lunes, 11 de agosto de 2014

UN MEJOR CAMINO

El amargo sabor del fracaso… ¿alguna vez lo probaste? Quizás te esforzaste mucho o poco; o las cosas salieron completamente diferentes a lo que esperabas y no pudiste completar la tarea. Tal vez te criticaron o te juzgaron. Lo más probable es que haya sido un tiempo muy difícil.

            Debemos establecer una verdad absoluta: TODOS HAN FRACASADO ALGUNA VEZ. “Errar es humano,” dicen. Entonces, concluyo ¡soy muy humano! Miremos la historia de una persona quien fracasó. Su nombre es Juan Marcos. Vivió en tiempos de Jesucristo, pero esto no lo hace un ejemplo menos acertado para nuestros tiempos.

            Aunque Juan Marcos era su nombre, en la Biblia se le llama simplemente Marcos. Acerca de su vida hay algunas cosas sorprendentes. Él creció en un hogar donde se predicaba la verdad. Recibió enseñanza bíblica. Conoció a Jesús, aprendió de Él y estuvo “por ahí” cuando fue crucificado. Su madre, llamada María, a menudo abrió su casa a los apóstoles. Por lo tanto, él tuvo contacto con grandes figuras de los inicios de la iglesia. Es muy probable que haya sido él el joven quien corrió con pánico cuando Jesús fue arrestado. Abandonó al Maestro. Lo puedes leer en el libro de Marcos, escrito por Juan Marcos mismo, capítulo 14:51 al 52. Acompañó a Pablo, el gran apóstol, y Bernabé, su tío, en su primer viaje misionero. Lo puedes leer en el libro de los Hechos, capítulo 13. Sin embargo, en la segunda parada del grupo, Marcos volvió a Jerusalén. Abandonó la misión. La historia se repite. En un viaje posterior, Bernabé de nuevo sugiere a Pablo que Marcos los acompañe y éste rechaza la idea. Ya no confiaba en él.

            Puedo verme en la historia de Marcos. ¡Cuántas veces quise hacer bien las cosas y me salió todo mal! Más de una vez no pude terminar lo que había comenzado. Recuerdo más de una oportunidad en la que fui juzgada por eso; y perdí la confianza de algunas personas, lo cual me costó mucho recuperar de vuelta.

            Sin embargo ni la historia de Marcos ni la mía termina ahí. Marcos volvió a Jerusalén y, mientras servía a Pedro, escribió el Evangelio de Marcos. Más adelante, cuando Pabló se negó a llevarle de viaje, Bernabé lo hizo. Dejó a Pablo ir por otro camino y se ocupó de animar y enseñar al joven Marcos. ¡Cuán importantes son las personas como Bernabé! Son capaces de instruir con paciencia y amor a otros y así participar en la transformación de una vida. 

          En el segundo libro de Timoteo vemos como Pablo pide por Marcos, diciendo “me es útil para el ministerio.” Las cosas habían cambiado. Ya no era el impulsivo, descontrolado y poco sabio joven; sino era ya alguien quien, con la experiencia y los errores cometidos, había aprendido lecciones invalorables. Daba todo de sí para la extensión del Reino.

            Si hoy estas mirando tus fracasos, tus falencias o tus incapacidades, toma ánimo de este ejemplo de vida. Tú tienes mucho que dar. Eres de gran bendición para tu generación. Si has fallado, aprende de ello y sigue adelante. Usa aquello que has vivido para forjar un mejor camino para ti y para los que te siguen, que se dirá de ti “ES ÚTIL PARA EL MINISTERIO.”


¡Que Dios te siga bendiciendo!

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