Vivir
feliz es una decisión personal que se toma cada día. Esa decisión es
completamente divorciada de las circunstancias reales. “Más fácil dicho que
hecho,” puedo oír a unos cuántos decir.
Es cierto que no es algo que sucede fácilmente pero es una actitud que
uno adquiere con la práctica.
Les
cuento cómo se logra: fijando la vista bien alta. Cuando miramos hacia abajo,
vemos problemas, luchas, dificultades. Cuando alzamos los ojos para fijarlos en
Cristo las circunstancias, por más que no cambien, pierden importancia.
Dr.
Joseph Stowell, Presidente del Instituto Bíblico Moody, cuenta lo que sucedió
cuando estaba de visita a u hogar para niños con retraso mental. Mientras
caminaba por los pasillos notó que las grandes ventanales estaban llenas de huellas
de pequeñas manos. Preguntó al director de instituto el por qué de esto. Él
respondió: “Los niños conocen a Jesús y
le aman tanto que ansían verlo. Se recuestan por las ventanas para mirar al
cielo. Le están esperando.”
La
fe de un niño agrada a Dios. Debemos estar llenos de gozo y optimismo. A la luz
de Jesús, los problemas pierden fuerza. ¡Nuestro Rey es victorioso y vuelve
pronto! Anímense unos a otros con esta
verdad, y alégrense siempre.
Cómo dice un coro antiguo:
Fija
tus ojos en Cristo
Tan
lleno de Gracia y Amor
Y
lo terrenal sin valor será
A
la luz del Glorioso Señor
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