jueves, 12 de enero de 2017

LA DESILUSIÓN DEL ÉXITO

La cultura moderna alienta a encontrar satisfacción en el lograr y en el tener. Enseña que siempre nos falta algo, y nos impulsa a una frenética y constante búsqueda de la satisfacción.

"Si tan solo pueda tener _____________" pensamos. Ese nuevo auto,  la carrera, la pareja, la figura, el dinero. Cuando lo logramos, por un tiempo muy corto estamos contentos ¿y luego qué?

Hace más de 2500 años un rey escribió esto: Me dije: «Vamos, probemos los placeres. ¡Busquemos “las cosas buenas” de la vida!»; pero descubrí que eso también carecía de sentido. (Eclesiastés 2:1) Aparentemente esto de la insatisfacción tiene menos que ver con la época de lo que pensábamos. Si un hombre pudo pensar así hace tanto tiempo me lleva a pensar que este empuje por tener y ser más es parte de la condición humana.

En Eclesiastés 2 el rey Salomón,  hace una lista de todo lo que había logrado:

- enormes mansiones
- hermosos viñedos
- jardines y parques, con toda clase de   árboles frutales
- represas para juntar agua
- esclavos y esclavas
- enormes manadas y rebaños
- grandes cantidades de plata y de oro
- cantores estupendos, tanto hombres como mujeres
- muchas concubinas hermosas
- todo lo que un hombre puede desear
- gran poder
- sabiduría que nunca le falló

¡Suena a una vida perfecta! Pero espera. Continua diciendo: "pero al observar todo lo que había logrado con tanto esfuerzo, vi que nada tenía sentido, era como perseguir el viento. No había absolutamente nada que valiera la pena en ninguna parte." El lo tenía todo pero luchaba con la desilusión del éxito. Había descubierto que nada en esta tierra trae satisfacción.

Estudios demuestran una correlación muy débil entre riqueza y contentamiento. Mientras más próspera una sociedad,  mas tiende hacia la depresión. Las cosas que el ser humano cree le va a hacer feliz fallan. Se puede pasar la vida persiguiendo lo que no llenará las expectativas. Nada de lo que podamos acumular,  ni nuestra imagen y menos los títulos podamos llevar con nosotros al final.

Si buscamos algo para ser feliz;  si creemos que si tan solo alcanzamos cierta cosa seremos completos; si vivimos bajo la presión de lograr para sentir que tenemos valor, estamos a mano con Salomón. Tener éxito no es malo. Lo malo es creer que el éxito te hará feliz.

¿Qué haremos entonces?

El éxito está en Jesús. Él venció por nosotros las cosas eternas. ¿Para qué afanarnos con las cosas pasajeras? Vivamos contentos con mucho o con poco,  conscientes de que lo que podemos tocar y ver aquí,  no es lo que pesará allá. Invertamos en las relaciones y por sobre todo conozcamos a Cristo. Ahí está el éxito.

 

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