sábado, 9 de agosto de 2014

NO SE TARDARÁ

Judá estaba en problemas. El pueblo estaba alejado de Dios por su propia voluntad. Era obstinado y corrompido. La verdad es que no era muy diferente a lo que vemos hoy al mirar alrededor. Un hombre llamado Habacuc levantó la voz y clamó. Estaba frustrado y dolido por lo que veía, y no llegaba a entender por qué Dios no se movía para terminar con el pecado reinante.

Hoy me siento como Habacuc. He visto terribles noticias desde el Medio Oriente y mi corazón está acongojado. En la ciudad de Mosul, antiguamente llamada Nínive, los hijos de Dios y realmente cualquiera que no es islámico está siendo perseguido. Niños están siendo asesinados, madres violadas y padres colgados hasta morir. Familias enteras han huido hasta las montañas donde mueren por falta de agua y sustento.

Miro esto y las lágrimas corren. Levanto mi voz a mi Padre con las mismas palabras de Habacuc:

¿Hasta cuándo debo pedir ayuda, oh Señor? ¡Pero tú no escuchas! “¡Hay violencia por todas partes!”, clamo, “pero Tú no vienes a salvar. ¿Tendré siempre que ver estas maldades? ¿Por qué debo mirar tanta miseria? Dondequiera que mire, veo destrucción y violencia.
¿El Señor desaparece de la escena a veces? ¿Acaso no sabe lo que está sucediendo en Mosul y en todo el mundo, donde hay sufrimiento y dolor? La respuesta es obvio: Él todo lo sabe. Nada se le escapa. Entonces ¿cómo digerimos lo que está pasando?

Como Habacuc me dispongo a recibir la respuesta de mi Padre:

Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja.

Dios respondió al profeta, y también a mí. Es mi deseo enseñarte esa respuesta porque quizás también te sientas dolida con el sufrimiento de lo cual estas siendo testigo. Primero Dios le dijo a Habacuc: “ 

“Observen las naciones; ¡mírenlas y asómbrense! Pues estoy haciendo algo en sus propios días, algo que no creerían aun si alguien les dijera.” ”

Una vez más me asombra la manera en que los pensamientos de Dios siempre más altos que los nuestros. Yo lloraba de dolor y Él me respondió con palabras de esperanza. Es que nosotros vemos el ahora; Él ve mucho más allá. Al recibir esta respuesta ya me sentí más animada. Él es Dios y no miente. Cuando el Amado da palabra de esperanza lo puedes recibir sin vacilar.

Dios le dijo a Habacuc que Él enviaría un pueblo terrible, los Caldeos, quienes arrasarían con el pueblo de Judá. Su juicio venía en camino. Dios es justo. Por lo tanto Él no soporta la injusticia. Esto me conforta. Sé que Él está más enojado que yo por lo que sucede en el Medio Oriente.

Habacuc se sintió aturdido al saber que Dios usaría una nación más perversa que Judá para lograr el objetivo de juicio. Sin embargo, lo que él no dimensionaba es que Dios usaría ese pueblo malvado para hacer que Judá volviera a Él, y que ese pueblo extranjero sería duramente castigado al final. La maldad es terrible, pero no escapa al control de Dios.

No estoy queriendo decir que los cristianos de Irak están siendo castigados. Estoy diciendo que nuestro Dios justo no es ajeno a lo que está sucediendo, y Él va a obrar – como y cuando Él quiere, y será para bien. Quizás haga algo concreto en Irak ahora, quizás no. Pero pase lo que pase, será para bien aunque no lo entendamos.


Casi escribí que no sé cómo terminará esto, pero eso no es verdad. Terminará con el triunfo de Cristo, quien viene montado sobre un caballo blanco y con espada desvainada en la mano. Esta historia tiene un fin glorioso. Estarán con Él los que han muerto por su fe, incluyendo los de Mosul. Mientras tanto me queda una cosa que hacer:

Escribe mi respuesta con claridad en tablas, para que un corredor pueda llevar a otros el mensaje sin error. Esta visión es para un tiempo futuro. Describe el fin, y éste se cumplirá. Aunque parezca que se demora en llegar, espera con paciencia, porque sin lugar a dudas sucederá. No se tardará.”
Habacuc 2: 2, 3




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