jueves, 31 de julio de 2014

PALABRAS DE BIEN


Juan el Bautista fue un hombre muy conocido. Su llamado fue el de anunciar la venida del Mesías. Cuándo Jesús llegó junto a él, le reconoció y le dijo que no era digno de atarle los zapatos. Luego le bautizó, presenció la llegada de la paloma sobre la cabeza de Cristo y escuchó la voz del Señor diciendo, “Este es mi hijo en quien tengo complacencia”. Considerando todo esto, es aún más sorprendente lo que leemos en Mateo 11: 2 – 6: “Juan el Bautista, quien estaba en prisión, oyó acerca de todas las cosas que hacía el Mesías. Entonces envió a sus discípulos para que le preguntaran a Jesús: ¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro? Jesús les dijo: Regresen a Juan y cuéntenle lo que han oído y visto: los ciegos ven, los cojos caminan bien, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les predica la Buena Noticia.  Y díganle: “Dios bendice a los que no se apartan por causa de mí”.” (Nueva Traducción Viviente)

Juan estaba en prisión, puesto ahí por Herodes. Su vida estaba corriendo el riesgo de ser apagada por ese tirano. Estaba sufriendo y comenzó a dudar. Este hombre quien desde el vientre había reconocido al Mesías – recuerde que cuando María, embarazada de Jesús fue a visitar a Elizabeth, madre de Juan, este dio un salto en su vientre – estando en terrible crisis hasta dudó de la identidad del Hijo de Dios. De ninguna manera le juzgo. Sí, me identifico. Juan era tan humano como tú y yo. ¿Alguna vez dudaste de lo que Dios está haciendo? ¿En algún momento pusiste hasta lo más transcendental en la balanza y te preguntaste si es real?

La historia no termina aquí. Si lo hiciere, sería simplemente un triste cuento de una persona tan falible como cualquier otra. En la segundo parte del relato, Jesús responde a la pregunta de Juan: Jesús les dijo: Regresen a Juan y cuéntenle lo que han oído y visto: los ciegos ven, los cojos caminan bien, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les predica la Buena Noticia. Y díganle: “Dios bendice a los que no se apartan por causa de mí”.
Jesús podría haber dicho muchas cosas al oír lo que Juan le mandaba preguntar. Bien le podría haber recriminado o condenado. Sin embargo, hace dos cosas: con sencillez menciona las pruebas de que es quién dice ser; y le dice que Dios bendice a los que no dudan. No le llama nombres, ni se exalta porque este amigo suyo duda de él. Responde con amor. 

A menudo nos juzgamos severamente a nosotras mismas. Fallamos y creemos que no nos podremos recuperar de nuestro error. Sin embargo, Jesús nos comprende y nos responde con amor. Él siempre ve lo mejor en nosotros. Él siempre tiene palabras de bien.

martes, 29 de julio de 2014

ACÉRCATE

Una persona quien amó al prójimo es un personaje de una de las parábolas que Jesús contó. En esta historia, hay una persona necesitada y tres posibles ayudantes – tres personas quienes fueron “enviados al mundo”. 

Lucas 10 nos cuenta de un hombre quien estuvo tendido en el suelo, herido y necesitado. Los que pasaron de largo no fueron personas malas. Simplemente estaban demasiado ocupados. Iban camino a su siguiente reunión o evento religioso, y ayudar a este hombre exigía tiempo y esfuerzo. Exigía salir de su agenda personal. 

Un hombre samaritano, “viéndolo, se compadeció de él. Se acercó,” le curó y le hizo atender. Este hombre tuvo que dejar de lado otras cosas, y acercarse. No había, ni habrá, otra forma de hacer el propósito del Padre.

El samaritano tuvo que acercarse para poder ayudar. ¿Dónde estás tú hoy? ¿A qué personaje de esta historia le pareces? ¿Estás camino a tu siguiente evento o reunión? ¿Estás dispuesto a interrumpir tu agenda para cumplir la de Dios? Quisiera pensar que yo soy como el buen samaritano, pero lamento tener que admitir que a menudo soy más como los otros dos. Las normas y las responsabilidades se vuelven tan importantes que cuesta salir de ello y hacer la milla extra.

Creo que la pregunta más importante no es cómo quien hayas sido en el pasado, sino como quién decides ser a partir de hoy. ¿Vas a seguir de largo o vas a cruzar la calle e involucrarte? 

La compasión no es compasión sino va acompañado de acción. Es real solo cuando nos dejamos interrumpir por aquello que mueve el corazón de Dios. Jesús muchas veces fue interrumpido para sanar y restaurar. Su amor siempre fue acompañado por buenas obras. Cuando Jesús se acercó a nosotros, el cielo fue interrumpido. Su prioridad fue y es la misma que tiene su Padre: tú y yo. No hay nada que a Dios le importe más que la gente. Nunca hubo agenda más importante para Dios que nosotros. 

lunes, 28 de julio de 2014

AMANDO AL MUNDO

En Juan 17: 18 Jesús dice: No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. Está hablando a Su Padre de Sus hijos e hijas. ¡Y qué cosa dice! Sus palabras son la base, o lo deben ser, de lo que es la iglesia cristiana desde Su ascensión hasta el día de hoy. 

No somos del mundo, pero estamos en él. Somos hijos del Único Dios Viviente, pero habitantes de un mundo caído. Jesús aclara al Señor que no nos quite de este contexto turbulento y le pide que nos guarde. ¿Por qué? 

Imaginen nada más si el plan de Dios era que, al aceptar a Cristo como su único y suficiente Salvador, fuera arrebatado y llevado directo al cielo, a gozar de la vida eterna en la presencia de Dios. Sería maravilloso ¿no? 

Obviamente Él podría haberlo hecho así, o de cualquier otra manera, porque Él es Dios. Escogió, conforme a las palabras de Jesús, no quitarnos del mundo. Siendo así, tenemos que entender que hay razones muy buenas por qué nos quedamos aquí. Jesús le pide a Su Padre que nos guarde del mal porque sabe que es una realidad con la cual tendremos que vivir. Sabe que enfrentaremos batallas en este mundo, y que tendríamos luchas antes de vencer.


En Juan 17:18 Jesús dice “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo”. No es la voluntad de nuestro Dios que seamos quitados de este mundo, sino que seamos enviados directamente hacia él, a luchar y, en medio de dificultades, a vencer. 

Al escudriñar este versículo vemos que Jesús nos manda al mundo de la misma manera en que Su padre le envió aquí. Entonces, para saber cómo Él nos envía, debemos comprender Su propósito en la tierra. ¿Qué hizo Jesús aquí? Sanó, restauró, liberó, enseñó, discípuló, murió y venció. ¡Qué gran ejemplo nos da nuestro Maestro! 

Necesitamos entender que existen motivos por los cuales estamos en esta tierra. ¡Si estas viva, aun tienes cosas que hacer! Allí afuera hay un mundo al cual Dios tanto amó que mandó a Su Hijo unigénto por él (Juan 3:16) y nuestra tarea es ir a hacer discípulos en él (Mateo 28:19) usando todos los recursos que Él pone a nuestra disposición. A la luz de esta verdad, la vida y el mundo cobran sentido. 

sábado, 26 de julio de 2014

MUJER Y LIDER ¿POR QUÉ TANTA LUCHA?


            Lastimosamente, existe en la sociedad moderna una disputa entre los géneros para ser más, ganar más y tener más.  El movimiento del feminismo ha hecho mucho daño a la identidad de la mujer a pesar de que, paradójicamente, propone defender sus derechos.  Esto viene como resultado de un plan diabólico para arrebatar a la mujer lo que es únicamente suya: la femineidad; y para hacerla sentir insuficiente.

           
El plan de Dios es el propósito original para nosotras. Él no nos ve como más o como menos que el hombre. Si, somos diferentes que ellos. Si, cada uno tenemos un rol definido por Él. No somos menos. No somos más. En el plan de Dios, hay orden; y cada hombre y cada mujer tiene responsabilidad y oportunidad. Es una pena que los movimientos de este siglo nos hayan engañado tanto que pensemos que el hombre nos ha robado algo. Les hago recordar que los hombres tienen un gran compromiso ante Dios – el de cuidarnos y de ser responsables, ¡hasta el punto de estar dispuestos a dar su vida por nosotras! (Efesios 5) Lo traduzco de la siguiente manera: autoridad es igual a amor; y sin amor, no existe autoridad.  


            Ser líder no implica tener un lugar de alto mando en una empresa, o un cargo político u algo parecido. Ser líder es servir, influenciar, guiar. Es mojar la camiseta.  Ser líder no es cuestión de recostarse en los laureles y disfrutar la gloria. Romanos 9:12 aclara: “el mayor servirá al menor.” Cuando se trata de servicio y trabajo duro, las mujeres tenemos mucho que aportar. Como mencioné en la entrega anterior, ser mujer es ser líder.

Un líder es una persona que guía a otros hacia una meta común, mostrando el camino por su ejemplo, y creando un ambiente en el cual los otros miembros del equipo se sientan activamente involucrados en todo el proceso. Un líder no es el jefe del equipo sino la persona que está comprometida a llevar adelante la misión del Proyecto.

Eres líder. Y cada día irás desarrollando tu capacidad de liderazgo. A medida que al Señor le conozcas mejor, en ti Él desarrollará todo lo que necesitas para ser mejor cada día y así guiar a otros hacia su propósito. No temas. Sigue el ejemplo de tu Líder, quien te guiará en cada paso.

viernes, 25 de julio de 2014

MUJER Y LIDER


            Acepté a Cristo como mi Salvador cuando criatura, en Sudáfrica. Entendí la Verdad, y lo abracé. Testifiqué de Él a varios compañeros y fui muy feliz cuando también le entregaron sus vidas. Sin embargo, pasaron los años. Me convertí en adolescente, con todo lo que conlleva esa época turbulenta. Me alejé de Él y del “mundo cristiano”, pero confieso que no fue solo por la rebeldía adolescente, sino también porque en mi corazón luchaba con preguntas que nadie respondía: ¿Dónde es mi lugar? ¿Cómo puedo ser mi misma en la iglesia sin romper todas las “normas” y quedarme como la oveja negra? Honestamente hablando, miraba alrededor y no veía a siquiera una mujer a quien yo quería emular. No eran malos ejemplos. Eran cuadradas, apagadas. Y me preguntaba: ¿Así es como yo quiero ser? Adivina cuál fue la respuesta.

            Todos los desafíos que sentía en mi corazón – el de ser todo lo que podía alcanzar ser, de trabajar por mis sueños hasta lograrlos, de ser una mujer fuerte, realizada y aventurera  - parecían ir en contra de lo que en la iglesia vivían las mujeres. Quizás han cambiado las cosas hoy, pero en aquel entonces, esa fue la realidad que veía.

            Mis dudas surgieron, ahora entiendo, por varias razones. Una de ellas fue que no encontraba apertura hacia el liderazgo femenino en mi iglesia. Desde chica sentí el deseo de servir, de ir la milla extra. Que quede claro: no todas las iglesias son iguales; y no estoy buscando criticar a ningún grupo. Hoy, muchos años después, puedo entender mejor. Sé que en aquella época tantas cosas no comprendía, y  además, Satanás aprovechó para armar todo un lio en mi alma que incluía una lista de excusas para alejarme del cuerpo de Cristo.

Decía Nelson Mandela:No hay nada como volver a un lugar que parece no haber cambiado, para descubrir en qué cosas has cambiado tú mismo.” Así fue cuando por fin volví a mi Dios. Era un caso de redescubrir quién era yo, y de nuevo las mismas preguntas, solo que ahora con otro espíritu. Así que decidí: “Señor, yo te voy a servir, no importa cómo, no importa dónde.” Entendí y reconocí me Él me había creado con un propósito y que si no hacía Su voluntad, nada de lo que hiciera tendría sentido. Mi servicio se convirtió en mi adoración.

A través de los años, me ha enseñado acerca del liderazgo. Me ha demostrado que tanto para la mujer como el hombre Él tiene un plan perfecto. A cada uno le corresponde buscar primero a Él y luego descubrir en Él, la plenitud del llamado. Mujer, te aliento a ponerle a Dios en el primer lugar en tu vida. Búscale a Él y en Él descubrirás a ti misma y todo lo que tu Padre ha preparado para ti.


“Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, Para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo.” Salmo 27:4

jueves, 24 de julio de 2014

EL SIGUIENTE PELDAÑO

Me encanta trabajar de noche. Cuando los demás miembros de mi familia están durmiendo y hay silencio, me gusta escribir y pintar. Es también la hora perfecta para orar y escuchar la voz de Dios.

Hace unas noches estuve escribiendo hasta muy tarde. Cuando decidí ir a la cama habrá sido la una o las dos de la madrugada. Me levanté de la silla y me dirigí hacia la escalera. Cuando apagué la luz de la sala me di cuenta cuán oscura era la noche. Me encontraba frente a una escalera por la cual tenía que subir para llegar a mi alcoba ¡aunque nada podía discernir a simple vista! Usé lo único que tenía a mi alcance: mi teléfono celular.

Al prenderlo, me di cuenta que la luz del aparato tampoco era tan fuerte como había pensado, pero encontré que al bajarlo hacia mis pies podía discernir el siguiente escalón. De esa manera subí con seguridad hasta el piso de arriba.


Salmo 119: 105 dice “Lámpara es a mis pies tu Palabra, Y lumbrera a mi camino.” Mi experiencia en la escalera me hizo ver de una manera práctica qué significa ese versículo para mi vida. No dice que la Palabra es un farol o un reflector. En otras palabras, no alumbra de aquí a diez años, o hasta el final de tus días. Es una lámpara A TUS PIES. Te muestra cuál es el siguiente paso a tomar. Dios quiere que estés cerca de Él cada día, confiando y amando, sabiendo que él te guía. Debes confiar  y escudriñar la Palabra de Dios. Tienes que buscar siempre en ella la dirección a seguir.  A través de ella el Señor te mostrará el siguiente escalón y podrás ir subiendo confiadamente la escalera. 


miércoles, 23 de julio de 2014

EN INTIMIDAD

¿De qué trata tu relación con el Señor? ¿De obras, de bendición y progreso, de logros o de RELACIÓN? Solo este último dará fruto. Es solo a través de una relación íntima con tu Padre que vas a recibir Su poder. Solo si permaneces en Él, seguirá ese poder contigo. No es tuyo. Obra a través tuyo. No se prende y se apaga a nuestro gusto. Y sí, se puede perder.

Fuiste formada en lo secreto. En un lugar escondido – el vientre de tu madre – fueron tejidos tus huesos. Es en la intimidad con Dios, en el lugar secreto, que nuestra relación con Él es formada. Es ahí donde recibimos todo lo que Él tiene preparado para nosotros. Es en la intimidad que Él tierna y firmemente nos habla, nos escucha, nos  corrige, nos encamina y nos muestra Su propósito para nuestra vida. Encontramos un Padre amoroso y firme, conocemos al Maestro formador y nos envuelve el Amado.

Todo esto lleva a algo que necesitamos todas, sin excepción: la TRANSFORMACIÓN. ¿Quieres que Dios te use para impactar a tu familia, tu comunidad, tu ciudad y tu nación? Entonces  ¡DEJATE IMPACTAR POR ÉL EN EL LUGAR SECRETO!

¿Cuál es la prioridad de Dios? ¿Es fijar reglas y normas? ¿Es separar los santos de los infames? ¡No! Su prioridad es tener una relación preciosa y real contigo. ¡Él te anhela! Quizás has pasado mucho tiempo buscando amor, queriendo ser aceptado o anhelando sentirte valorado….y no sabías todo este tiempo que hay quien te acepta, te ama y anhela estar cada instante contigo. Cuando ésta verdad llega al corazón, uno ve las cosas de manera distinta.

No dependas de la aceptación de los hombres; ni pases la vida tomando decisiones erradas en búsqueda del amor, que esto solo lleva al dolor; no creas que debes cambiar para ser aceptada. Simplemente acércate. Cuando estés cerca de semejante magnitud de amor, no vas a poder alejarte de Su dulzura. Y nunca más serás igual.

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito: Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;  Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Romanos 8: 35 – 39

martes, 22 de julio de 2014

DE PIE Y AVANZANDO

¿Alguna vez estuviste en una situación donde con sinceridad dijiste a Dios “No puedo más. Ya no tengo las fuerzas. Ni un paso más puedo dar…”? La vida no es fácil y creo que seríamos muy mentirosas si dijéramos que nunca habíamos pasado por semejante situación. Como dice Pablo,  “cuando débil, en Él fuerte soy”; pero hay un proceso vital en esta situación que no debemos pasar por alto, uno que nos ayudará a alcanzar nuevos niveles de fe y lo aprendemos del mismo Jesucristo.

            Me asombran las palabras que encontramos en el capítulo 14 de Marcos: “Y tomó consigo a Pedro, a Jacobo y a Juan y comenzó a entristecerse y a angustiarse. Y les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte…” (Énfasis agregado) El Señor Jesucristo sabía lo que le esperaba. Piensa ahora en la peor prueba que has pasado hasta hoy; y ahora compáralo con lo que Jesús enfrentaba. Sabía que iba a morir. Sabía que todos le iban a abandonar. Sabía que iba a ser molido – literalmente. ¿Alguna vez consideraste el significado de esa palabra, usada por el profeta Isaías? No es sorprendente entonces que se sintió angustiado.  Quizás me digan: “¡Pero estamos hablando de Jesús, el Hijo de Dios! ¿Acaso no tenía Él la fortaleza suficiente para enfrentar la muerte?” No olviden que Jesús fue totalmente Dios y totalmente hombre. Cada golpe, cada clavo, cada latigazo le dolió tanto a Él como nos dolería a nosotras.

            ¿Qué prueba estas pasando? ¿Qué te angustia o entristece? Cuán maravilloso saber que en medio de la prueba, no solo está Él contigo, ¡sino que también te comprende perfectamente porque Él estuvo allí!

            Sin embargo, aprendemos mucho más del maravilloso ejemplo de Jesús. En el momento de mayor ansiedad, Él no hizo lo que muchas veces hacemos nosotras – buscar estar sola con la tristeza y los pensamientos negativos. ¡No! Jesucristo hizo lo que tú y yo debemos hacer cada vez que la vida nos angustia y en especial cuando la carga se vuelve inaguantable – se tiró a los brazos del Padre. Derramó su ser ahí en el suelo del Getsemaní. No se reservó a términos conservadoras o expresiones superfluas. Desnudó su corazón: “Padre, si quieres, pasa de mi esta copa; pero no se haga mi voluntad sino la tuya” (Lucas 22:42) En otras palabras: Si hay alguna manera de evitar que tenga que pasar por esto, por favor ayúdame; pero por sobre todo quiero hacer lo que Tú quieres, no lo que yo deseo. El Padre le respondió. Imagino la madrugada fresca en el jardín. Jesús postrado en el suelo, llorando, clamando; y Su Padre en el trono en el cielo, llorando también; mirando a su Hijo Amado, sabiendo bien que Él sufría y que iba a sufrir mucho más. Esto era el plan. Él tenía que beber de esa copa porque era la única manera de que tú yo pudiéramos ser libres.

            Entonces Dios hace lo único que pudo: le manda consuelo en la forma de un ángel para fortalecerle. No termina el dolor de Jesús con la aparición del ángel. Cuenta el libro de Lucas que Él “estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta el suelo.” Es inimaginable la angustia que Cristo está pasando. En  ese momento de tribulación, se refugia en los brazos de Su Padre. Derrama todo, pero ya no está solo – y es ahí, en el abrazo del Señor, que Él encuentra la fortaleza para seguir adelante. Oró varias horas antes de ponerse de pie y ser arrestado.


           Mujeres De Pie. Me encanta la expresión. Se entiende que somos mujeres quienes ya no estamos postradas, rendidas; sino levantadas, caminando hacia el futuro con decisión y mirando de frente, porque somos más que vencedoras en Cristo Jesús. Sin embargo, antes de ponernos de pie, hay algo primordial que debemos hacer: postrarnos delante de nuestro Padre. En los tiempos más duros es cuando una más sola se siente. No esperes que otros estén a tu lado cuando la hora de mayor angustia llega. Busca a Dios. En Sus brazos vas a encontrar consuelo y fortaleza. Es probable que la circunstancia no cambie, pero lo vas a poder enfrentar con la pujanza que antes no tenías; y, como Jesús, te vas a poner DE PIE  y caminar hacia tu propósito.

lunes, 21 de julio de 2014

¿POR QUÉ LLORAS?

Samuel estaba triste. Él había sido testigo de un proceso que no terminó como hubiese querido. Había ungido al joven Saúl; había visto como Dios había estado con él; y cómo Saúl se había alejado de Dios. Las palabras del profeta a Saúl, “Locamente has obrado” demuestran que Samuel había sido testigo de su rebeldía y separación de Dios. ¿Entonces por qué llora Samuel? 

En el corazón de este gran hombre de Dios, había una tristeza profunda. Podemos entender que él conoció la amargura de la esperanza fallida. Conoció la frustración de ser mentor de un hombre que no escucha. Y creo que su sufrimiento fue aún mayor porque, siendo un hombre quien amaba profundamente al Señor, sintió dolor al ver a otro herir a su Amado. Supo que a Saúl Dios le había abierto las puertas del cielo, y que este, por su propio mérito, las había cerrado. Y, por qué no, probablemente también se preguntaba cuánto de todo esto era por su culpa. La redundada  incógnita: “¿Qué hice o no hice para que esto sucediera?” Lloraba por lo que había pasado, por aquello que realmente era irremediable. ¿Acaso podía Samuel cambiar el corazón de Saúl? ¿Podía él revertir todas las decisiones tontas tomadas por este? Obviamente que no. Sin embargo, lloraba.

En la vida nos puede tocar estar en semejante situación. Pasan cosas que nos hieren, otros toman decisiones que nos destrozan el corazón y nos preguntamos “¿Cuánto de esto es por mi culpa?”. Y lloramos. Nos hundimos en la depresión, a causa de algo que probablemente no está a nuestro alcance cambiar.

Dios tiene una respuesta que, como tantas veces, se halla en una pregunta: “¿Hasta cuándo, Samuel?” Él no regaña, no apunta el dedo. Hace ver la realidad. “Estas llorando, vos decidís hasta cuándo. Yo ya tomé mi decisión y es para bien.” En el momento en que Dios le dice esto a Samuel, ya había escogido a David. Saúl era pasado, David era el futuro; y era mucho mejor lo que se venía, lo que Él tenía preparado. Samuel no veía el porvenir, porque él se lamentaba por el pasado. Mientras tus ojos estén fijos en el pasado, no podrás ser lleno de gozo y esperanza por lo que Dios tiene preparado para tu vida.


Dios quiere que sigas adelante. Lo que pasó, fue para tu bendición. Romanos 8:28 afirma: Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (énfasis agregado). Él hará que aún lo más difícil que hayas vivido, sea motivo de celebración, porque Él te dará la victoria. Ahora, deja de llorar y prosiga a la meta, extiéndete hacia delante, porque ahí te espera tu David – aquello que es “conforme al corazón de Dios” y es mucho mejor de lo que te imaginas.

sábado, 19 de julio de 2014

CONFIADAMENTE


La instrucción de Dios para Josué y para todos nosotros es ESFUÉRZATE Y SÉ VALIENTE. Esforzarnos implica acción; y valentía implica actitud. Estas dos cosas, junto a la fe, son la base del éxito en esta vida. Cuán importante es recordar esto en medio de la prueba, pero ¿es fácil ponerlo en práctica?

Dios nunca nos deja solos. La promesa de Dios de estar con nosotros aparece 365 veces en la Biblia –  ¡una vez por cada día! Él es fiel en cumplir Sus promesas. Una de las promesas de Dios es que no permitirá que pasemos por una prueba mayor de lo que podemos soportar (1 Corintios 10:13). Esto, en términos sencillos, significa que la prueba por la que estás pasando ahora, no supera tu capacidad. ¡Él te ha medido y sabe que puedes! Si estas en medio de algo bien difícil, de gracias a Dios, porque Él te está diciendo que te puede confiar cosas grandes.

¿Es posible ser feliz en medio de las tormentas de la vida?  ¡Sí! Podemos hallar gozo en medio de las pruebas porque producen paciencia (Santiago 1: 2 – 4). Debemos soportar hasta el final porque así se verá completa la obra que Dios está haciendo (Filipenses 1:6). ¡Si saltas del barco en medio de la tempestad, no llegarás al destino! Si te quedas, aguantando los vientos y las olas, sabiendo que el Capitán tiene el timón de tu barco firmemente en Sus manos, te harás más fuerte, más paciente, más sabio. Lastimosamente, muchas personas, al enfrentar las luchas de la vida corren de Él, en vez de correr hacia Él. Podemos acercarnos a Él con confianza, para hallar misericordia y gracia. (Hebreos 4:16) Nuestros ojos, cual fuese la situación, deben estar siempre fijos en Cristo Jesús. (Hebreos 12: 2 - 4) ¡Él es quien calma la tormenta!

A veces nos quejamos de las pruebas e intentamos evadirlas. Sin embargo, son muy importantes en nuestras vidas. Nos ayudan a crecer y hacernos más fuertes. La única manera de adquirir un carácter maduro es a través de las tempestades de la vida. Nos permiten alcanzar niveles más altos de influencia y liderazgo. Al comprender esto, nuestra perspectiva tiene que cambiar. Las tormentas se convierten en desafíos. Vamos con firmeza hacia delante, con la guía y protección del Rey quien es soberano sobre cualquier tempestad.

Tenemos la libertad de escoger cómo reaccionaremos ante las pruebas. Tantas cosas en la vida dependen de nuestras decisiones. Cada día escogemos, desde las cosas pequeñas hasta las más grandes, que afectan nuestra vida y la de nuestra familia.  No es fácil, y mientras más “grande” la decisión, más difícil parece ser tomarla. Nos preguntamos “¿Lo hago o no lo hago?”, “¿Voy o no voy?”, “¿Es para mí?” y, la más importante: “¿Es o no es la voluntad de Dios?”

David ya había pasado tiempo en el desierto, corriendo de Saúl, quien lo quería matar. Él y sus hombres hallaron un lugar oscuro, fresco, un refugio del terrible calor. De repente, se encuentra en una situación inesperada. Saúl entra a la cueva. La razón por qué está allí no es exactamente refinada. Por algo tan normal como ir al baño, el perseguido y el cazador están cercas el uno del otro, y el victima tiene la ventaja. Es una situación que tiene aspecto de victoria. Los hombres de David le señalan lo obvio: “Esta es tu oportunidad… ¿Te recuerdas de la promesa que Dios te dio – que te iba a entregar a Saúl en tu poder? Bueno, jefe, aquí está. Danos la orden y le matamos sin problema.” Parecía obvio que Dios estaba dando a David la ocasión para ser libre de Su enemigo y cumplir con Su propósito para su vida. Al final, hacía años había sido ungido como rey de Israel por el profeta Samuel. Una señal de su mano, y la sangre de Saúl pintaría de rojo la arena.

Miremos la situación en la que se encuentra David. Su vida había sido afectada por Saúl. Desde los campos de su padre, al palacio del rey, y de allí al desierto. Todo porque el espíritu de Saúl había sido dominado por celos y temor. A consecuencia de Saúl, la vida de David había sido cambiada radicalmente y se encontraba en un lugar árido y sufrido.   Hacía tiempo que estaba viviendo en cuevas, sin la más mínima comodidad, sin su familia, y temiendo por su vida. Nunca podía quedarse mucho tiempo en un lugar, sino que se pasaba corriendo, mirando sobre el hombro a ver si Saúl y sus hombres estaban cerca. Y ahora Saúl está agachado en frente: indefenso, inesperado. David está en el valle de la decisión. Por un lado está lo obvio y por el otro está lo que su corazón sabe.

¿Cuántas veces has estado en una situación similar? Las cosas parecen ser incuestionables. La sentencia por poco está dictada. Entonces tu conciencia comienza a molestarte. Cuando esa voz te sopla al oído, tu corazón debe sincronizarse con Dios, porque es el Espíritu Santo quien te habla. DIOS NO OBRA EN LO OBVIO. Si fuera así, Saúl habría muerto en esa cueva. David demostró con sensatez que era un hombre conforme al corazón de Dios, quien confiaba plenamente en que Dios tenía el control, aún en medio del desierto. Quizás no tienes la culpa por la circunstancia adversa en la que te encuentras. Aunque no buscamos el desierto, igual llega. Escucha la voz de Dios antes de decidir qué hacer, y dejar que Él tome el control absoluto. Su poder convertirá lo impensado en victoria.

No estamos solos en medio de la tempestad y las decisiones. Dios está con nosotras. Él nos guía hacía lo que es mejor, no lo que solo parece serlo. Cuando esto comprendemos y vivimos ¡el resultado es la VICTORIA! Él sabe de TORMENTAS Y SUFRIMIENTO. Él sabe de TOMAR DECISIONES. Fue crucificado (estoy segura que eso es mayor que cualquier prueba nuestra) y resucitó. ¡Ese poder te acompaña hoy! Puedes acercarte a Dios con CONFIANZA.


viernes, 18 de julio de 2014

DECIDO OÍR TU VOZ

            Existen diferentes voces que oímos a lo largo de nuestras vidas. Está la voz de Dios, la más importante; la de los demás, que puede ser para buen consejo o para estorbar la obra de Dios en nosotros; la del enemigo, que intentará llevarnos lejos de Dios; y la nuestra, la cual podemos usar para bendecir o para maldecir, para sucumbir o para declarar victoria.

            Es muy importante aprender a discernir entre estas voces. Gran parte del tiempo las oiremos dentro de nuestra cabeza, y dependerá exclusivamente de nosotros qué haremos con ellas. Las mentiras de diablo y la incapacidad de la gente de hacerle callar lleva a la depresión. Cuando él habla mentiras como “No sirves”, “Nadie te ama” y “Todo te sale mal” tenemos la obligación de ordenarle guardar silencio y echarle fuera. Nada de eso habla Dios a tu oído porque, sencillamente, Él solo dice la verdad. Lo que Él dice es “No temas”, “Esfuérzate, sé valiente que yo voy contigo” y “Todo lo puedes en mí”. Existe un mundo de diferencia entre los dos. Cada uno tenemos que aprender a prestar oído al último y reprender al primero.

            Muchas personas hacen promesas y fracasan terriblemente porque lo intentan solos. La perfección es una tarea imposible para el ser humano ¡porque es solo un ser humano!  El cambio en nuestras vidas es posible solo cuando la obra es de Dios. Dejemos de quebrantarnos por aquello que no podemos cambiar, y comencemos a gozarnos en Su perfecta voluntad. Cuando tú decidas marcar una diferencia tu vida y la de muchos será afectada. Dios no trabaja de manera aislada. Cuando Él obra, muchos son bendecidos. Es por eso que Su tiempo es siempre perfecto y Su plan siempre es agradable.


            Nada es posible sin Dios, pero con Él desaparecen las imposibilidades. Las ovejas conocemos la voz de nuestro Pastor y la oímos. La vida de Ezequías fue instrumento en las manos de “su Dios”, porque entre los dos existía una relación íntima y verdadera. Es a través de una relación con Dios que somos guiados hacia Él y Su voluntad. Dios desea usar tu vida de manera que Su gloria sea vista en la tierra. Esto solo podrá ser una realidad cuando te rindas por completo a Él. Toma la mejor decisión ahora mismo. Ríndete por completo a Él. Haz de Jesús tu Salvador y Señor. Conózcale cada día más y escuche Su voz con atención. Que Dios te bendiga en gran manera.


jueves, 17 de julio de 2014

OPORTUNIDADES

            El rey Ezequías heredó el trono de un reino sumamente corrompido por su propio padre; pero decidió marcar la diferencia. Destruyó los altares, enseñó acerca de Jehová y honró a Dios en todas las áreas de su vida. Se opuso a la opresión del rey de Asiria, quien había tenido al pueblo bajo su opresión desde hacía muchos años. Así fue que Ezequías recibió amenazas de Asiria. El rey enemigo envió mensajeros, vez tras vez, con recados dañinos. No solo amenazaba al pueblo y al rey Ezequías, sino también se burlaba de Dios. Uno pensaría que, siendo alguien quien honraba a Dios, uno estaría libre de toda agresión. Sin embargo, ser fiel a Dios no nos hace inmunes a los ataques del enemigo. Nos hace blancos de él, ¡y victoriosos en Jesús!

            No podrá haber sido fácil para Ezequías. La amenaza era muy real. Al final, el rey Senaquerib mandó un heraldo con este mensaje: “No creas cuando tu Dios te dice que no perderás ante mí. Ya sabes lo que yo hago a todos los pueblos que venzo - y vencí a cada pueblo que ataqué. ¿Por qué has de ser diferente tú?” (Isaías 37: 10 - 13). Buena pregunta ¿no? ¡Lo que el rey Senaquerib no entendía es que ninguno de los pueblos a los que había vencido tenían al Único Dios Todopoderoso de su lado!

            Las palabras que oyó Ezequías le quebrantaron en gran manera. Muchos piensan que una persona quien vence es aquel quien siempre es fuerte, quien se ve invencible; pero no es así. Ante las pruebas de la vida, nos angustiamos. Las situaciones que nos tocan vivir nos angustian. ESTO NO NOS HACE MENOS VICTORIOSOS. Lo que define la victoria es qué haces ante tal situación. Veamos juntos qué hizo Ezequías ante esta tremenda prueba:

Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores, y las leyó; y subió a la casa de Jehová, y las extendió delante de Jehová. Entonces Ezequías oró a Jehová, diciendo: Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste los cielos y la tierra. Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye todas las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. Ciertamente, oh Jehová, los reyes de Asiria destruyeron todas las tierras y sus comarcas, y entregaron los dioses de ellos al fuego; porque no eran dioses, sino obra de manos de hombre, madera y piedra; por eso los destruyeron.  Ahora pues, Jehová Dios nuestro, líbranos de su mano, para que todos los reinos de la tierra conozcan que sólo tú eres Jehová. (Isaías 37: 14 - 20)

·         Él busca a Dios y literalmente pone las cartas en la mesa. A menudo corremos de Dios a consecuencia de nuestros problemas, en vez de correr hacia Él. Ezequías fue a la casa de Jehová – buscó intimidad con el Señor en su tiempo de angustia. ¡Qué tremenda enseñanza! Cuando las circunstancias son adversas, búscale a Dios con aún más persistencia.

·         Este joven rey le cuenta todo al Señor. Entra a Su presencia y cual hijo y amigo, derrama su corazón confiadamente. Dios sabe lo que nos sucede pero quiere oírlo de nosotros, porque de esto trata una relación íntima. Cuando le cuentas a Dios todas tus cosas, hasta tus temores, tus angustias y tus sentimientos más profundos Él se inclina y oye. (Salmos 40:1)

·         Al hablar con Dios, reconoce quien es Él. Admite el poder de su enemigo, pero reconoce y declara que el poder del Señor es mucho mayor. Le da la razón al enemigo en cuanto a los pueblos que este ya venció; pero aclara: los dioses de ellos eran de madera y piedra; pero nuestro Dios eres Tú: Jehová, el Invencible.

·         ¡Le dice que el rey de Asiria ataca no a Israel sino a Dios! Con esto, Ezequías demuestra discernimiento. Nuestras luchas no son nuestras cuando estamos bajo las alas del Omnipotente. El enemigo nos ataca para así atacarlo a Él. Vea de nuevo las palabras de Senaquerib. ¡Pregunta quién es Jehová, en un intento de menospreciar al Señor! Esto le ofende profundamente a Ezequías y él se presenta ante Dios para decirle “Este hombre te ataca a Ti antes que a mí! ¿Quién se cree?”

·         Comprende el valor de la prueba. No ve su tribulación con ojos egoístas. En otras palabras, no toma la actitud de “Pobrecito yo”. Con confianza le dice a su Padre que los libre del enemigo para que todos vean quién es Él. Tus dificultades son oportunidades. En ellas podrás crecer, madurar, aprender. Y aún más, a través de ellas, todos verán el poder y la gloria de Dios.

·         No se deprimió. No dijo que todo estaba perdido. Fue a buscar a Dios en privado, derramó todo su corazón ante su Padre y declaró victoria.  Las palabras de Ezequías dieron la vuelta a esta situación. Lo que parecía a los ojos humanos ser una situación imposible, se convirtió en el escenario en el cual Dios iba a actuar de manera gloriosa. Tus palabras revelan qué hay en tu corazón (Lucas 6:45) ¿Qué dicen tus palabras cuando estás en aprietos?

            La voz del enemigo o nos paralizará o nos obligará a pasar de la palabra a la acción. Sin embargo, Dios nos ha dado también una voz. Nuestras palabras tienen poder. En medio de la circunstancia que atraviesas por más imposible que parezca, Dios es Soberano y Él pelea por ti. No dejes que las adversidades venzan a tu fe. Vencerlas tú en el nombre Todopoderoso de Jesús.
           


Señor
            Mi situación es difícil. La prueba es dura. Pero sé que no estoy sola. Te doy gracias porque estas a mi lado, enseñando y guiándome. Te doy la gloria y la honra. Toma el control de mi vida. Enséñame cómo pensar y hablar. Quiero vivir de manera victoriosa y reconozco hoy que solo puedo hacerlo en Ti. Pelea por mí. Yo descanso en Ti, sabiendo que tus planes siempre son para bien y que la victoria es Tuya. Todos verán tu gloria y poder a través de lo que estás haciendo en mí y a través de mi. Te amo, mi Señor.
Amén

miércoles, 16 de julio de 2014

A QUIÉN ESCUCHAR

         El rey Ezequías había tomado la decisión de romper con el pasado de opresión que había heredado de su padre. No obstante, la decisión sola no bastaba. Las decisiones son probadas. De la palabra te verás obligado a pasar a la acción. Un hombre llamado Senaquerib fue enemigo y  parte de la realidad de Ezequías. Él  ya había rechazado esa realidad pero aún así lo tuvo que enfrentar físicamente. Tomar una decisión no hace que la circunstancia desaparezca. Igual tendrás que pasar por la tormenta. Tu fe será probada. Lo que será diferente es tu determinación.

             La voz del enemigo no varía mucho. Ni el lugar ni el siglo lo hacen variar de gran manera. Escuche las palabras de Senaquerib (Isaías 36) y vea si alguna vez escuchaste algo parecido. Básicamente dice así: “ ¿En quién confían? ¿Quién les dijo que podrían ir en contra de mí? Todo lo que su rey les dice son solo palabras vacías. Él dice cosas sin fundamento. Si confían en Dios, es todo un engaño. Denme lo que les pido y yo les voy a dar mucho más.” Intentó confundirles, ¡poniendo en tela de juicio a Dios mismo! Leemos mentiras muy parecidas en el libro de Génesis.  Satanás le había dicho algo muy similar a Eva: “Dios no quiere que comas del fruto de ese árbol porque si lo haces vas a ser poderosa. No le creas a Él, créeme a mí. Yo te digo la verdad. Si me haces caso, no te arrepentirás”. Las mentiras del enemigo podrán sonar convincentes. Cuidado. Vendrá con palabras elocuentes, ofreciéndote más de lo que soñaste. Sepa discernir entre las voces que oyes, que no todas te convienen.

            El rabsaces (embajador enviado por el rey Senaquerib) no se limitó en dirigirse a los líderes del pueblo de Judá. Intencionalmente habló en arameo para que todos escucharan y tuvieran miedo. Gritó diciendo que Ezequías era un mentiroso por prometerles libertad y por hacer que confiaran en Jehová. El enemigo no se limitará a dañarte en privado. Hará todo lo posible para que te quedes mal. Tienes que ser fuerte. Sepa que sus mentiras, por más que sean gritados a los cuatro vientos, siguen siendo mentiras. Dios es Dios de la Verdad, y Él siempre triunfará. Puede haber momentos en los que aparentemente estas siendo juzgado por los demás, pero RESISTE. Dios es justo y Él defiende a Sus hijos. (1 Juan 2:1)

            El rey asirio quiso ofrecer un trato. Nuestro enemigo puede presentarse en la forma de un hombre o una mujer, una droga, una decisión, una debilidad, el temor o alguna otra cosa. Querrá hacer un trato. Intentará convencernos de que puede ofrecer algo mucho mejor. Nos hablará palabras dulces al oído. Tarde o temprano tendrás que tomar la decisión: ¿a quién voy a escuchar?

            Lo último que hizo este enemigo fue burlarse de Ezequías. Hizo todo lo posible para hacerle quedar en ridículo. Esto es lo que harán tus enemigos cuando vean que no estás cediendo ante la presión. Es en un momento como este que es tan importante saber quién eres. TU IDENTIDAD NO ES DEFINIDA POR LAS PALABRAS DE OTROS. TU IDENTIDAD SE ENCUENTRA EN TU PADRE. Eres hija de Dios.


      
      Toma buenas decisiones, basadas en quien eres tú y en quién es tu Padre. Lee Su Palabra porque ella te dará las armas con que ganar a tus enemigos. Sepa que seguir a Cristo no es el camino más fácil, pero definitivamente es el único verdadero. Tu decisión de seguirle será probada y te verás obligado a enfrentar al enemigo. No temas. Esfuérzate y sé valiente. Tu circunstancia puede no cambiar ¡pero tú sí! Sepa discernir entre las voces para atender la de tu Pastor. Quizás tantee el enemigo atacar tu mente, o calumniarte en público. Mientras estés bajo las alas del Omnipotente, sus planes no prosperarán.  No flaquees. Toma la decisión hoy de escuchar la voz de tu Señor, quien solo tiene palabras de aliento y amor para ti. Eres Su hija amada.

Padre
Soy tu hija. Eres mi Papá. Tus palabras siempre son lo mejor para mi. Me llevas hacia adelante y arriba, y siempre me dices la Verdad. Ayúdame a siempre discernir entre Tu voz y la del enemigo, sabiendo que Tus palabras son para bien y las de él son para destrucción. Te escojo siempre a Ti. Gracias por Tu voz llena de amor que siempre me alienta. Te amo!
Amén

martes, 15 de julio de 2014

LA VOZ DEL PASADO

En un día normal escuchamos muchos ruidos y a diferentes voces.  ¿Cuáles escuchas? Existen voces externas e internas: la de Dios, la del enemigo, las voces de los que nos rodean, y la nuestra. Todas son muy reales. Susurran, hablan o gritan; y nos afectan. Debemos saber identificarlas.

            Jesús es nuestro Buen Pastor pero no solo escuchamos Su voz. Hay otras voces, que no son audibles como la tuya o la mía, pero sí son muy reales. Puedes leer acerca de uno de los reyes de Judá, llamado Ezequías, en 2 Crónicas 29 al 32; e Isaías 36 al 39. Fue un rey ejemplar y un gran líder. Restauró la adoración a Jehová en su pueblo e hizo muchas buenas obras.

            Ezequías había destruido los altares que su propio padre había construido para adorar a Dios genuinamente. Sin embargo, se encontró en una situación muy difícil cuando el rey Asirio lo quiso atacar. Aunque estés haciendo bien las cosas, aunque ames y honres a Dios, aunque ayudes a los demás, igual vas a tener dificultades. No estamos exentas a las agresiones del enemigo. Sin embargo, el enemigo no tendrá la victoria sobre una hija de Dios.

            Durante décadas Judá había sido víctima de Asiria. A estos se les pagaba un tributo muy alto para evitar que los conquistaran y llevaran presos. Era un yugo muy pesado para el pueblo de Ezequías. Esto fue lo que heredó de su padre. Lo que somos es fruto de muchas cosas. La familia es una de las cosas que mayor influencia tiene en nuestra forma de ser. Lo que nos enseñaron, los valores que nos inculcaron, la manera en que nos trataron y muchas cosas más, nos moldea como personas. ¿Qué heredaste de tus padres? No estoy hablando de un reloj suizo o una casa, sino de cosas más profundas. Si de tus padres recibiste solo cosas buenas, gloria sea a Dios ¡pero debes saber que eres la excepción!


           La voz del pasado es realmente la voz del enemigo. Dice cosas como “Eres igual a ellos” o “Ellos no triunfaron ¿por qué lo harías tú?” Un muy buen amigo me contó que durante todos los años que iba a la universidad, y aún en medio de mucha dificultad económica, había escuchado constantemente, “En tu familia nunca nadie terminó nada, así que rendirte ya. Tampoco tú lo harás.” Él, al igual que el rey Ezequías, tomó una decisión: la de plantarse y tomar una postura ante el pasado. No lo aceptó como parte de él.

            Ezequías también hizo esto.  Rehusó seguir pagando el tributo que su padre y su abuelo habían pagado. A los ojos humanos, fue una locura. Asiria tenía muchísimo más soldados y recursos. Este joven rey se opuso a las voces de su pasado, de la educación errada que había recibido de un padre corrompido y de un ambiente tóxico que él decidió cambiar.

            De esta manera hizo Ezequías en todo Judá; y ejecutó lo bueno, recto y verdadero delante de Jehová su Dios. En todo cuanto emprendió en el servicio de la casa de Dios, de acuerdo con la ley y los mandamientos, buscó a su Dios, lo hizo de todo corazón, y fue prosperado. (2 Crónicas 31: 20, 21)

Me llama la atención como la Biblia se refiere al Señor como “su Dios”. Demuestra que él tenía una relación íntima con Él. No era el Dios de otros, era su Dios. Cuando tienes una relación auténtica con Dios puedes llamarle “mi Dios”. Aunque esto hoy te parezca algo irreal y lejano, no es difícil. Como toda relación, precisa del deseo y el tiempo compartido, que se vuelve un placer. Y así escucharás la voz de Dios, tu Dios.

La voz del pasado intentará atajarte. Hará todo lo posible por convencerte que no puedes. Es mentira. Todo lo puedes en Cristo quien te fortalece. Tus padres, tus abuelos y todos tus ancestros tomaron sus decisiones. Ahora tú libremente toma las tuyas. Decide escucha la voz de Tu Padre quien te dice, “Estoy contigo todos los días y si crees en mí, nada te será imposible.”

Padre,
Callo la voz del pasado. No creeré lo que dice de mí. Te creo a Ti y recibo todo lo que dices de mí. Gracias por verme siempre como la vencedora en la que Tú me conviertes. Te amo!
Amén




lunes, 14 de julio de 2014

TU VOZ

Un niño hizo un barquito. Salió a probarlo en el lago, pero el barquito fue llevado lejos de él por el viento. Desesperado, corrió hacia un niño mayor quien se encontraba cerca, y le pidió ayuda. Este, ante la mirada horrorizada del chico, tomó una roca y la tiró con toda su fuerza al agua. Cuando iba a gritar en protesta el dueño del barco, observó que la roca caía al otro lado del barquito y que las olas que causaba lo traían de vuelta hacia la orilla. Al rato, y después de varios lanzamientos, el chico de nuevo tenía su juguete en las manos. ¿Cuáles olas son las que dirigen el curso de nuestro barco? A menudo permitimos que nuestra  barca sea llevada para un lado y después para otra por los vientos de la vida.

¿Alguna vez te has sentido repentinamente deprimida? ¿Quizás estabas bien un momento, y al siguiente estuviste triste? Nuestro estado de ánimo es tan cambiante que parecemos sube y bajas emocionales; y lastimosamente muchas veces tenemos poco o nada de control sobre nuestro estado emocional.  Dios nos da todo lo que es bueno. Lo tomamos o lo dejamos. Con esto no estoy diciendo que la depresión repentina que mencioné la escogemos. Viene sin que lo pidamos. Sin embargo, nosotros decidimos qué haremos con ella. ¿La abrazamos? ¿Nos hundimos en ella? ¿O le pisamos la cabeza, como corresponde? Dios habla claramente: “Tú decides.”

Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen.”(Juan 10:27)


·         La oveja conoce a su amo. Pasa tiempo con Él, y lo ha escuchado hablar muchas veces. Por eso, puede diferenciar su voz de otras voces. Las ovejas son naturalmente asustadizas, pero no se asustan de su pastor porque su voz es familiar e infunde confianza. Como ovejas Suyas, prestamos atención a Su voz porque le conocemos, le pertenecemos y le escuchamos.

·         Él nos conoce. ¡Qué privilegio! No dice que sabe quiénes somos, o cómo somos…dice “LAS CONOZCO”. Esto habla de profundidad e intimidad. No importa qué te quieran decir otras voces, ¡ES ÉL QUIEN TE CONOCE! Conoce de dónde venís, cómo estas hoy, que estás haciendo, tus sueños más profundos, tu temor, tu dolor, tus luchas, etc., etc., etc. Lo que Jesús te diga, te puedo asegurar, será la verdad.

·         “Me siguen” implica decisión. Le seguimos porque le escuchamos a Él. Le conocemos y con confianza vamos tras Él. Entonces las otras voces desaparecen; todo lo demás pierde importancia. Cuando hayas escuchado la voz de Dios le seguirás porque no le podrás resistir.

Cuando te enfrentas al desánimo, escoge escuchar la voz de Dios. Háblale porque Él te quiere escuchar. Y a medida que se desarrolla el diálogo entre Él y tú, oirás con claridad las palabras que Él tiene para tu vida. Serás edificado, fortalecido y le seguirás con firmeza. ¡Ánimo!


Señor Amado,
Gracias por ser mi Pastor. Gracias por conocerme y por hablarme siempre la verdad. Constantemente me cuidas y me hablas. Me acerco más a Ti para oír solamente Tu voz. Rechazo toda voz maligna que me quiera desanimar. Te sigo a Ti, mi Cristo y soy fortalecida. ¡Te amo!

Amén