lunes, 18 de agosto de 2014

UN ROMANCE CON LA COMIDA


No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2


Tengo el tema. Dios fue claro hoy que es tiempo de escribir esto. Sin embargo, ahora que estoy sentada frente a la computadora, no sé por dónde comenzar. Siento la urgencia de hacerlo. Tantas mujeres luchan con este problema, y siento que ha llegado el tiempo de contar lo que viví porque a otras les puede ayudar a vencer.  

Felizmente deportista cuando jovencita, muchas cosas cambiaron después de casarme. Siempre he sido una mujer alta y fuerte.  Toda mi familia es así. No somos gordos, pero muchos de los miembros de mi familia se han convertido en personas con sobrepeso por el descuido. Yo fui uno de ellos. Muchos factores ayudaron a ello – cuatro embarazos en ocho años, la falta de actividad física y situaciones difíciles que viví.

La primera pregunta que tengo que hacer es si el sobrepeso es un problema. ¿Nos hace menos hermosas? ¿Nos resta valor como personas? ¿Una mujer quien no es esbelta, puede ser atractiva? Quiero que estas preguntas las respondas tú. La razón por qué quiero que pienses en ello es porque, sin darnos cuenta, absorbemos lo que nos venden los medios y los damos libertades que no los corresponden. No, las revistas y la televisión no tienen la última palabra acerca de la belleza de la mujer. La tiene Dios.

El verdadero problema surge cuando usamos una medida que no sea la de Dios. Así llegamos a creer que lo que somos y cómo somos no alcanza. ¿Sabes quién demuestra la perfección de la creación de Dios? Tú. Y esto es verdad sea que tengas sobrepeso o no. Mírate al espejo y declara tu belleza. Si no lo puedes hacer quizás tengas que pasar por un proceso, al igual que yo tuve que hacer.

Hubo un tiempo en mi vida durante el cual casi desaparecí. Me refiero a mi auto concepto. Me convertí en una sombra y no soportaba mirar en el espejo. Es que la que yo veía ahí no era la mujer que yo quería ser. No reflejaba lo que yo soñaba sino en qué me había convertido. Fueron tiempos difíciles. Mi corazón se estremece por las que están en ese lugar hoy. Las circunstancias de la vida pueden ser muy duras y las consecuencias en nuestro corazón pueden ser terribles. Pero hay esperanza. Dios no me dejó ahí, y a ti tampoco te abandona.

A través de un proceso largo el Señor, con impresionante ternura, ha ido trabajando en mi corazón. Con pinzas ha tratado conmigo. Quiero aclarar algo muy importante. El proceso de restauración fue primero y durante mucho tiempo dentro de mi corazón. Dios tomó tiempo para sanarme y mostrarme como Él me ve. De a poco cambió mi concepto de mí misma por Su concepto y visión de mi persona. Pude comenzar a mirarme con optimismo; entendí que yo no tenía la culpa por muchas cosas que me habían dicho y hecho; y comencé a alzar vuelo.

A medida que mi Papá iba tratando conmigo, sucedió algo sorprendente. Comencé a brillar. Yo sabía que no era nada que yo haya hecho. Era Él y solo Él. Había rodeado mi corazón y renovado mi mente. Y entonces llegó el desafío.

No sufría de ningún desorden alimenticio. Lo que yo hacía fue buscar consuelo en la comida. Después de un día difícil, una rica comida era el desahogo. Después de una victoria, celebraba comiendo. Cuando triste comía para consolarme. Nunca dejé de confiar en el Señor, pero no dependía de Él por completo. Había cosas que solo Él podía forjar en mí, pero no le permitía hacerlo. Sencillamente estaba teniendo un romance con la comida.    

No sé cómo trata Dios con tu corazón, pero yo doy testimonio de Su delicadeza. Nunca me avasalló ni me ordenó. Siempre me abrazó y allí, entre Sus brazos, me habló al corazón. Esa vez me dijo básicamente esto: “Quiero cumplir en ti todo lo que he prometido, quiero hacer realidad esos sueños que puse en ti, pero te necesito fuerte. Quiero traer equilibrio a tu vida.” Ante semejante amor, solo se puede responder con amor.

Comenzó otro proceso en mi vida, y no ha terminado todavía. Sigue tratando conmigo. Aprendí que Él quiere estar presente en cada área de mi vida. Desea estabilizarme hasta en el último detalle, sin hacer que yo deje de ser yo. Me ama y me quiere bendecir de maneras que ni había imaginado. Como buen amante, se interesa por mí. Y por ti.

El resultado de todo esto no es un cuerpo de top model ni una vida perfecta. Creo que lo más bello ha sido conocerle y conocerme, y poder aceptarme como Él lo hace. Me ha llevado a desahogarme en Su presencia, a celebrar Su poder y a recibir Su consuelo, en vez de buscar sustitutos. Esto me ha dado la confianza suficiente para ser yo misma y cuidarme para ser cada día más sana y fuerte.


¿Quién dijo que Dios no se interesa en los detalles de tu vida? Te animo hoy a rendirle todo – tus logros y tus fracasos, tu afán por controlar o tu incapacidad de hacerlo, tu carencia y tu abundancia, y todo lo demás. Lo que Él hará te sorprenderá. Tendrás un romance sin fin… ¡con Él!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.