viernes, 13 de junio de 2014

HASTA REBOSAR

Todo estaba puesto en su lugar. El sol resplandeciente reflejaba sobre las aguas cristalinas. Aves remontaban sobre los vientos mientras cada animal creado existía en su esplendor original. En medio de este paraíso el primer hombre se paseaba. Disfrutaba de la belleza de su hogar y la perfección de su Padre. Sin embargo, algo le faltaba. Tenía todo lo que precisaba, o así parecía ser. En un momento cayó en un sueño profundo inducido con un propósito. Ahí tendido, en medio de la suave respiración del sosiego no sintió cuando su Creador tomó un hueso suyo, de justo bajo el brazo. Al rato se estiró y se incorporó. Lo que distinguió delante de él era lo más hermoso que haya visto en todo su tiempo en el jardín. Y entonces supo qué es amar.

La mujer fue creada para ser amada. En más de una ocasión Dios da una instrucción clara a los hombres: AMEN  a sus esposas. A nosotras nos dice que debemos RESPETAR a nuestro esposo.  Nada de lo que el Señor haga o diga es al azar. Por lo tanto me puse a reflexionar sobre estas enseñanzas. Dios nos ofrece sabiduría para relacionarnos mejor; y a la vez, nos ayuda a entendernos mejor a nosotras mismas.

Dios instruye al hombre y a la mujer qué más precisa el otro. En Efesios 5: 25 Dios dice “Ustedes, los maridos, amen a sus esposas, como Cristo amó a la Iglesia. Por ella entregó su vida”. No está diciendo que la mujer no necesita ser respetada, ni que el hombre no requiere ser amado. Él nos muestra que el hombre necesita saber que es respetado y que la mujer precisa del amor para que cada uno pueda tomar el rol que le corresponde. El respeto le facilita al hombre ser el líder que debe ser. Claro que es importante que la mujer sea respetada pero si ella no es amada, no llegará a ocupar enteramente el rol dado a ella por Dios.

He conocido a tantas mujeres quienes han sufrido terriblemente por la carencia de amor, y durante muchos años fui una de ellas. chicas, urge entender nuestra necesidad de amor desde la perspectiva de Dios.

Un hombre quien ama a una mujer como Dios quiere que lo haga está dispuesto a sacrificar todo por ella, pone como prioridad su bienestar y cuidarla a ella como si fuera su propio cuerpo. Lo que Cristo hizo por la iglesia fue dar Su vida; y lo que hace hoy por ella es estirarla hacia Él para luego levantarla y edificarla. Su amor hace fuerte a la iglesia. Esto es el tipo de amor que el Señor quiere que recibamos.

El hombre debe amar a la mujer. Ella necesita amor. Aquí comienzan los problemas. Una mujer con carencia de amor es una mujer en peligro. Ella es vulnerable y susceptible a las palabras dulces que le susurre el primer hombre que encuentre. Él dice, “Es que ella se dio todito.” Ella dice, “Me siento usada.” Es que las palabras y las atenciones las interpretamos como amor cuando no lo es. Recién después del error nos percatamos de cuáles eran sus verdaderas intenciones y el vacío se hace aún más grande. Hay mujeres en el mundo que han pasado toda la vida de esa manera. Se dejan llevar, pensando, “Sí, este es el hombre a quien he estado esperando. ¡Por fin!” y de nuevo comienza el ciclo.

Amiga, ningún hombre llenará tu corazón. Si bien Dios nos hizo con la necesidad de ser amada e instruye al hombre amarnos, ese amor terrenal es solo un reflejo del Verdadero Amor, el único que nos puede llenar y satisfacer. Si crees que un hombre te puede hacer feliz, estas muy equivocada y le estas imponiendo una responsabilidad con la cual no podrá cumplir. El amor de Dios te llena, te abraza, te satisface como nada más puede.
Descubrirás que a medida que Su amor te llena, muchas cosas cambian en tu vida. Ya no te sentirás desesperada por la atención ni necesitarás la aprobación de otros porque en Él estarás plena. A medida que le vas descubriendo al Señor en tiempos preciosos de intimidad, te descubrirás a ti misma y tu identidad será restaurada. Luego comprenderás tu valor. Verás que Él dio todo por ti, y ya no aceptarás a cualquier hombre. Tus estándares subirán hasta establecer un nuevo paradigma – al final, solo alguien muy, muy especial puede estar con una princesa heredera, hija del Rey Supremo.


El amor del Padre nos protege, nos completa y nos levanta. Es en Su amor que encontramos restauración y restitución. Si aún no te has acercado a Él te insto a que lo hagas ahora. No dejes pasar ni un instante más sin ser llena de Su amor. Deja a quien te ama, y siempre te ha amado, llenar el vacío hasta rebosar.

Señor, te traigo mi necesidad de amor. Sé que me llenarás hasta rebosar y esto significa que no solo seré llena de amor, sino que también tendré amor para dar a los demás. Gracias por Tu plan de salvarme y restaurarme. Te amo.
Amén.

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