¿Quién
podría jactarse de que nunca pecó? Nadie. Romanos 3:23 lo aclara: “por cuanto todos pecaron y
no alcanzan la gloria de Dios”. Una ilustración del poder del perdón
encuentro en la antigua ciudad de Corinto.
Era una ciudad próspera y metropolitana del primer siglo después de Cristo. Tenía
muchas cosas a su favor: estaba en un lugar estratégico, era un centro de
comercio y tenía gran riqueza cultural. Desde una perspectiva natural todas estas
cosas eran fortalezas para los corintios. Sin embargo, esas mismas fortalezas
eran su debilidad. La prosperidad económica trajo pecado y la riqueza cultural
llevó a religiones perversas. Las cosas que al mundo le parecen buenas son a
menudo lo que nos alejan de Dios.
En
los templos de Corinto en el tiempo en que Pablo escribe a la iglesia de este
pueblo, había más de mil prostitutas. Ellas eran explotadas con un supuesto fin
religioso. Tal era la fama de estas chicas que en ese tiempo en el mundo entero
las mujeres de mala reputación eran conocidas como “chicas de Corinto”. La perversión
de la religión pagana era tan diabólica que estas mujeres eran objeto de abuso
con un falso beneficio espiritual.
Cuando
el evangelio llegó a Corinto muchas de ellas fueron libres. Ellas en el pasado habían
servido a dioses. Conocer a Dios hizo la diferencia. Ellas fueron transformadas
por Su poder al recibir Su Verdad. Las cadenas que las ataban a una religión
perversa cayeron y ellas fueron libres.
“Recuerden
lo que ustedes eran cuando Dios los eligió. Según la gente, muy pocos de
ustedes eran sabios, y muy pocos de ustedes ocupaban puestos de poder o
pertenecían a familias importantes. Y aunque la gente de este mundo piensa que
ustedes son tontos y no tienen importancia, Dios los eligió, para que los que
se creen sabios entiendan que no saben nada. Dios eligió a los que, desde el
punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia, para que
los que se creen muy importantes se den cuenta de que en realidad no lo son.
Así, Dios ha demostrado que, en realidad, esa gente no vale nada. Por eso, ante Dios, nadie tiene de qué
sentirse orgulloso. Dios los ha unido a ustedes con Cristo, y gracias a esa unión
ahora ustedes son sabios. Dios los ha aceptado como parte de su pueblo, y han
recibido la vida eterna. Por lo tanto, como dice la Biblia, si alguien quiere sentirse
orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de Jesucristo, el Señor.” 1
Corintios 1:26 - 31
Estas mujeres eran tan necesitadas como
cualquiera de nosotras. Descubrieron el poder de Cristo; y fueron perdonadas y
restauradas. ¿Y tú? ¿Ya eres libre por el poder de Cristo? No hay otro quien
puede salvar. Y no hay pecado del cual Él no puede liberar. Dios usa lo que el
mundo descarta para mostrar Su gloria. No sé tú, pero yo entro en esa lista. Mi
vida sin Cristo es nada; con Él, no hay límites. Sin Él soy débil y vil; pero
en Él soy fuerte y justificada. Dios usa tu vida y la mía para demostrar a toda
una generación que quien obra es Él y quien recibe el honor, es Él.
Si
aún no te has encontrado con Jesús quiero invitarte a que hagas esta oración de
fe:
Señor Jesús
Reconozco que soy pecadora y
que necesito Tu perdón. Entra en mi corazón y sé mi Salvador. Gracias por dar
tu vida por mí. Gracias por amarme. Escribe ahora mi nombre en el libro de la
vida. Soy salva y soy Tu hija.
Amén
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