jueves, 5 de enero de 2017

CON FRENO

Ayer hablamos acerca de nuestras palabras. Creo con todo mi corazón que el Señor quiere que examinemos nuestra forma de hablar,  así que por unos días seguiremos con este tema.

Tuve el privilegio de tener una madre  inteligente y sabia. En mi corazón están guardadas enseñanzas suyas,  que considero su mayor legado. 

Ella vez tras vez nos dijo,  "Si no tienen algo bueno que decir,  no digan nada." Como madre de cuatro ella sabía de arbitrar disputas y calmar enojos,  causadas por palabras imprudentes. 

Sus palabras están talladas en mi mente. La verdad no es siempre necesario decirlo. Algo puede ser muy cierto pero dañiño,  entonces es mejor callarlo o esperar el momento adecuado y la manera apropiado,  si es que se da. Se puede resumir en una palabra: prudencia.
Ernest Hemingway dijo,  "Nos lleva dos años aprender a hablar y sesenta aprender a callar." Parte del ser humano es el querer ser escuchado,  y es una característica de las mujeres en especial. Cuando nos escuchan nos sentimos amadas,  valoradas; ¿pero qué hay de los que nos tienen que escuchar? ¿Nuestra boca qué manifiesta?

"Yo dije: Atenderé a mis caminos, Para no pecar con mi lengua; Guardaré mi boca con freno, En tanto que el impío esté delante de mí." Salmos 39:1

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.