Existe un fenómeno llamado choque cultural. Sucede cuando una persona
se encuentra en una cultura nueva y atraviesa un periodo de adaptación. A causa
del enfrentamiento de su cultura con la extranjera, que son distintas de muchas
maneras, sufre altibajos emocionales y otros síntomas. Es un tiempo difícil en
lo personal, pero que al final suele traer una evaluación de la cultura
original y la adoptada, para llegar a aceptar y valorar lo positivo; y rechazar
lo negativo. El resultado: importante crecimiento personal.
Frente al pozo de Jacob, hubo un
choque cultural. Jesús estaba al lado del pozo de Jacob. Cansado, le pide agua
a una mujer samaritana. Es el medio día y ella está ahí a esa hora porque sabe
que así va a evitar encontrarse con las demás mujeres. Por su origen no es
aceptada por los judíos, y por su reputación su pueblo la rechaza. Ella no percibe
la magnitud de su propia necesidad, tampoco que este encuentro ha estado
escrito en la agenda de Dios desde hace tiempo.
Cuando el reino del norte de Israel,
con su ciudad capital en Samaria, cayó ante los Asirios, muchos judíos fueron
exportados a Asiria, y extranjeros tomaron la tierra y ayudaron a mantener la
paz (2 Reyes 17:24). La mezcla de estas dos razas – la extranjera y la judía –
dio como resultado una raza mestiza, impura a los ojos del pueblo de Judea,
quienes ocuparon el sur. Los judíos “puros” odiaban a los Samaritanos porque
consideraban que habían traicionado a su pueblo y su nación. A consecuencia,
los judíos hacían todo lo posible para no pasar siquiera por tierra samaritana.
No hablaban con los samaritanos, ni mantenían lazo de algún tipo con ellos.
Habla con ella a pesar de que (1) es
una mujer; (2) es samaritana; y (3) es de mala reputación. Son tres cosas que,
según las normas culturales, a Él le impedían hablar con ella. Sin embargo le
pide agua y conversa con ella. De allí la pregunta de ella: “¿Cómo es que me
diriges la palabra?”. Ella estaba acostumbrada al rechazo y la separación. El
choque cultural surge porque Jesús no se ajusta a las normas de la época. No es
tanto la cultura judía la que se encuentra con la samaritana sino la del Reino.
Jesús vio mucho más allá de las
normas y costumbres y vio la verdad: una mujer necesitada. Vio su pasado, su
búsqueda de amor y aceptación, sus matrimonios fallidos y su actual relación
pecaminosa Y NO LA JUZGÓ. Jesús vio el corazón de ella en particular y supo
cuál era su penuria. Tuvo compasión de ella y supo que ella ansiaba saciar su
espíritu. Este choque cultural cambió la vida de esta mujer por siempre.
¿Qué buscas tú? ¿Cuál es el vacío
que no dejas que otros vean, pero te quema en los momentos de soledad? ¿Cuál es
la carga que estas trayendo desde hace años? Jesús sabe exactamente qué
necesidad tienes. No mira lo que hiciste, ni escucha lo que dicen de ti. Te
mira el corazón, sabe todo lo que pasó y te ama. Es movido a compasión, quiere
que seas libre y tiene el agua que va a saciar tu sed. No tardes. Acude a Él
ahora y reciba las aguas que no tienen fin.
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