“¿Por qué estas enojado? ¿Por
qué ha decaído tu semblante? Si haces lo bueno, ¿acaso no serás enaltecido?
Pero, si no lo haces, el pecado está listo para dominarte. Sin embargo, su
deseo lo llevará a ti, y tú lo dominarás.”
Génesis 4:6, 7 (RVC)
Caín
había traído al Señor una ofrenda. Sin embargo, esa ofrenda no cumplía con los
requisitos de Dios. Los sacrificios para
el Señor debían derramar sangre. Esto representaba a Aquel quien, en sacrificio
perfecto, después vendría a derramar Su preciosa sangre por nosotros. Cuando
Caín trajo su ofrenda de fruto de la tierra, al Señor él estaba diciendo, “Esto
lo haré a mi manera”; y así no es
cómo funciona.
A
menudo hacemos lo mismo. Queremos decirle, “Así es como quiero. Así lo haré”.
Nuestro Padre siempre sabe qué es mejor para nosotros. Nos pide obediencia
porque Él sabe qué nos conviene. Nuestra vida, nuestras decisiones, nuestro
caminar no serán efectivos mientras solo esté conforme a nuestros preceptos.
El
mundo de hoy enseña que cada uno construye su propia verdad. ¡Mentira! Con esa
misma mentira el diablo le engañó a Eva, diciéndole que ella podía escoger qué
hacer sin enfrentar las consecuencias. Desmintió lo que había dicho el Señor.
Existe una sola Verdad y lo encontrarás desde Génesis 1 hasta Apocalipsis 22.
Nosotros debemos ajustarnos a esa Verdad, sin querer doblarla para que cumpla
con nuestros preceptos. De lo contrario, nosotros debemos ir moldeándonos
conforme a ella. La Palabra de Dios es viva y eficaz. Trae renovación,
restauración y transformación - si lo
permites. Exige un corazón sincero hacer eso. Salmos 19: 7 dice “La ley del Señor es
perfecta: reanima al alma.” La Palabra de Dios es Su ley y no nos aplasta, nos
levanta; no nos oprime, nos liberta; no limita sino otorga.
Las
palabras de Dios a Caín nos enseñan muchas cosas. Es llamativo que Él, quien sabía exactamente
qué le pasaba a Caín, se refiere a su expresión externa: “¿Por qué te ves así?” ¿Qué demuestra tu semblante hoy?
Tu rostro, la manera en la que caminas, tus ojos, ¿qué dicen acerca de tu
corazón? Decimos ser la iglesia victoriosa ¿pero eso lo demostramos? Es una
cosa decirlo, y completamente otra serlo.
La
actitud de Caín demostró que él no tenía un corazón sano. Cuando Dios rechazó
su ofrenda, lo tomó de manera personal. Se sintió rechazado como persona. Dios
había rechazado su ofrenda, no a él. He visto vez tras vez como personas hacen
lo mismo. Cuando algo no sale como
quieren, o cuando reciben un “No” cuando querían un “Sí”, lo toman al pecho y
se ofenden. Exige madurez e humildad comprender que las circunstancias no
define quién uno es.
Caín
tuvo una elección. El Señor le aclara que si escoge lo bueno él sería
enaltecido; y que si no escoge lo bueno, “el pecado está listo para dominarte”.
Dios se refería a la actitud del corazón de Caín. Le estaba diciendo que si no
corregía esa actitud, las puertas hacia el pecado se abrirían. La NTV lo
expresa claramente: “¡ten cuidado! El pecado está a la puerta, al acecho y
ansioso por controlarte, pero tú debes dominarlo y ser su amo.” Dios le alienta
a Caín, diciéndole “Aunque este momento es crucial y debes decidir, Yo sé
que puedes vencer.”
Caín
no se corrigió y tal como Dios le había advertido, el pecado lo dominó. La condición de su corazón lo llevó a cometer el
primer asesinato de la historia. ¡Cuán importante es la actitud! Cómo decides
responder ante una situación definirá lo que después vendrá. ¿Cuál es la ofrenda
de tu corazón hoy? Escoge lo bueno. Escoge obedecer.
Tú puedes vencer.
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