Dios
es dueño del tiempo. Él no se mueve en un tiempo limitado, como lo hacemos
nosotros. Dice Isaías 41:4 “¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las
generaciones desde el principio? Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros.“
El ser humano se fija solo en el ahora. Vemos nuestra vida en relación con
aquello que nos afecta a nosotros, y no dimensionamos nuestro lugar dentro de
los tiempos. Nuestros ojos ven lo que hoy sucede, sin darnos cuenta de la
"película" entera. ¿Cómo ve Dios las cosas?
Él ha estado y estará por LA
ETERNIDAD. Esto significa que estuvo presente en la creación y en el desarrollo
de la historia de Israel. Sufrió el pecado de Adán y Eva, y lloró su expulsión
del jardín. Presenció cómo se abrió el Mar Rojo, experimentó la entrada a la
Tierra Prometida al lado de Josué y Su pueblo, y todo el resto de la historia
de Israel. Vio con horror cómo le crucificamos a Su Hijo; se gozó al ver el
nacimiento y crecimiento de Su iglesia; observó con dolor la historia antigua,
la de Grecia y Roma; y soportó con dolor ver la destrucción causada por
personas como Alejandro el Grande, Nerón, Napoleón y Hitler. No ha estado ajeno
a cada hecho histórico. Además, Él ve lo que vendrá. Sabe cómo se desenvolverá
el resto de la historia de la humanidad. En síntesis Él no es Dios de hoy no
más. Es Dios ETERNO.
Imagina a alguien mirando una
película que le hace reír y llorar en cada momento. Así Dios ha vivido TODA la
historia, con una gran diferencia: Él lo escribió. Es cierto que en algunos
momentos Su enemigo hizo todo lo posible para cambiarla, pero nunca pudo salir
con lo suyo; y sí, hubieron algunos actores quienes decidieron seguir su propio
libreto, pero este Director sabe lo que hace, y siempre obró para bien igual!
Cuando tus tatarabuelos vivieron,
Dios estaba. En la vida de tus padres, Él ha estado; y ahora, en nuestro tiempo
Él está. Cuando estén tus tataranietos, Él seguirá estando en control. Él es
autor y dueño del tiempo. Doscientos años atrás y doscientos años más adelante
es todo igual para Él. Aunque nosotros y nuestro mundo cambiemos, Él no cambia.
Mirándolo así, nuestros problemas
pierden valor. Él, quien llama las generaciones desde el principio, es el mismo
quien te tiene en Su mano y de ahí no caerás. ¿Te preocupa el futuro? ¿Te
quebranta el pasado? Entrega al Señor tu tiempo, háblale y reciba consuelo y
restauración. Él obrará para bien, y verás como los tiempos te favorecen.
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