El
amargo sabor del fracaso… ¿alguna vez lo probaste? Quizás te esforzaste mucho o
poco; o las cosas salieron completamente diferentes a lo que esperabas y no
pudiste completar la tarea. Tal vez te criticaron o te juzgaron. Lo más
probable es que haya sido un tiempo muy difícil.
Debemos establecer una verdad
absoluta: TODOS HAN FRACASADO ALGUNA VEZ. “Errar es humano,” dicen. Entonces,
concluyo ¡soy muy humano! Miremos la historia de una persona quien fracasó. Su
nombre es Juan Marcos. Vivió en tiempos de Jesucristo, pero esto no lo hace un
ejemplo menos acertado para nuestros tiempos.
Aunque Juan Marcos era su nombre, en
la Biblia se le llama simplemente Marcos. Acerca de su vida hay algunas cosas sorprendentes.
Él creció en un hogar donde se predicaba la verdad. Recibió enseñanza bíblica.
Conoció a Jesús, aprendió de Él y estuvo “por ahí” cuando fue crucificado. Su
madre, llamada María, a menudo abrió su casa a los apóstoles. Por lo tanto, él
tuvo contacto con grandes figuras de los inicios de la iglesia. Es muy probable
que haya sido él el joven quien corrió con pánico cuando Jesús fue arrestado.
Abandonó al Maestro. Lo puedes leer en el libro de Marcos, escrito por Juan
Marcos mismo, capítulo 14:51 al 52. Acompañó a Pablo, el gran apóstol, y
Bernabé, su tío, en su primer viaje misionero. Lo puedes leer en el libro de
los Hechos, capítulo 13. Sin embargo, en la segunda parada del grupo, Marcos
volvió a Jerusalén. Abandonó la misión. La historia se repite. En un viaje posterior,
Bernabé de nuevo sugiere a Pablo que Marcos los acompañe y éste rechaza la
idea. Ya no confiaba en él.
Puedo verme en la historia de
Marcos. ¡Cuántas veces quise hacer bien las cosas y me salió todo mal! Más de
una vez no pude terminar lo que había comenzado. Recuerdo más de una
oportunidad en la que fui juzgada por eso; y perdí la confianza de algunas
personas, lo cual me costó mucho recuperar de vuelta.
Sin embargo ni la historia de Marcos ni la mía termina ahí. Marcos volvió a Jerusalén y, mientras servía a Pedro, escribió
el Evangelio de Marcos. Más adelante, cuando Pabló se negó a llevarle de viaje,
Bernabé lo hizo. Dejó a Pablo ir por otro camino y se ocupó de animar y enseñar
al joven Marcos. ¡Cuán importantes son las personas como Bernabé! Son capaces
de instruir con paciencia y amor a otros y así participar en la transformación
de una vida.
En el segundo libro de Timoteo vemos como Pablo pide por Marcos, diciendo “me es útil para el ministerio.” Las cosas habían cambiado. Ya no era el impulsivo, descontrolado y poco sabio joven; sino era ya alguien quien, con la experiencia y los errores cometidos, había aprendido lecciones invalorables. Daba todo de sí para la extensión del Reino.
En el segundo libro de Timoteo vemos como Pablo pide por Marcos, diciendo “me es útil para el ministerio.” Las cosas habían cambiado. Ya no era el impulsivo, descontrolado y poco sabio joven; sino era ya alguien quien, con la experiencia y los errores cometidos, había aprendido lecciones invalorables. Daba todo de sí para la extensión del Reino.
Si hoy estas mirando tus fracasos,
tus falencias o tus incapacidades, toma ánimo de este ejemplo de vida. Tú tienes
mucho que dar. Eres de gran bendición para tu generación. Si has fallado, aprende
de ello y sigue adelante. Usa aquello que has vivido para forjar un mejor
camino para ti y para los que te siguen, que se dirá de ti “ES ÚTIL PARA EL
MINISTERIO.”
¡Que
Dios te siga bendiciendo!
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