¿Qué
hace que una sea “una mujer de verdad”? ¿Quién establece los parámetros para
nuestra evaluación? Solamente puedo mirar a la Palabra de Dios para descubrir
de qué se trata.
Durante
años me había molestado el famoso capítulo 31 de Proverbios, por la sencilla
razón que fija estándares tan altos que nos sentimos en falta siempre.
Encontramos en esas líneas desafíos muy grandes y posiblemente faltas nuestras
también. Ella se levanta de madrugada (quién no prefiere dormir), su familia es
perfecta (la mía está lejos de algo parecido a la perfección) y administra todo
como si fuera una corporación multinacional. ¿Dónde entro yo en todo eso? Estoy
lejos de esa perfección.
Mirando
la historia de una mujer de la Biblia encuentro cosas muy interesantes acera de
la “mujer de verdad”. Ella sufrió situaciones muy graves, tuvo que dejar de
lado lo que anhelaba por obediencia, cumplió su propósito a pesar de que exigió
un precio muy alto e impactó en su generación y en la historia de su nación. Esa
mujer se llama Ester.
Ella,
como muchas mujeres hoy, no tenía un título o cargo de mucha autoridad. Su
posición era reina porque era esposa del rey. Estaba expuesta a muchas cosas pero en todo tenía que estar
sujeta a su esposo, aún a cuestas de su vida. Ester vivió en Susa y estaba
casada con el rey de Persia. Nosotras vivimos en el Siglo XXI. Si los hombres
de hoy siguen pensando como el rey de hace tres mil años (me obedeces o morís)
sería bastante triste. La mujer debe someterse a la autoridad del hombre, pero
él no ha recibido autoridad para aplastar o lastimar.
Aún así
vemos que el rey favoreció a Ester. Bien la podría haber mandado matar, pero la
recibió. Una mujer llena de la gracia de Dios encuentra favor en todo lugar y
circunstancia. Y así fue con Ester. Ella supo comprender el papel que Dios
quería que desenvolviera. No fue limitada por las circunstancias culturales u
otras. Ella obedeció al Señor y llenó el lugar que Dios diseñó para ella.
A menudo
ponemos excusas a la hora de movernos. Es demasiado peligroso. Me van a
criticar. No tengo lo que se necesita. Sin embargo, con Dios a nuestro lado
somos mayoría. Aunque pases por el valle de la sombra de la muerte ¿por qué
temer? ¡Él está contigo! Lo que la gente diga no define quién eres. Tu
identidad se encuentra en Dios, y lo descubrirás en Su Palabra. Y nadie tiene lo
que se necesita. ¡Eso es lo que hace de este viaje algo tan emocionante! A pesar
de que no somos capaces, ganamos porque Aquel quien nos llama nos capacita y
nos da la victoria.
¡No te
desanimes, mujer! Dios no te pide la perfección. Sí, quiere tu entrega
absoluta. Como Ester, entrando ante el rey sin saber cuál sería el resultado
pero decidida en hacer Su perfecta voluntad, el Señor te pide que confíes en
Él. Él camina contigo y no te soltará. Descubrirás que en Dios está todo lo que
necesitas para ser una “mujer de verdad”.
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