Este
artículo surge a consecuencia de investigaciones mías, respecto a algo que a
las mujeres nos confunde: ¿Qué nos hace bellas? Los resultados que me dieron
diferentes hombres de diferentes edades y grupos sociales me llamaron la
atención. Saqué la siguiente conclusión: nosotras medimos mal nuestra belleza.
Los hombres y las mujeres somos diferentes.
Pensamos diferentes; actuamos diferentes; y nuestras prioridades son distintas.
Es por eso que un hombre y una mujer pueden complementarse. Piénsalo bien.
Nosotras tenemos las curvas, la suavidad y la gracia que atrae. Ellos tienen la
capacidad de ser atraídos por lo que ven. Dios no obra al azar. En el hombre
plasmó una necesidad, en nosotras forjó la respuesta.
En
las mujeres Dios ha plasmado características que los hombres no tienen, y una
de estas características es la belleza. Tenemos mayor sensibilidad hacia lo
bello y la capacidad de expresarnos con mayor facilidad. Desde la creación de
Eva ha existido una ecuación: mujer = belleza.
Entonces
¿por qué tantas mujeres no se consideran bellas? La mayoría de las damas
quisiéramos cambiar algo de nuestro cuerpo o estado físico. Si solo fuera esto sería
aceptable, pero la verdad es que muchas llevan esa idea a un extremo.
Demasiadas mujeres no se aceptan a sí misma y creen que otros tampoco lo hacen.
Viven comparándose con otras personas y ven a otras mujeres como más bellas,
más flacas, más admirables, etc.
¿Qué
ganamos con esto? Nada. Hemos sido el blanco principal de Satanás desde el
principio, en especial en aquello que nos hace ser mujer. Nuestra identidad es atacada
constantemente. Todo esto sucede en la mente. Conozco a tantas mujeres quienes
han luchado o luchan cada día con pensamientos de poco valor y de rechazo hacia
sí misma. Es que el diablo sabe que nuestra sensibilidad y capacidad espiritual
nos hace enemigos formidables. No quiere tener que lidiar con las mujeres
porque nuestra sensibilidad a las cosas espirituales obra directamente en
contra de las tinieblas.
¿Quiénes
somos nosotras para declararnos en falta, cuando Él plasmó en nosotras Su
belleza? ¿Qué ganamos al creer que debemos tener cierto tamaño, estilo o
tendencia para ser “verdaderamente” bellas? Quizás estés preguntándote cuál fue
el resultado de las investigaciones que realicé. Aunque te cueste creerlo ningún
hombre manifestó que cierto tamaño, estatura o color de cabello u ojos definía
la belleza. En resumen, dijeron algo sobre el cual todas debemos reflexionar: que no hay mujer más bella que aquella
quien tiene auto confianza y una sonrisa genuina pintada en los labios.
Mujer,
tu belleza nace dentro de ti. Es fomentada al comprender quién eres y por Quién
has sido formada. Es afirmada cuando comprendes que has sido creada a la imagen
del Dios Vivo, el más bello de todos. Y es aumentada al abrazar tu identidad real y el propósito
por el cual has sido creada. El fruto será confianza en tu persona y una
sonrisa imborrable pintada en tu rostro.
Porque tú formaste mis entrañas;
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
Tú me hiciste en el vientre de mi madre.
Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras;
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.
Estoy maravillado,
Y mi alma lo sabe muy bien.
No fue encubierto de ti mi cuerpo,
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
Bien que en oculto fui formado,
Y entretejido en lo más profundo de la tierra.
Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.
Salmo 139: 13 - 16
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