Abimelec fue hijo de Gedeón con una mujer fuera
del matrimonio; y fue un hombre malvado. Si bien Gedeón no recibió juicio
inmediato por su pecado, las consecuencias de su error fueron terribles para su
descendencia. Abimelec asesinó a sus setenta medio hermanos y causó el caos en
Israel mientras estuvo en el trono. (Jueces 9)
Sabemos que la maldad no podrá vencer al bien.
Conocemos la verdad de que Satanás ya está vencido y condenado. Aún así, cuando
nos enfrenta el mal, temblamos de temor. David dice en el Salmo 23:4, “Aunque
ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno”. La razón por qué él
no tenía temor lo expone a continuación: “Porque Tu estarás conmigo.” ¡Cuán
simple es la Verdad al final!
Abimelec, como muchas personas a través de la
historia y en la actualidad, causó mucho daño a su generación. El pueblo le
temía. Era cruel y sanguinario. Sin embargo, su mal tenía fecha de vencimiento.
En un ataque al pueblo de Tebes, Abimelec se acercó a la torre del pueblo con
el fin de prenderle fuego. Ahí recibió el golpe de un pedazo de rueda de molino
que le rompió el cráneo.
Este líder destructivo no fue muerto en batalla
ni por la espada de un soldado traidor. Fue dado muerte por una mujer de quien
siquiera sabemos el nombre; quien usó un elemento que no es destinado a la
guerra para terminar la amenaza contra su familia y su pueblo. Ella fue
valiente y estaba lista. Su acción rápida cambió el curso de su nación. Usó lo
que tenía a mano para hacer lo que era necesario. No se dejó llevar por
costumbres o estructuras. Podría haber dicho que la cima de la torre era para
los militantes quienes iban a defender al pueblo, pero no. Ella se comprometió
de manera personal con el futuro de su hogar y no le importó inminente peligro
alguno. Simplemente, vio la oportunidad de hacer lo correcto y lo hizo.
A menudo nos encontramos frente a situaciones
que fácilmente podríamos ignorar. Podrías alegar que “esto no es para una dama”
o que es demasiado esfuerzo para una sola; pero esa no es la manera de cambiar
la historia. Habrá decisiones que te enfrentarán con la maldad de
los tiempos en que vivimos. Aunque sea difícil, escoge el bien.
Esa piedra era grande. No es natural o común que
una mujer alzara algo tan pesado. Sin embargo, esta mujer lo hizo. Con mucho
esfuerzo lo levantó y con una precisión sorprendente, destruyó al enemigo. Ella
vio la oportunidad perfecta y no la dejó pasar de largo.
¿Estás lista? ¿Estás dispuesta? ¿Estarás en el
lugar exacto a la hora adecuada? Si confías en Dios, Él guiará tus pasos y tu
tiempo. Cuando te encuentras en ese instante, sé valiente y abraza el momento. Tu
determinación afectará a generaciones.
Señor Amado, dame valentía. Ayúdame a estar dispuesta a acudir al llamado, sin importar las circunstancias. Tendré la fortaleza suficiente para hacer lo que se necesita y así usarás mi vida para impactar a esta generación y a las que vienen. Gracias por siempre desafiarme a más, y gracias porque contigo a mi lado ¿quién contra mi? Eres mi torre y mi refugio, y por Tu poder el enemigo está vencido. Todo la gloria y el honor es Tuyo.
Amén.
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