martes, 23 de septiembre de 2014

EL MARCADOR FINAL

Con tanta sabiduría, Dios no ha dado libre albedrio. No se impone en nuestras vidas, no nos obliga a hacer lo que Él quiere. Las palabras de Dios a Israel son también para nosotras hoy: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.

El Señor pone delante de cada una las opciones. La decisión es nuestra. Él aclara que debemos amarle y nos cuenta el por qué: ¡no es para Su beneficio, sino el nuestro! Cuando escogemos el bien, somos bendecidos.

Cada día enfrentamos decisiones de vida o muerte. Lo que pasa es que no nos damos cuenta de la importancia de esas “pequeñas” decisiones”. Creemos que no tienen un impacto a la larga, cuando realmente es todo lo contrario.

Cosas tales como la actitud ante las situaciones diarias, las palabras expresadas en un momento de descontrol o los pensamientos escondidos afectarán toda nuestra vida. Es el efecto de la piedra en el estanque. Aunque sea pequeña, al tirarla al agua crea olas que van hasta la orilla.

Cada día ante cada circunstancia, escogemos o la vida o la muerte. Sabemos que enfrentamos situaciones difíciles. Seremos probados vez tras vez – es parte del proceso y necesario para el crecimiento. Sin embargo, lo principal no es qué valle pasamos sino qué hacemos mientras estamos ahí. 

Las palabras de un joven jugador de futbol americano nos enseñan acerca de esta realidad. Su equipo era invicto cuando entraron a la cancha pero se encontraron con un oponente muy preparado y para el medio tiempo estaban perdiendo. Sus palabras llaman la atención:

“No importa la situación, no importa la puntuación, porque vas a ser exitoso porque dedicaste todo el tiempo, todo el esfuerzo, todo el trabajo duro, y va a haber recompensa. Y si no hay recompensa, sigues dándole gloria a Dios. Si igual pierdes el partido, sigues respaldando a los demás. Y eso es de lo que nos dimos cuenta. Ganes o pierdas, nos dimos cuenta que vamos a estar bien. Todo va a estar bien. Vamos a seguir sonriendo. ¡Es asombroso, asombroso!”.

¡Qué tremenda lección de vida nos da este muchacho! Él sabía que se había esforzado junto a su equipo y habían trabajado. Aclara que para el que se esforzó habrá recompensa. Al final no es el ganar lo que importa. El marcador final de un partido es olvidado en poco tiempo, pero el aprendizaje real hace de cada uno una mejor persona. Y en todo, la gloria es para Dios.

A veces, perderemos el juego, pero la ganancia siempre será nuestra. No sé cómo va tu partido, pero te puedo asegurar que tu DT sabe exactamente lo que hace. Esfuérzate, trabaja y sepa que sin importar el marcador al final, eres vencedora.


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