jueves, 19 de enero de 2017

LO QUE ÉL QUIERE


¿Quién no tiene problemas? Nadie puede decir que vive sin dificultades y luchas. Sin embargo,  a menudo no somos conscientes acerca del por qué de esas situaciones.

He venido estudiando el libro de Jueces y admito que en un momento dado me sentí bastante frustrada. ¡El pueblo de Israel era tan ciego y terco!  Vez tras vez se repite que ellos hacian lo que les parecia bien. Un juez tras otro subía a gobernar,  y cada uno traía a la silla de autoridad sus complejos y desastres. Durante todo esto,  hay dos verdades indiscutibles: a su lado y a su favor estaba el Único Dios; y ellos estaban pisando la tierra prometida a ellos por Él.

Si lees Jueces 19 quizás tú, al igual que yo,  te quedes horrorizada. Lo considero el peor capítulo de la Biblia. El abuso,  la perversión y la violencia que se evidencian ahí son muestra de cuán bajo puede caer el ser humano. Lo que más me ofendió es que el hombre quien causó el daño es el mismo quien llama a Israel a la venganza. El pecador se hizo del santo.

Dios odia la maldad porque nos ama a nosotros. Él no aprueba lo que le hicieron a esa mujer. Él me llevó de vuelta al origen del problema: cada uno hacía lo que mejor le parecía. Cuando hacemos lo que queremos, nos perdemos.

Israel,  al final del libro de Jueces,  está en su punto más bajo. ¿Por qué? Porque está viviendo las consecuencias de sus decisiones. A Dios le habían dado la espalda y la crisis moral solo era fruto de esto. Mirando su realidad,  me sentí enojada; hasta que Dios me llevó a mi propia realidad. No soy mejor que ellos. Es solo en total dependencia de Dios que puedo esperar cosas buenas.

A menudo venimos ante Dios con las consecuencias de nuestro vivir y le rogamos que las cambie. Creemos que Él debe transformar la circunstancia, y así oramos; cuando realmente lo que necesita ser transformado somos nosotros mismos. No trata tanto de la situación,  sino de nuestra condición.  Cuando hay cambio interno,  el cambio externo se da naturalmente.

Israel buscó castigar al pueblo ofensor pero nunca reconoció que todo había sucedido porque ellos mismos eran corrompidos. Pedimos a Dios que nos quite de las deudas,  cuando realmente necesitamos que Él transforme nuestra actitud hacia las riquezas. Clamamos a Dios que cambie nuestro matrimonio pero no rendimos a Él nuestras heridas del pasado. Queremos ser más flacas, sin embargo nuestro corazón busca consuelo en la comida en vez de hacerlo en Su presencia. Si es que  tal como lo hizo Israel,  solo tocamos la superficie,  no habrá cambio verdadero. Lo visible será diferente cuando lo invisible esté ordenado.

¡Te animo hoy! No todo está perdido. Puede ser que tu vida esté en desorden hoy o quizás haya partes de ella con las cuales luchas desde hace tiempo y no logras vencer. Tengo la respuesta: Cristo. Él es el único quien puede transformar tu condición para que tu situación sea otra. No importa cómo o donde estés,  pidale que examine tu corazón y dale la libertad de transformarte. Que se haga lo que Él quiere. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.