martes, 12 de agosto de 2014

LA IMAGEN REVELADA


Vivimos en una sociedad de instantáneas. Sacas una foto, al instante lo alzas a las redes sociales y todos saben dónde está, qué hace y con quién está. A veces sorprende las fotos que la gente alza. Permite al mundo entrar a los lugares más íntimos de su vida y de su familia, como si fuera que sus amigos de las redes son sus amigos de verdad.

La fotografía no ha sido siempre así. Hace diez años no habríamos entendido si nos explicaban lo que hoy íbamos a poder hacer con la tecnología. No hace mucho las cámaras funcionaban con una película que se cargaba, con mucho cuidado, a la cámara. Luego se sacaba tantas imágenes como la película permitía – 12, 24 o 36 – y se procedía a rebobinarla, quitarla y llevarla al cuarto oscuro. Allí, a través de un proceso largo de aplicación de distintos químicos, la imagen era revelada en papel fotográfico.

La generación de hoy, y en especial los que están jovencitos, vive la cultura del “sacar y alzar”, y con esto no me refiero solo a las fotos y las redes. Lo rápido, lo instantáneo se ha vuelto la norma. Es un engaño que daña y estanca por la sencilla razón que lo que vale la pena no viene ni rápida ni fácilmente. No podemos pretender conseguir algo duradero y valioso a través de lo pasajero. Dios no nos da una mirada fugaz de lo que hace y al día siguiente lo hace realidad. Él no desarrolla carácter y propósito al instante.

Dios ha puesto Su imagen en nosotros. Está en cada uno. La pregunta es si será revelada o no. Su imagen en nosotros es lo que nos hace la revelación de Cristo al mundo, pero esa imagen no se desarrolla en un instante. Lleva un proceso en el cuarto oscuro, donde el mundo no entra. Es ahí donde Él y tú pasan por un proceso de diferentes pasos hasta que sea revelada. El grado en el cual estas dispuesta a permitir que Él desarrolle Su imagen en ti en el cuarto oscuro determinará el cumplimiento de Su propósito en ti.


A Él no le interesa cuantos “Me Gusta” te dan, ni cuántos te siguen. Le importa el cuarto oscuro, donde pasa tiempo contigo en intimidad. No podremos lograr nada de valor a través de lo instantáneo. Es más, todo lo que vale la pena lleva tiempo y esfuerzo. Hay un proceso a seguir, no por protocolo sino por necesidad. Tu proceso es individual y tiene un fin: que la imagen de Dios sea revelada en ti. Es hora de meterse al cuarto oscuro.

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