José
pasó por muchas circunstancias difíciles. Fue probado hasta llegar a donde Dios
había dicho que llegaría. Cuando él era jovencito había tenido sueños en los
que sus hermanos se postraron delante de él. Cuando les contó esto, ellos le maltrataron
tirándole a un pozo y luego le vendieron a madianitas mercaderes quienes lo
llevaron a Egipto. ¡Esto iba directamente en contra de lo que él había soñado!
Me
pongo en los zapatos de José. Por cierto, él tenía una actitud algo orgullosa y
esto no le hacía fácil de querer, pero sospecho que él amaba a sus hermanos y
deseaba su aceptación. ¡Cómo duele cuando las personas a quienes más amamos son
las que más nos lastiman! Imagino que cuando a José le sacaron de ese pozo para
venderlo él habrá estado muy mal. Fuera de los golpes físicos, los golpes al
corazón lastiman mucho más fuerte. Le veo a él parado ahí, ya sin la túnica que
le dio su padre, sucio, con más de un moretón y con el corazón roto.
La
vida puede ser tan dura. En una oportunidad yo le había preguntado al Señor
cuántas veces un corazón puede ser roto. Con el tiempo Él me mostró que no
importa cuántas veces nuestro corazón se rompe, Él toma los pedazos y los une
de vuelta – y lo hace quedar mejor que antes.
José
va a Egipto y sucede todas las cosas que leemos en Génesis 39 al 41. Fue un
trayecto largo y muchas pruebas pasó. Sin embargo, Dios fue formando a José y
preparándole para lo que tenía planeado. Llegó al palacio; fue nombrado
gobernador por el mismo faraón; y administró a Egipto de manera sobresaliente
durante los años buenos y luego durante los malos. Es en ese contexto que llega
a suceder algo.
¿Recuerdas
los sueños que él había tenido? Quizás durante años el mismo José los había
olvidado. Génesis 42:9 dice así: “Entonces se acordó José de los sueños que
había tenido de ellos…”. Está parado ahí, ya no con una túnica de colores dado
por Jacob, sino con vestimenta real dada por el rey de Egipto; ya no sucio y
golpeado, sino impecable y perfumado; ya no con el corazón roto sino con la
firmeza de corazón dado por un caminar con el Señor. Dios había probado y
aprobado el carácter de José (Salmos 105:19); y había llegado el momento del
cumplimiento del sueño. El propósito de Dios en la vida de José no fue
enaltecerle ante sus hermanos. En Génesis 45:5 José revela cuál ha sido ese
propósito: “para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.” Dios
tiene un propósito para tu vida. Es categórico - ¡lo tienes que creer! Lee
Jeremías 29:11 si tienes alguna duda acerca de esto.
Raras
veces el Señor hace cumplir Su propósito de la noche a la mañana. Hay un
proceso, un caminar que hay que pasar con Él, para ser probada, aprobada y
promocionada. Tu carácter será puesto a prueba pero tienes que saber que
llegará el momento en que se va a ver el cumplimiento de lo que Él te ha
prometido. Lo más probable es que, al igual que José, las circunstancias
parecieran ir en contra del sueño. Quizás hasta hayas olvidad del sueño porque
tanto tiempo ha pasado. Él no. Lo que Dios ha dicho, se hará. No pierdas la fe,
no vuelvas para atrás. ¡Él está obrando!
Señor
Creo en Tu Palabra. Creo que lo que me has prometido, se cumplirá cuando sea el tiempo marcado. Ayúdame a no olvidar Tus promesas y a caminar con firmeza hacia la meta. !Te amo y sé que me amas! Gracias por amarme, por guiarme y por sostenerme cada día.
Amén
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