La oración,
como todo lo que tiene que ver con el Señor, no tiene una fórmula infalible.
Dios es creativo y libre, y quiere que nosotros también lo seamos. Quiere que
le busquemos y quiere sorprendernos. Si nos imponemos demasiadas reglas lo más
probable es que perdamos lo mejor del tiempo de intimidad con Dios.
Sin embargo,
hay elementos de la oración que son significativos siempre. Cómo lleves a cabo
estos elementos depende de ti.
La primera
es la alabanza y la adoración. Abren
los cielos y rompe las tinieblas. No es coincidencia que cuando Jesús enseñó a
orar, lo primero que dijo fue, “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre…”. No intentes
usar “frases celebres” mientras alabas y adoras al Padre. Simplemente expresa
cuán maravilloso es con tus propias palabras. El Salmo 150 nos exhorta a alabarle
con todo tipo de instrumento, haciendo ruido de celebración a nuestro Padre.
La segunda
parte de la oración que menciono es la
acción de gracias. Las Escrituras nos enseñan a dar gracias en todo. A Dios
le agrada que seamos personas agradecidas. Quien agradece no se queja. El
agradecimiento y la queja son dos actitudes opuestas y no pueden cohabitar. La
queja estanca, el corazón agradecido avanza. Siempre tendrás por qué estar agradecido.
Recordarte nada más de lo que hizo por ti en la cruz y serás inundado de
agradecimiento. “Entrad
por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza;
Alabadle, bendecid su nombre.” Dice Salmo 100:4
Mañana veremos
la última entrega acerca de la oración. Confío que esto te ayude y te anime a
pasar más tiempo en la presencia de Dios. Podemos poner cualquier otra
actividad de lado, sabiendo que la mejor inversión de todas es el tiempo que
pasamos de rodillas.
Te invito a
que hoy pongas en práctica estos dos pasos. Alaba a tu Señor, y dale gracias de corazón.
Te alabo, Señor. Exalto Tu nombre. Me humillo
ante Ti, reconociendo Tu grandeza y poder. Seas enaltecido aquí en la tierra –
en mi vida, en mi casa y en mi nación. Agradezco Tu misericordia y Tu bondad. Gracias
por haberme perdonado y por aceptarme siempre con los brazos abiertos.
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.