jueves, 19 de noviembre de 2015

BRECHA DE CONFIANZA


La Biblia dice que es maldito el hombre quien confiara en el hombre. ¡Cuántas veces he escuchado a personas citar ese texto cuando alguien la haya fallado! Como si fuera que se hacen recordar que lo que les ha pasado es consecuencia de un “pecado” suyo – el de haber confiado en alguien.

Debemos tener mucho cuidado de entender fuera de contexto la Palabra de Dios al considerar solo parte de la misma. Mire lo que dice el versículo completo: Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. (RV1960) la NTV es aún más clara: Esto dice el Señor: "Malditos son los que ponen  su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor." 

Dios no quiere que Sus hijos seamos personas desconfiadas. Nunca fue su intención enseñarnos que si confiamos en alguien le hemos fallado a Él. Somos sus hijos. En otras palabras ¡somos familia! En una familia debe existir la confianza.

Lo que el Señor aclara es que nos maldice el poner nuestra confianza más en los hombres que en Él. Cuando dejamos que las relaciones o negocios con personas reemplacen la relación y trato con Él, nosotros mismos nos hemos sentenciados. En un sentido práctico ¿qué significa esto?

Buscar consuelo en los brazos de alguien antes de llevar nuestras penas a Cristo; confiar en los consejos de personas sin haber hablado con Dios; necesitar hablar con el novio o el esposo cuando a Dios le dejamos con las ganas de escuchar lo que hay en nuestro corazón; y así. Son ejemplos que ilustran que no es malo relacionarnos, recibir consejos y disfrutar del apoyo de quienes nos rodean, pero jamás podrá reemplazar una relación profunda con el Señor.

La vida está minada de experiencias diversas y no todas son buenas. A veces la gente nos lastima y nos engaña. Entonces ¿qué hacemos cuando nos fallan? Es sencillo. Busca a Dios. No corras a otras personas a contarles qué pasó. No hables mal de nadie ni te hundas en el auto lastima. Simplemente ve a Dios, cuéntale de corazón lo que ha pasado y cómo te sientes, perdona y suéltalo. Luego siga adelante. No hace falta que te auto flageles por el error de haber confiado en alguien. Sencillamente, no fue un error. Todo obra para el bien de los que aman al Señor, hasta lo más difícil.


Levanta tu cabeza y da gracias a Dios por todo lo que has vivido y por cada persona quien ha entrado a tu vida. Y confía.

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