martes, 17 de noviembre de 2015

ASUNTOS PENDIENTES


 Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad.” Y en el mismo instante en que Jesús puso las manos sobre ella, la mujer se enderezó y comenzó a glorificar a Dios.
Lucas 13:12,13

Dieciocho años es mucho tiempo. En ese tiempo, un bebé se convierte en un hombre, grandes proyectos se realizan y muchos cambios ocurren. Para la mujer de Lucas 13 fueron dieciocho años de dolor y rechazo. Durante todos esos años ella había sido encorvada, afligida por un espíritu de enfermedad.

¿Espíritu de enfermedad? Escucho tu pregunta. Sí, ella fue afligida, no poseída, por un espíritu. Sin embargo, esta mujer ¿dónde estaba? Estaba en el templo. Ella no puso excusas ni pretextos para no ir a la casa de Dios. “Me siento cansada”, “Hace mucho calor y en la iglesia no hay aire acondicionado”, “No me gusta el grupo de alabanza que va a tocar hoy”. Ella no era así. A pesar de su dificultad y dolor, ella iba al estudio bíblico. ¡Necesitamos comprender que estar en la casa de Dios es un privilegio y no dejar pasar ni una oportunidad de estar ahí!

Llamativo es que esta mujer, quien asistía al templo, era atacada y durante tanto tiempo por un espíritu maligno. Hay quienes dicen que el diablo no puede tocar a un hijo u una hija de Dios. Mentira. Él es como león rugiente que anda buscando a quien devorar. Si bien no puede evitar tu entrada al cielo, hará todo lo posible para que sufras antes de llegar ahí. Cada día tomamos nuestra cruz. En otras palabras, cada día me examino, muero y soy libre. Un día que dejo de hacerlo es un día que abro una puerta al enemigo.

¿Cuál es nuestra actitud ante una persona quien dentro de la iglesia resulta sufrir influencia o hasta posesión por el enemigo? ¿Los vemos como “pecadores ejemplares”? Esto fue la actitud del principal de la sinagoga. Él solo vio la transgresión a la Ley (que en realidad no lo fue) y no valoró a la persona de la mujer. Tampoco comprendió la responsabilidad que Dios había puesto en sus manos, que no era la de imponer la Ley, sino la de amar y cuidar a Sus ovejas.  La actitud de Jesús es la que debemos de tener.

Él la miró y la tuvo compasión. Vio su dolor y su corazón se conmovió. La llamó y la hizo libre. En el mismo instante ella se enderezó y comenzó a glorificar a Dios. ¡Imagina cuán gran cambio para ella! Años en un estado deplorable, y con un toque del Maestro todo cambió. Así es nuestra realidad también. No sé cuántos años te llevó llegar a recibir Su toque sanador, pero sé sin falta que antes de eso, tanto tú como yo andábamos dolidas, enfermas y afligidas. ¿Acaso hay paz fuera de Cristo? Sin embargo, un día llegó su poder a nuestra vida, y todo cambió.

A veces nos sentimos como esta mujer. Tenemos muchos asuntos pendientes y quizás nadie, ni nuestros líderes religiosas, se dan cuenta. Quizás hasta vemos que a ellos no le importamos. Quiero decirte que la actitud de otros hacia ti no define quien eres. Quien te conoce, te ama y te establece es Jesús. El mismo quien enderezó a esa mujer, te quiere tocar hoy. ¡Te ama con pasión! Quiere cortar en tu vida toda influencia maligna, quiere sanarte y quiere llenarte de gozo. Él te defiende y te guarda. No se olvidó de ti. Llévale hoy de nuevo tu corazón y deja que Él trate con los asuntos pendientes de tu vida.

El Señor está en medio de ti, y te salvará con su poder; por ti se regocijará y se alegrará; por amor guardará silencio, y con cánticos se regocijará por ti.

Sofonías 3:17

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