viernes, 27 de enero de 2017

CUANDO ATACAN

Un tiempo atrás estuve envuelta en una situación personal muy difícil. Había personas quienes estaban hablando mal de mí y maquinando en mi contra,  y yo vivía en un estado emocional desastroso. Me sentía muy dolida y decepcionada. Estas personas habían sido mis amigos,  o por lo menos había pensado que lo eran. Había compartido mi corazón con ellos,  había confiado en ellos; y ahora me estaban dando golpes bajos que me dejaban atónita.

Un día iba en el colectivo y pasaba frente al hospital IPS, cuando el Espiritu Santo me habló. Cuando Él habla,  no necesita decir mucho. Con contadas palabras puede decirte cosas que cambian tu perspectiva por completo.

Imagina la escena. Estoy en el colectivo,  más o menos a las 11 de la mañana. Voy sentada y pensando en la situación que estoy pasando. En mi mente estoy armando el discurso que diría a éstas personas si las tuviera en frente. Admito que me sentía bastante enojada porque la noche anterior me había enterado de algo que estaban diciendo de mí,  y lo que en la noche había sido lágrimas de dolor ya iba convirtiéndose en expresiones de indignación.  

¿Cómo había podido decir semejante cosa de mí,  siendo que había sido me mejor amigo? ¿Por qué no les importaba nada mi corazón? ¿Cómo se atrevían a inventar semejante atrocidad sin siquiera preguntar cuál era la verdad? Mis emociones iban subiendo de tono hasta que mi mente estaba totalmente envuelta por un manto de ira y dolor. Y entonces Él me habló.

Pasando frente al monstruoso sanitorio,  escuché Su voz. "Vas a morir,  Laura. " Mi corazón entendió el contexto. No era un "Preparate porque te queda poco tiempo en la tierra" sino algo mucho más profundo. Me estaba haciendo recordar que todo lo que hay aquí pasará,  que aquello que pareciera ser una montaña impasable realmente carece de importancia,  y que llegará el día en cual me pararé frente a mi Padre. ¿Qué querré presentar delante de Él cuando llegue ese momento? ¿Una vida gastada en pleitos y llanto porque las cosas no salían como yo había querido? ¿O una existencia victoriosa,  donde a pesar de los ataques y la persecución,  había sabido vencer al mal con el bien?

Suena tan facil. Tú y yo sabemos que no lo es.  Persecución habrá y es probable que venga de donde menos lo esperas. Habrá decepción y la gente te va a desilusionar. ¿Y? No puedo cambiar a otros. No tengo ni el derecho ni el poder necesario para transformarlos a ellos; pero sí tengo potestad sobre mí persona. Decido mi actitud, escojo mis palabras y cuando resisto el deseo de ser victima,  me convierto en vencedor.

En aquella época dura,  el Señor me enseñó algunas cosas que quizás te sean útiles:
1. Nadie me puede lastimar a no ser que yo lo permita.
2. Yo escojo cuáles críticas recibir.
3. Las personas quienes lastiman están lastimadas. Necesitan de mi compasión.
4. Todo problema,  toda dificultad pasará. No hay por qué desesperarse.
5. Cada valle de la vida tiene un propósito. Debo estar dispuesta a crecer aunque duela.
6. Dios no me llamó a ser víctima.
7. Parte de la victoria está en saber soltar y avanzar. Lo que sucedió obró para bien. Ahora es tiempo de continuar.
8. Frente a la persecución y el ataque tengo que ordenar mis emociones. El Espíritu ordena a la carne. Así, aunque sea cruel la tormenta, puedo ser de bendición.
9. Boca cerrada + rodillas dobladas = éxito.
10. Mi identidad está en Cristo. Lo que dicen de mí no define quién soy yo sino quienes son ellos.
11. No toda la gente en la iglesia es buena. No todas las personas en la familia apoyan.
12. Amar es la mejor decisión. Siempre.

La verdad es que mientras más arriba,  más te tirarán piedras. Las criticas y el ataque son a veces la mejor confirmación de que estas donde debes estar. Mientras más cerca estés de la victoria,  más el enemigo intentará frenarte. Cambia tu perspectiva de la persecución y da gracias a Dios por ella. El Autor de tu historia es Dios y todo lo demás es aprendizaje y crecimiento. 

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