El tiempo es muy importante para Dios. A pesar de
que Él habita la eternidad, nos enseña a enumerar nuestros días. Es cierto que
Dios tiene tiempos establecidos para todo. Las estaciones y las etapas de la
vida, cada una con sus características, son ejemplos del ciclo natural. He aprendido
acerca de las estaciones de Dios a través de los años. He vivido tiempos
marcados por Él, y cuando una etapa
terminó lo supe. Lo pude sentir. Era el cambio de capítulo en el libro de mi
vida.
El tiempo de Dios es siempre perfecto. En vano uno
procura de apurarlo. Si no ha llegado, no importa qué hagas, las cosas no van a
salir. Si es Su tiempo ¿qué hacemos? Él sabe perfectamente cómo deben ser las
cosas para poder lograr Sus propósitos. Los problemas surgen cuando queremos
que todo suceda a nuestro tiempo y a nuestra manera.
Dios llegó un día junto a un hombre llamado Lot
para salvar a él y a su familia. Tenían que dejar las perversas ciudades de
Sodoma y Gomorra porque Él las iba a destruir. Se había acabado una etapa de
perversión y comenzaba una nueva. Pero el Señor quería algo. “Pero date prisa y
corre a ella, porque yo no podre hacer nada hasta que llegues allá.” (Génesis
19:22)El Señor le dijo a Lot que se apresurara en llegar a Soar porque
solamente así iba a seguir desarrollándose Su plan.
Tengo que preguntarme: ¿Estoy donde debo
estar? ¿Es este el lugar en donde Dios quiere que yo esté en este
tiempo? Si me aseguro de haber obedecido a Dios, Él podrá seguir
con lo que ha planeado. Si me opongo o simplemente no me preocupo por
obedecerle, Sus planes perfectos esperarán hasta que lo que haga.
Oramos:
Señor, sé que tus planes siempre son mejores que los míos. Ayúdame a
escucharte y a obedecerte; Y que, en todo tiempo, esté yo
donde Tú quieres que esté.
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