No importa a qué te dediques o si tienes o no estudios y
preparación. Si has estado en el camino del Señor por un tiempo, eres una mujer
mayor.
Epere. No se moleste. Ese tema de ser “mayor” a las chicas no
nos gusta hoy porque sabemos bien que la sociedad en que vivimos es orientada
hacia la juventud y la belleza física. Pongamos las cosas en perspectiva.
No vivimos según las reglas del mundo. Los sistemas de esta
sociedad no nos rigen. Es la Palabra de Dios lo que nos guía; y en ella está
escrita que tu valor se encuentra en Cristo, no en tus medidas; en tu
obediencia, no en tus capacidades; y en tu relación con Él antes que en una
relación con otro.
Cuando estas cerca del Dios Vivo, Él te infunde vida (Juan
10:10). Te enseña (Romanos 15:4) y te guía (Salmos 119:133). Hace que todas las
cosas obren para bien (Romanos 8:28), reconfirma tu identidad (Romanos 8:37) y
te llena de amor (Romanos 5). En términos sencillos, te transforma.
¿Has sido transformada por Dios? Entonces eres una mujer
mayor. Tienes mucho que dar. Dios es claro: “Esas mujeres mayores tienen que instruir a las más jóvenes”
(Tito 3: 4). Tú, quien tienes tanto para
dar ¿Qué estás esperando para hacerlo?
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