Tu
pasado no define hasta dónde llegarás. Tantas mujeres sienten que están
condenadas a cierto tipo de vida por sus faltas porque se sienten culpables,
como si fuera que sus hechos han firmado una condena de la cual no puede
escapar. Lo he visto vez tras vez en chicas quienes se han resignado a un
existir triste por falta de recursos o a una relación abusiva porque cree que
no hay salida. Si eso fuera verdad ¡quién sabe dónde estaría yo hoy! Ya no soy
la que antes era porque hay Quien salva y rescata, y Su nombre es Cristo.
Una
mujer quien también fue rescatada y transformada por Dios vivió en una ciudad
fortificada llamada Jericó. Su nombre fue Rahab,
que significa “feroz y osada como una tormenta”. Ella vivía en las zonas marginales de una ciudad
grande y pagana; y se dedicaba a vender su cuerpo a hombres. Nos cuenta la
Biblia de la existencia de su padre y de su madre, de hermanos y hermanas, pero
no menciona un hombre – esposo, comprometido – entonces vemos que esta chica no
tiene quién la defienda. No comparte su vida con un amor. Sin embargo, comparte
su cuerpo con los que no la aman.
Las
mujeres en aquel tiempo tenían muy poco valor para los hombres. Ella como
prostituta habrá vivido aún más el rechazo y el juicio de la sociedad. Los
hombres estaban para usarla pero no para cuidarla; y las mujeres la habrán
rechazado abiertamente. En la sociedad antigua, las mujeres de vida fácil eran
consideradas basura. Por lo tanto, difícilmente habrá podido tener amigas.
Ella
vivió dentro del muro gigante de Jericó. Era la zona marginal – la parte que en
caso de ataque recibiría la peor parte. Al final, esto fue un factor
determinante para su participación en lo que cambiaría su vida por siempre. A
veces las cosas más difíciles de nuestra vida son justamente lo que nos pone en
lugar exacto en el tiempo perfecto.
Ella no conocía la ley y tampoco era parte del pueblo
de Dios. ¡Ella era ciudadana del pueblo que iba a ser destruido! Sin embargo,
entra a la promesa. Cuando escuchó buenas nuevas de lejanas tierras, las creyó
y, por fe, ella y su casa fueron salvos. Entraron en unión eterna con el Dios
de Israel y su pueblo escogido.
Muchas personas dicen
tener fe en Cristo Jesús. El pueblo de Jericó tuvo fe en el Dios de Israel. Rahab
comprobó esto al contar a los espías que los corazones de todos desmayaron y
que el ánimo estaba decaído en todos. Ella manifestó que Jehová es Dios arriba
en el cielo y abajo en la tierra. La diferencia de la fe de Rahab a la fe del
resto de las personas es que ella la puso en acción(Josué 2:1-7). La fe es probada para ser aprobada– y solo es
comprobada cuando es puesta en acción.
Rahab ató
ese cordel rojo a su ventana. Fue un grito de socorro y fe. Ella ya no quería seguir viviendo como lo
hacía. Había creído en el Único Dios Verdadero y ya no estaba dispuesta a
seguir viviendo sin Él. Rahab recibió
misericordia por su fe genuina (Josué 6:21-25). Ella y su casa fueron salvos.
Como si fuera poco, se integraron al pueblo de Israel y ella se casó para luego
formar parte de la genealogía de Jesús. Cuando tomamos una decisión por Dios,
esto nos impulsa a actuar con fe; y esto crea un impacto en nosotras mismas, en
nuestro hogar y en las generaciones. ¡Ten fe! No te fijes en lo que ha pasado,
sino mira al Señor y cree.
Gracias mi Señor Amado por tu inmensa
misericordia. Gracias por amarme como lo haces. Yo sé que eres capaz de cambiar
cualquier situación en victoria. No me fijo en las circunstancias y no me
limita mi pasado – voy de Tu mano con firmeza, y abrazo todo lo que tienes
preparado para mí. Aumenta mi fe y dame sabiduría para poder discernir Tu
voluntad y hacerlo siempre.
Amén
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