jueves, 12 de noviembre de 2015

FUERTE TODAVIA

Dios nos desafía constantemente a seguir Sus preceptos y no los del mundo. Esto no es solo en un sentido espiritual. En lo práctico de la vida también Él quiere que seamos guiados por Su Palabra y que nuestra forma de pensar sea sustituida por la Suya. Esto es un desafío directo a nuestra forma de vivir. Estamos obligados a examinarnos, sin excusas, y ajustar o directamente sustituir lo que hemos adquirido por lo que Él nos quiere dar.

Lastimosamente muchas personas creen que los años de la juventud nos son dados para crecer, prosperar y avanzar; pero que cuando llegamos a los cuarenta, todo es cuesta para abajo. Pregunto ¿de dónde sacan esa idea? Tantas veces en mi vida he escuchado las palabras, “Los jóvenes son el futuro.” ¡Qué mentira tan grande! El futuro pertenece a quien respira; y mientras sigamos respirando tendremos qué hacer y responsabilidad por ello. Pensar que a cierta edad puedes descansar es conformarte con menos que todo.

La responsabilidad por nuestra generación no se acaba hasta el día que muramos. Querer pasar la responsabilidad por el futuro a la generación que nos sigue, es buscar una excusa barata por la pereza. Mientras esté viva, seguiré aprendiendo, sirviendo y adorando. Decido aplicarme para dejar un estándar tan alto que los que siguen tengan que esforzarse para superarme. Entonces habré servido bien a la generación que viene detrás.

Dios tiene un plan para tu vida, y en ninguna parte de la Biblia afirma que ese plan mengua porque alcanzas cierta edad. De lo contrario, a mayor entendimiento mayor desafío, mayor responsabilidad y mayor logro. ¿Cómo alcanzaremos la plenitud de Su voluntad si ponemos excusas y pretextos?

Caleb había recibido una promesa de parte de Dios a través de Moisés. A los cuarenta años había sido enviado a espiar la Tierra Prometida y había traído un informe positivo. Dijo Caleb a Josué, cuarenta y cinco años después de eso: “…y yo le traje noticias como lo sentía en mi corazón. Y mis hermanos, los que habían subido conmigo, hicieron desfallecer el corazón del pueblo; pero yo cumplí siguiendo a Jehová mi Dios.” Caleb era un hombre fiel a Dios. Había caminado toda su vida de la mano de su Padre, y esto se veía en cómo vivía y obraba. No podemos pretender alcanzar cosas extraordinarias si operamos con nuestras fuerzas. Solo podremos hacerlo si, al igual que Caleb,  seguimos a Jehová nuestro Dios.

En el momento en que Josué y Caleb están teniendo esa conversación, los dos están pisando la Tierra Prometida. Caleb está recordando la promesa a pesar de que han pasado décadas. Le dice a Josué así: “Entonces Moisés juró diciendo: Ciertamente la tierra que holló tu pie será para ti, y para tus hijos en herencia perpetua, por cuanto cumpliste siguiendo a Jehová mi Dios.” Él no se había olvidado. ¡Esa promesa seguía ardiendo en su corazón, y él sabía que se tenía que cumplir! ¿Cuál es la promesa que Dios ha hecho a tu corazón? Debes saber que esa promesa se cumplirá y que no está sujeta al tiempo de este mundo sino al tiempo perfecto de Dios.

A los ochenta y cinco años dijo Caleb a Josué: Todavía estoy tan fuerte como el día que Moisés me envió; cual era mi fuerza entonces, tal es ahora mi fuerza para la guerra, y para salir y para entrar. Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día…” Él seguía siendo tan fuerte como antes. Por favor, note que él lo sabe y lo declara. Sus fuerzas no han menguado. Se siente fuerte porque sabe de dónde viene su fortaleza. ¿De dónde viene tu potencia? Si has estado pensando que tus fuerzas se acaban ¿será porque no estás dependiendo de Quien sostiene en todo tiempo?


No importa la edad que tengas o la situación que estés viviendo, Dios tiene cosas maravillosas preparadas para ti. Avance con fe y reciba de Él ese monte. 

*Este artículo fue publicado en la Revista SomosUno en el año 2014. La foto es de Rafael Gomez.

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