Estar
postrada o de rodillas puede ser algo positivo o negativo. Si estoy postrada o
arrodillada delante del Señor es definitivamente algo bueno. Humillarnos delante
de Dios siempre traerá bendición. Sin embargo, si estamos postradas sin poder
levantarnos ante la vida, si nos sentimos derrotadas y sin esperanza, es tiempo
de permitir que Dios nos ponga de pie.
Estar
de pie es una actitud. Sucede cuando permitimos a Dios restaurar nuestra
identidad y cuando comprendemos que no somos ciudadanas de este mundo, sino que
pasamos por aquí camino a nuestro verdadero hogar. Al rendirnos delante de
Dios, le damos a Él la libertad de sacar y poner, de sanar y extirpar, de transformar
y confrontar. Esto es un proceso que se convierte en una aventura – una aventura
de pie.
Estar
de pie es ser vencedor. “Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en
pie.” (Salmos 20:8) Parecemos uno de esos juguetes que
tiene un contrapeso en la base. Lo puedes pegar, y tambaleará, pero siempre
volverá a estar erguida. Las derrotas del pasado no nos detienen porque estamos
en las manos de Dios. Lo que era para nuestra destrucción se convierte en lo
que nos impulsa hacia delante. Vez tras vez en la Biblia vemos como el diablo
quiso destruir la Obra de Dios y la vida de Sus hijos; pero nuestro Padre nunca
deja de trabajar. En nuestra propia vida vemos lo mismo. Aún las situaciones
más duras son usadas por Dios para moldear, enseñar y levantar a los que le
aman.
Estar
de pie es ser victoriosa. Goliat cayó ante David, quien quedó de pie ante los
enemigos de su pueblo. Nuestros enemigos caen, nosotras nos mantenemos de pie.
¿Por qué? Permanecemos porque podemos decir, como dijo David: “yo vengo a ti en el nombre del
Señor Todopoderoso”. En nuestras fuerzas no podremos permanecer. Cuando
descansamos en Él, los gigantes caen.
Estar de pie es
tener dignidad. El rey Nabucodonosor perdió la
razón al oponerse a Dios y durante siete años vivió como bestia. Cuando le fue devuelto
la razón pronunció estas palabras: “En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de
mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí…” (Daniel 4:36)
Dios nunca quiso que fuéramos miserables, en ningún sentido. Estamos perdidos
hasta ser redimidas por Cristo. Entonces Él nos redime. La definición de la
redención es comprar algo que ya te pertenecía. Dios nos creó y somos suyos, pero
el pecado nos apartó de Él; y es por eso que Él dio todo por la humanidad. Dio a
Su Hijo, Jesús, como paga por ti y por mí. Éramos Suyos, fuimos robados y Él luego
nos compró de vuelta: hemos sido redimidas. Nuestra dignidad ha sido devuelta. Somos
Sus hijas – somos de la realeza.
Estar de pie es una decisión y no
depende de las situaciones y circunstancia de la vida. Si te dijere que al
estar cerca de Dios los problemas desaparecen, sería una mentirosa. Las luchas
vendrán. ¡Lo que ya no es igual eres tú! Al permitir a Dios ponernos de pie,
podemos enfrentar la vida con la cabeza en alto. Salmos 3:3 lo declara: Mas tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío, mi gloria, y
el que levanta mi cabeza.
Toma
hoy la decisión correcta. Deja que Dios te tome en Sus manos amorosas y te
restaure. Su voluntad para tu vida siempre será mejor. Él te pone hoy de pie.
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