoderoso de su lado!

            Las palabras que oyó Ezequías le quebrantaron en gran manera. Muchos piensan que una persona quien vence es aquel quien siempre es fuerte, quien se ve invencible; pero no es así. Ante las pruebas de la vida, nos angustiamos. Las situaciones que nos tocan vivir nos angustian. ESTO NO NOS HACE MENOS VICTORIOSOS. Lo que define la victoria es qué haces ante tal situación. Veamos juntos qué hizo Ezequías ante esta tremenda prueba:

Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová. Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas, y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron.  Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová. (Isaías 37: 14 - 20)

·         Él busca a Dios y literalmente pone las cartas en la mesa. A menudo corremos de Dios a consecuencia de nuestros problemas, en vez de correr hacia Él. Ezequías fue a la casa de Jehová – buscó intimidad con el Señor en su tiempo de angustia. ¡Qué tremenda enseñanza! Cuando las circunstancias son adversas, búscale a Dios con aún más persistencia.

·         Este joven rey le cuenta todo al Señor. Entra a Su presencia y cual hijo y amigo, derrama su corazón confiadamente. Dios sabe lo que nos sucede pero quiere oírlo de nosotros, porque de esto trata una relación íntima. Cuando le cuentas a Dios todas tus cosas, hasta tus temores, tus angustias y tus sentimientos más profundos Él se inclina y oye. (Salmos 40:1)

·         Al hablar con Dios, reconoce quien es Él. Admite el poder de su enemigo, pero reconoce y declara que el poder del Señor es mucho mayor. Le da la razón al enemigo en cuanto a los pueblos que este ya venció; pero aclara: los dioses de ellos eran de madera y piedra; pero nuestro Dios eres Tú: Jehová, el Invencible.

·         ¡Le dice que el rey de Asiria ataca no a Israel sino a Dios! Con esto, Ezequías demuestra discernimiento. Nuestras luchas no son nuestras cuando estamos bajo las alas del Omnipotente. El enemigo nos ataca para así atacarlo a Él. Vea de nuevo las palabras de Senaquerib. ¡Pregunta quién es Jehová, en un intento de menospreciar al Señor! Esto le ofende profundamente a Ezequías y él se presenta ante Dios para decirle “Este hombre te ataca a Ti antes que a mí! ¿Quién se cree?”

·         Comprende el valor de la prueba. No ve su tribulación con ojos egoístas. En otras palabras, no toma la actitud de “Pobrecito yo”. Con confianza le dice a su Padre que los libre del enemigo para que todos vean quién es Él. Tus dificultades son oportunidades. En ellas podrás crecer, madurar, aprender. Y aún más, a través de ellas, todos verán el poder y la gloria de Dios.

·         No se deprimió. No dijo que todo estaba perdido. Fue a buscar a Dios en privado, derramó todo su corazón ante su Padre y declaró victoria.  Las palabras de Ezequías dieron la vuelta a esta situación. Lo que parecía a los ojos humanos ser una situación imposible, se convirtió en el escenario en el cual Dios iba a actuar de manera gloriosa. Tus palabras revelan qué hay en tu corazón (Lucas 6:45) ¿Qué dicen tus palabras cuando estás en aprietos?

            La voz del enemigo o nos paralizará o nos obligará a pasar de la palabra a la acción. Sin embargo, Dios nos ha dado también una voz. Nuestras palabras tienen poder. En medio de la circunstancia que atraviesas por más imposible que parezca, Dios es Soberano y Él pelea por ti. No dejes que las adversidades venzan a tu fe. Vencerlas tú en el nombre Todopoderoso de Jesús.
           


Señor
            Mi situación es difícil. La prueba es dura. Pero sé que no estoy sola. Te doy gracias porque estas a mi lado, enseñando y guiándome. Te doy la gloria y la honra. Toma el control de mi vida. Enséñame cómo pensar y hablar. Quiero vivir de manera victoriosa y reconozco hoy que solo puedo hacerlo en Ti. Pelea por mí. Yo descanso en Ti, sabiendo que tus planes siempre son para bien y que la victoria es Tuya. Todos verán tu gloria y poder a través de lo que estás haciendo en mí y a través de mi. Te amo, mi Señor.
Amén

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