jueves, 5 de noviembre de 2015

UNA MUJER DE VERDAD


            ¿Qué hace que una sea “una mujer de verdad”? ¿Quién establece los parámetros para nuestra evaluación? Solamente puedo mirar a la Palabra de Dios para descubrir de qué se trata.

            Durante años me había molestado el famoso capítulo 31 de Proverbios, por la sencilla razón que fija estándares tan altos que nos sentimos en falta siempre. Encontramos en esas líneas desafíos muy grandes y posiblemente faltas nuestras también. Ella se levanta de madrugada (quién no prefiere dormir), su familia es perfecta (la mía está lejos de algo parecido a la perfección) y administra todo como si fuera una corporación multinacional. ¿Dónde entro yo en todo eso? Estoy lejos de esa perfección.

            Mirando la historia de una mujer de la Biblia encuentro cosas muy interesantes acera de la “mujer de verdad”. Ella sufrió situaciones muy graves, tuvo que dejar de lado lo que anhelaba por obediencia, cumplió su propósito a pesar de que exigió un precio muy alto e impactó en su generación y en la historia de su nación. Esa mujer se llama Ester.

            Ella, como muchas mujeres hoy, no tenía un título o cargo de mucha autoridad. Su posición era reina porque era esposa del rey. Estaba expuesta  a muchas cosas pero en todo tenía que estar sujeta a su esposo, aún a cuestas de su vida. Ester vivió en Susa y estaba casada con el rey de Persia. Nosotras vivimos en el Siglo XXI. Si los hombres de hoy siguen pensando como el rey de hace tres mil años (me obedeces o morís) sería bastante triste. La mujer debe someterse a la autoridad del hombre, pero él no ha recibido autoridad para aplastar o lastimar.

            Aún así vemos que el rey favoreció a Ester. Bien la podría haber mandado matar, pero la recibió. Una mujer llena de la gracia de Dios encuentra favor en todo lugar y circunstancia. Y así fue con Ester. Ella supo comprender el papel que Dios quería que desenvolviera. No fue limitada por las circunstancias culturales u otras. Ella obedeció al Señor y llenó el lugar que Dios diseñó para ella.

            A menudo ponemos excusas a la hora de movernos. Es demasiado peligroso. Me van a criticar. No tengo lo que se necesita. Sin embargo, con Dios a nuestro lado somos mayoría. Aunque pases por el valle de la sombra de la muerte ¿por qué temer? ¡Él está contigo! Lo que la gente diga no define quién eres. Tu identidad se encuentra en Dios, y lo descubrirás en Su Palabra. Y nadie tiene lo que se necesita. ¡Eso es lo que hace de este viaje algo tan emocionante! A pesar de que no somos capaces, ganamos porque Aquel quien nos llama nos capacita y nos da la victoria.


            ¡No te desanimes, mujer! Dios no te pide la perfección. Sí, quiere tu entrega absoluta. Como Ester, entrando ante el rey sin saber cuál sería el resultado pero decidida en hacer Su perfecta voluntad, el Señor te pide que confíes en Él. Él camina contigo y no te soltará. Descubrirás que en Dios está todo lo que necesitas para ser una “mujer de verdad”.

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