Los que miraron a él fueron alumbrados,
Y sus rostros no fueron avergonzados.
Y sus rostros no fueron avergonzados.
Salmo 34:6
La victoria no siempre es igual al haber llegado en el primer lugar. Lo
que logramos es importante, pero lo que realmente influye en los demás es
nuestra actitud. Al final, es nuestra actitud lo que nos lleva a pensar,
sentir, hablar y actuar de una u otra manera. Nuestra actitud también definirá cuánto disfrutaremos
da la vida.
Desde hace unos años Dios me viene enamorando de la cultura oriental, y
en especial de la coreana. Me impresionan muchas cosas de la manera en la que
ellos actúan. Sus valores son diferentes y en todo se ve un alto nivel de
respeto hacia los demás. Realmente es admirable.
Me llamó la atención algo que he visto en muchos medios de comunicación.
Allí se ven hermosas jóvenes asiáticas, sonrientes
y haciendo el signo V de la victoria (o de la paz). Esta pose es tan conocida
en Asia como lo es decir “cheese” para las fotos de los anglos parlantes. Me
preguntaba por qué hacen eso.
Comenzó
con Janet Lynn. Ella fue una americana quien era la favorita para llevar el oro
en patinaje sobre hielo a su país en las olimpíadas de Japón 1972. Sin embargo,
ella se cayó durante su presentación. La medalla de oro se había ido. Ella lo
sabía y Japón lo sabía.
Uno
pensaría que allí había acabado todo. Había perdido lo que había ido a buscar.
Aquí viene el impacto: ella, en vez de enojarse o demostrar disgusto, sonrió.
Su comportamiento impresionó a las multitudes y se ganó la admiración de
millones de personas.
Contó ella
después: “No podían entender cómo podía seguir sonriendo después de haber
perdido la posibilidad de ganar. Al día siguiente a donde yo iba me seguía una
muchedumbre. ¡Era como si fuera una estrella de rock! La gente me daba cosas y
trataban de darme la mano.”
Lynn se
convirtió en una sensación de los medios de prensa y un ejemplo para toda la
nación y más. En años siguientes, durante tours, ella hacía el signo de la V.
Con esto nació un fenómeno cultural que expresa un cambio profundo. No solo una
nación sino una cultura entera había sido profundamente impactada por una
actitud que los había desafiado a pensar fuera de la caja.
No creas
que haya un solo camino al éxito. ¡A menudo siquiera dimensionamos el éxito qué
es! Cuando las cosas salen diferentes a lo que habíamos planeado, cuando
aparentemente hemos perdido todo, entonces tenemos la oportunidad de demostrar
quienes somos e impactar en las vidas de muchos.
¿En este
tiempo, algo te salió mal? ¿Hay una situación o una relación que te cuesta
mucho? Intenta cambiar de actitud y demuestre con ella que estas arriba del
fracaso. Quién te puede ayudar a hacer esto es el Señor. A menudo nosotras no
tenemos las fuerzas o la capacidad de cambiar como somos, pero cuando ponemos
nuestras necesidades delante de Dios, somos transformados. Entonces la victoria estará garantizada.
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