Una de las cosas que más daño hace a la iglesia es la religiosidad. Cuando nos
encontramos separando a la gente en categorías, estamos cumpliendo un papel que
nadie nos dio. Dios no nos llama a ser jueces, sino a amar. Sin límites, si
condiciones, aunque cueste. Nuestro Padre usa a quien le plazca usar. Esto significa
que Él puede usar gente de tu entorno para bendecirte, o quizás use personas
que están en completamente otro sentir. Puede usar hasta al vagabundo del
barrio para hablarte - ¡si hasta a un
burro lo hizo hablar, que nada te sorprenda! No caigamos en el error de creer
que Dios necesita de gente santa para hacer Su Obra. Somos hechos santos por Él
y en Su misericordia nos usa. Miremos una relación entre dos personas muy
diferentes: Moisés y Jetro.
A Jetro lo vemos por primera vez en Madian, cuando urge a sus hijas traer a
la casa al extranjero quien las había defendido. Ni idea tenía quién era que
llegaba a su casa a cenar. Dios tenía un plan para ambos. Usó a Moisés para
bendecir a Jetro, y a Jetro para bendecir a Moisés. Construyeron una relación.
¿Será que Moisés, quien había conocido la figura paterno pero no había crecido
con su padre, encontró en Jetro lo que más necesitaba durante el proceso de
preparación? Moisés quedó con ellos, se casó con la hija de Jetro y trabajó
para él. Se ubicó debajo de la autoridad de Jetro. Ambos encontraron algo nuevo
y necesitado en el otro, aunque eran completamente diferentes:
MOISÉS
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JETRO
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Más joven
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Mayor
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Hebreo
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Madianita
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Creció en un palacio
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Creció como pastor
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Volátil
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Estable
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Bien
intencionado
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Organizado
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Inseguro
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Confiado
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Llamado a liderar
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Llamado a preparer al líder
|
Después de que Dios le llamó a Moisés a través de la zarza, lo primero que hizo
Moisés fue volver a casa y hablar con Jetro, su suegro. Le dijo que con su
permiso, iría. Él valoraba a su suegro y recibía consejo de él. De esta manera
reconocía su autoridad y su sabiduría. Esta actitud fue lo que preparó el
corazón de Jetro para lo que después vendría. Moisés, el hebreo criado en el
palacio del faraón quien había matado y corrido llamado a ser el libertador de
su pueblo, precisaba de los consejos del mayor y más sabio sacerdote madianita.
El sacerdote madianita necesitaba al Dios a quien el libertador más joven e
inexperimentado le podía enseñar. El mejor regalo que una persona puede dar a
otra es la fe en Dios. Los verdaderos amigos dan y reciben.
El trasfondo religioso de Jetro (los madianitas no adoraban a Jehová) no
impidió sino que preparó su corazón para recibir la Verdad. Cuando vio lo que
Dios había hecho por Israel, su respuesta fue alabanza sincera. Ser el suegro
de Moisés durante cuarenta años le había dado la oportunidad de ver como Dios
formaba a quien llamó.
Las palabras de Jetro EN Éxodo 18: 11 revelan que encontró a Dios en el testimonio de vida
de Moisés: “Ahora sé que el Señor es más grande
que todos los dioses, porque en este caso él los venció.” Tu vida y la mía es
lo que grita al mundo del poder de Dios.
En Jetro encontramos un hombre quien, aunque al principio no conocía a Dios,
fue usado por Él hasta reconocer Su grandeza. Él tenía mucho que ofrecer. Vemos
desde el primer momento que es una persona capaz, noble y de carácter. Él ayuda
a Moisés a organizarse para lograr mejores resultados. Le enseña al libertador
a valorar a su equipo y a levantar a otros, en vez de hacerlo todo solo.
¿Quiénes en nuestras vidas, aunque no conozcan aún a Dios, son usados por Él?
¿Somos conscientes de su valor? Un error sería creer que el Señor solamente usa
a Sus hijos. Él usa a quién quiera. Como Sus hijos, debemos tener el corazón de
Dios – que ama y valora a cada persona, y saber recibir lo bueno que Él nos da
a través de ellos.
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