Hay
cosas que existen ahora que hace pocos años ni imaginábamos podrían ser
realidad. Por ejemplo, hoy día muchos toman en cuenta los seguidores. En las
redes sociales impresiona ver que personas a uno le siguen; y seguimos a otros
por diferentes motivos.
Seguir significa ir o estar después
o detrás de una persona o cosa. Quiero hacerte una pregunta: ¿Dios te llamó a
ser seguidora de alguien? La respuesta es negativa. Él te ha diseñado, formado
y llamado a ser alguien y a hacer algo
que nadie más puede hacer. Sí, leíste bien. El propósito de Dios para tu vida es
único. Quiere que lo abraces y que avances.
Esto no significa, por supuesto, que no es necesario tener líderes ni que debemos estar bajo autoridad. Por supuesto que sí. Lo que no debemos hacer es seguir los pasos de alguien, creyendo que esa persona puede darnos la Verdad. No por tener muchos seguidores levantamos
una generación, logramos hacer un impacto positivo ni tenemos descendencia. Jesús
nos encomendó la tarea de hacer discípulos, y no seguidores.
La gente que sigue a otros va a ir por
el mismo camino que esa persona siguió – lo cual implica que cometerá los
mismos errores y tendrá las mismas falencias; pero el discípulo es orientado
según la Palabra para descubrir todo lo que Dios tiene para él o ella y lo que
hará a través de ella. El discipulador es instrumento en las manos de Dios para
la formación del discípulo.
En el tiempo de Jesús, muchas personas
le siguieron a Él. Hoy día tú y yo tenemos un privilegio aún mayor: el de ser
templo del Espíritu Santo. Él habita en nosotros. Somos uno con Él, y Él nos
orienta y nos guía.
Señor
Gracias te doy por ser el ejemplo perfecto. Gracias por los líderes que has puesto sobre mi. Los honro y los bendigo. Ayúdame a entender Tu voluntad para mi vida; y dame todo lo que necesite con tu orden de hacer discípulos.
Amén
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