domingo, 8 de noviembre de 2015

DE CONVERSIÓN A COMPROMISO

El primer encuentro entre Jesús y Pedro, es equivalente a su conversión. Es el encuentro con el Salvador. Jesús es el único camino a la salvación. Cuando tú o yo nos encontramos con Él, confesamos nuestros pecados y le pedimos que habite en nosotros, suceden cosas muy importantes. Somos libres del pasado y del pecado; y tenemos una nueva identidad. Cristo le reconoce a Pedro en dos maneras en ese primer encuentro: cómo Simón, hijo de Jonás (su identidad terrenal, conocida por todos); y como quién será (Pedro, la roca sobre la cual Él edificaría la iglesia). En este momento, muchas cosas Pedro no está entendiendo. Así es cuando venimos a Cristo. Muchas cosas no entendemos – sin embargo Él ya nos ve, no como quién hemos sido ni como somos en ese momento, sino como quién seremos en Él. Él sabe que hay un proceso por lo cual pasaremos; que seremos probados, enseñados y levantados por Su poder; y Él ya ve el final. Qué importante es que aprendamos a vernos a nosotros mismos como Él lo hace.

En este encuentro Jesús le ve a Pedro. Más adelante este realmente verá a Jesús. En este tiempo Pedro, Andrés y todos los otros discípulos quienes siguieron a Jesús (en un principio fueron muchos más que doce) interpretan el título de “Mesías” de una sola forma: Libertador en contra de los romanos. Están esperando; ansían que las profecías se cumplan en la persona de un defensor de su nación. Sus ojos están fijos en lo natural y es por eso que Pedro no ve a Jesús en lo espiritual. Aunque su visión está muy limitada, la de Jesús nunca lo es. Él ve en Pedro el campeón que sabe que es.

Después de este encuentro, Pedro sigue pescando, quizás menos que antes porque ahora pasa también tiempo con el Mesías. Había recibido el llamado: “Venid en pos de mí y yo os haré pescadores de hombres.” Esto fue dicho a muchas personas. En ese momento muchos son llamados y Jesús tiene muchos discípulos. Todavía no ha escogido a los doce. Puedo imaginar su intriga al preguntarse cuándo iba a tomar los primeros pasos en contra de los romanos, y su asombro al ver el poder de Cristo manifiesto en sanidad y liberación. Se habrá emocionado más de una vez al ver los milagros y prodigios de Jesús, pensando que esto era prueba de que los invasores no iban a poder en contra de Él.


Pero Dios tenía un plan. Él siempre tiene uno. No podemos decir por qué Jesús escogió específicamente a Pedro para ser la persona más cercana a Él mientras caminó en la tierra, pero basándome en 1 Samuel 16, me atrevo a decir que Él basó esa elección en lo que vio en su corazón. Esto me alienta muchísimo. Tanto me identifico con este hombre impulsivo, de carácter firme quien no una o dos veces, sino muchísimas veces metió la pata. Él no pensaba sino después de haber actuado, a menudo respondía preguntas sin saber la respuesta y estaba dispuesto a lanzarse por fe a cualquier lugar. Dios no necesita la perfección. Espera la disposición. No hay atributo que Él no pueda cambiar. Nada de lo que hay en ti podrá evitar que Él te use, a no ser tu decisión de no hacerlo.

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