sábado, 14 de noviembre de 2015

LA FUNCIÓN DEL PASADO


Los que confían en el Señor están seguros como el monte Sión; no serán vencidos, sino que permanecerán para siempre.
Salmos 125:1

Cuando no comprendemos el valor de aquello que nos sucedió, fácilmente se convierte en un ancla. Hay personas quienes corren tanto del pasado que no pueden tomar un paso hacia delante. No subestimo lo terrible que puede haber sido lo que viviste. Le estoy diciendo que si ya pasó, ya no tiene por qué impedir tu avance, a no ser que tú lo permitas.

¿Qué haces cuando las dificultades de la vida te llevan al fondo del pozo? ¿Cómo sigues adelante cuando terminas en cero? A menudo creemos que nuestro fracaso es tan terrible o nuestra debilidad tan agobiante, que no somos dignos de seguir adelante y mucho menos de triunfar. Esto es mentira.

El que cree en Dios es fuerte y firme, no por mérito propio sino por Quién le sostiene. El hijo de Dios no tiene una vida más fácil; pero tiene la victoria asegurada si permite que las luchas y aún los fracasos le impulsen hacia delante. Vivimos Romanos 8:28 porque todo nos ayuda a bien. Las circunstancias pasadas y las experiencias vividas pueden ser dolorosas pero cuando se lo permitimos a Dios, Él todo lo usa para bendición.

Es crucial comprender que en la vida hay estaciones. No me refiero a las etapas naturales de la vida humana – la niñez, la adolescencia, etc. – sino a periodos establecidos de manera personal en nuestro caminar. Algunas de estas estaciones pueden ser muy difíciles. Necesitamos identificar esas etapas y, a pesar de la dificultad, gozarnos en ellas. Cada una trae crecimiento y victoria, a pesar de las luchas que pueden conllevar.

Al observar la vida de José vemos que él vivió estaciones. En la primera fue un muchacho soñador en la casa de su padre. Ahí fue criticado y odiado y, a causa de los celos de sus hermanos, vendido y llevado a Egipto. Luego llegó la etapa de la de la casa de Potifar, donde sufrió acoso y calumnia; y la de la cárcel, en la que mostró sus talentos pero fue olvidado. La siguiente estación corresponde al palacio. Reivindicado, sirvió como el segundo en rango en todo el mundo conocido. Al final recibió a sus hermanos, los perdonó y fue reconciliado con su familia.

José dijo: “Ahora pues, no os entristezcáis ni os pese el haberme vendido aquí; pues para preservar vidas me envió Dios delante de vosotros.” Había madurado. Las estaciones que había pasado le habían moldeado hasta ser un hombre entendido en los tiempos de Dios. Al mirar la vida de José, uno ve tanto dolor. La mayor parte de las estaciones que vivió no fueron fáciles; sin embargo, cada una cumplió una función en su corazón. Fue moldeado y transformado por Dios a través de lo que vivió. Si no había pasado por esas estaciones ¿habría estado preparado para gobernar a Egipto?

Dios no desea cosas pequeñas para Sus hijos. Él es extraordinario y todo lo que hace también lo es. ¿Por qué no ves que eso te incluye a ti? Él es ilimitado y siempre da más de lo que le pedimos. Quien pone límites a lo que hace somos tú y yo. Jeremías 29:11 aclara que el Señor nos dará el fin que esperamos. ¿Qué estas esperando? Espera cosas grandes y prepárate porque Él te dará aún más. Sin embargo, entienda también que las estaciones son como escalones. Nos ayudan a subir a nuevos niveles si pasamos la prueba que traen. Existe un costo a pagar, lo cual nunca será fácil. Aún así, valdrá la pena.

El pasado tiene una función: la de ser tu trampolín. Has sido creado para grandes cosas. No permitas que lo que te haya sucedido te mantenga donde estas hoy. Perdone, suelte y sea libre. Mira al pasado en los ojos, dale gracias por lo que te enseñó y despídete. Es tiempo de avanzar. 

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