Después
el ángel del Señor vino y se sentó debajo del gran
árbol de Ofra que pertenecía a Joás, del clan de Abiezer. Gedeón, hijo de Joás,
estaba trillando trigo en el fondo de un lagar para esconder el grano de los
madianitas. Entonces
el ángel del Señor se le apareció y le dijo: —¡Guerrero
valiente, el Señor está contigo!
—Señor
—respondió Gedeón—, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos
sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros
antepasados? ¿Acaso no dijeron: “El Señor nos sacó de Egipto”? Pero ahora el Señor nos ha abandonado y nos entregó en
manos de los madianitas.
Entonces el Señor lo miró y le dijo: —Ve tú con
la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te
envía!
—Pero, Señor —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo
rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo
soy el de menor importancia en mi familia!
El Señor le dijo:
—Yo
estaré contigo, y destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando
contra un solo hombre.
Jueces
6: 11 al 16
Cuando leo este
pasaje por poco no veo mi nombre en lugar del de Gedeón. ¿Será que tú también te
identificas con su personaje? Los tiempos eran difíciles y constantemente
sufría ataques del enemigo. Cuando el ángel de Dios le habla, está trabajando a
escondidos del enemigo. ¡Y el ángel le saluda diciendo “Guerrero valiente”! Luego
él le responde resaltando la situación real de su nación y sus propias
limitaciones. Al final, es de un clan débil, del cual él es el menor.
Todo lo que
Gedeón dijo era cierto desde un punto de vista natural. Dios no ve así. Muchas veces
nosotras nos fijamos solamente en nuestras propias limitaciones e incapacidades,
cuando el Señor nos mira y dice “Guerrera valiente”. Es tan tentador decir “No
puedo. No soy nadie. No tengo nada.” Las excusas abundan pero hay una realidad en
la cual debemos fijarnos siempre: No se trata de quienes somos. Nada tiene que
ver con nuestra propia capacidad. Todo depende
de cuánto confiamos en Él. No obedece a cómo vemos al ver en el espejo sino es cuestión de
cómo nos ve el Señor cuando depositamos nuestra fe en Él.
Tres
cosas suceden cuando no confiamos en el
Señor:
(1)
Sentimos que tenemos que tener el control de todo, y cuando se nos escapa nos
desesperamos;
(2)
Sentimos temor;
(3)
Nos sentimos lejos y desconectadas de Dios.
Al depositar nuestra confianza en Dios:
(1)Tenemos
paz a pesar de las dificultades;
(2)Miramos
sin temor a la vida porque a nuestro lado está el Vencedor;
(3)Vivimos
cerca de Él cada día.
Confiar es tener fe, y nuestra fe agrada a Dios. No
tenemos que tener todas las respuestas. ¡A menudo no estamos siquiera seguras
de cuál era la pregunta! No necesitamos cambiar al mundo en nuestras fuerzas.
Salmo 119:105 nos aclara: “Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino.” El Señor guiará cada paso y
lucharás, y ganarás, en Su nombre.
Confía en Él.
Señor Fiel
Deposito en Ti mi confianza. Gracias por estar a
mi lado y por luchar a mi favor. Ayúdame a no mirar las circunstancias sino a
mirarte a Ti siempre. Guía mis pasos y que esté siempre cerca de Ti. ¡Te amo!
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.