martes, 10 de junio de 2014

HOY


Moisés contestó:
     Muy bien, Su Majestad. Ahora dígame cuándo quiere que le pida a Dios por usted, por sus servidores y por su pueblo. Así las ranas se irán de su palacio y se quedarán sólo en el río.
     ¡Que se vayan mañana mismo! —contestó el rey.
Éxodo 8:9, 10

            Un sapo en el camino es aterrador, pero ¿puedes imaginar tener ranas, y muchas, en tu casa, en tu dormitorio, en tu cama, tu horno y hasta en tu baño? ¡No puede ser divertido! Eso sucedió en Egipto. Estaban en todas partes. ¡Qué asco! Todo eso sucedió a consecuencia de la terquedad del faraón, quien se oponía a dejar a Israel libre. Lo que más sorprende, sin embargo, es que cuando Moisés le pregunta al rey cuándo quiere que desaparezcan las ranas, este le responde “Mañana.” ¿Por qué querrá alguien pasar una noche más con las ranas?

            Muchas personas responden lo mismo cuando enfrentado con las ranas de su vida: “Mañana.” El problema es que, cuando llegas a mañana, es hoy. Mañana nunca llega. Y sigues con las ranas. “Mañana voy a pedir perdón”, “Mañana voy a perdonar”, “Mañana voy a dejar de hacer esto”. El pasado puede ser una rana muy pesada. Los fracasos, el dolor, el pecado son cargas que no tenemos por qué llevar.      
            Sola no podrás con todo. Las mujeres tenemos tantos roles y responsabilidades que siempre será una tentación para nosotras el encontrar una excusa para dejar ciertas cosas para mañana. Actitudes o formas de pensar, bajo autoestima, rencor, falta de perdón, costumbres dañinas, etc, etc.  Si no las confrontamos, no podremos avanzar hacia el mañana. La única manera de ser verdaderamente libre del pasado es entregando todo al Señor HOY.


            Jesús vino para librarnos de todo tipo de rana. “Les digo que éste es el momento propicio de Dios; ¡hoy es el día de salvación!” (2 Corintios 6:2) No esperes hasta mañana para dejar a Dios hacer lo que HOY quiere lograr. Esta noche, podrás dormir tranquilo, sin ni una rana cerca.


Señor, te agradezco de corazón porque Tu voluntad siempre ha sido que yo sea libre. Gracias por haber llevado sobre Tu espalda toda carga y condenación que pesaba sobre mí. Ya no acepto las ranas en mi vida. Te las entrego y decido avanzar, agarrada de Tu mano y cubierta por tu gracia.

Amén.

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