martes, 7 de octubre de 2014

CENARÉ CON ÉL

Los demás pueden ver tu vida y creer que todo ha sido fácil, que todo está resuelto; mientras solo tú sabes cuánto has tenido que sacrificar para llegar hasta dónde estás. No hay ganancia sin paga y no hay victoria sin batalla.

¿Qué precio has pagado por estar donde hoy estas? ¿Qué has tenido que dejar por el camino para poder llegar a la meta? Como corredores, tenemos que ir despejándonos de cosas que nos impiden correr con diligencia la carrera. Esto es parte del proceso que vivimos con el Señor. Él nos muestra fielmente a medida que avanzamos qué debemos soltar, qué debe ser transformado y qué debe ser fortalecido para ser cada día más como Él.

Efesios 4:22 dice: “que en cuanto a vuestra anterior manera de vivir, os despojéis del viejo hombre, que se corrompe según los deseos engañosos,”. Quien éramos antes de conocer a Cristo no nos conviene. Dios quiere restaurarnos a Su diseño original y solo podrá suceder cuando permitimos que Él con plena libertad obre en nuestra mente, alma y espíritu. Ser como Cristo es un desafío. El escudriñar la Palabra nos posibilita mirarle a Él y eso hace que seamos confrontadas por cómo somos nosotras. Entonces el Espíritu Santo nos muestra cuál es la decisión correcta. “Esto debes dejar”, “Ya no quiero que hagas así” o “Debes tomar una decisión”. Él sabe exactamente qué decirnos. Nosotras sabemos qué decidir. Al final, la decisión es nuestra.

Apocalipsis 3:20 aclara: “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo.”  Este versículo tan conocido no va dirigido a los que no le conocen, como muchos creen, sino a la misma iglesia. Nosotras le abrimos la puerta para que Él entre a nuestra vida. Entonces cenamos con Él – pasamos tiempo agradable, tiempo de intimidad con Él. Dios quiere mucho más con Sus hijos. ¿Quieres tú más de Él?


¡Cuán maravilloso es Dios! Tiene el deseo de darnos todo lo bueno. Quiere bendecirnos. Espera pacientemente a que le abramos la puerta para entrar a estar con nosotras. Estando con Él, nuestro corazón desea todo lo que Él tiene y soltamos aquello que no conviene. Al final, no se puede considerar un sacrifico. Es un deleite. 

jueves, 2 de octubre de 2014

HABLANDO CON LÁGRIMAS

Por diferentes motivos lloramos. A veces por alegría y a veces por tristeza, otras por enojo o frustración. En momentos de mucha dificultad, yo me había preguntado si Dios veía mis lágrimas. Me sentía sola y hasta convencida que nadie me entendía.
Alguien quien pasó algo similar fue el rey Ezequías. Este hombre había tenido una gran victoria cuando el pueblo de Asiria había venido en contra de Israel. Fue triunfador porque se rindió por completo al Señor. Sin embargo, poco después  se encontró ante una situación personal que le afligió en gran manera.
Estando enfermo recibió la vista del profeta Isaías. “El profeta Isaías hijo de Amoz fue a verlo y le dijo: «Así dice el Señor: “Pon tu casa en orden, porque vas a morir; no te recuperarás.” »” ¿Cómo se ha de sentir uno al recibir semejante noticia? Esta no era la época del ultrasonido o las pruebas de laboratorio. El aviso no lo recibía de un médico de bata blanca, sino de Dios mismo.
“Ezequías volvió el rostro hacia la pared y le rogó al Señor: «Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de ti con lealtad y con un corazón íntegro, y que he hecho lo que te agrada.» Y Ezequías lloró amargamente.” Él expresó a Dios quién era, pero me da la impresión que esas palabras eran más bien para él mismo. Dios sabía perfectamente quién era él, al igual que nos conoce a ti y a mí aún mejor que nosotros mismos. Sin embargo, algo fluyó del corazón de Ezequías que luego no encontró más que lágrimas para expresarse.” Y Ezequías lloró amargamente.” El rey no expresó en palabras el anhelo de su corazón. No le dijo, “Señor, no quiero morir.” Simplemente lloró.
Un estudio reciente es muy interesante. Descubrieron que las lágrimas tienen una constitución diferente de acuerdo con la situación en la cual fueron producidas. Rose-Lynn Fisher estudió más de 100 tipos de lágrimas diferentes y descubrió que las lágrimas de risa no se parecen para nada a las lágrimas de dolor. Las lágrimas basáles ( aquellas que fabrica nuestro cuerpo para lubricar el ojo) son drásticamente diferentes a las lágrimas que producimos cuando cortamos cebolla.

Aunque Ezequías no expresó en palabras lo que había en su corazón, derramó sus lágrimas y Dios respondió: “Entonces la palabra del Señor vino a Isaías: «Ve y dile a Ezequías que así dice el Señor, Dios de su antepasado David: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas; voy a darte quince años más de vida. Y a ti y a esta ciudad los libraré de caer en manos del rey de Asiria. Yo defenderé esta ciudad.” ¡Dios supo lo que había en su corazón! Y tomó decisiones acordes por amor a él.
Al igual que yo, ¿alguna vez te preguntaste si Dios comprende tus lágrimas? Hoy comprendo que sí. Nada le es escondido – ni lo más profundo de tu ser. Cuando derramas lágrimas, él está escuchando tu corazón. Él responderá como el Padre y Amado que es.

Porque su ira es sólo por un momento,
pero su favor es por toda una vida;
el llanto puede durar toda la noche,
pero a la mañana vendrá el grito de alegría.

Salmos 30:5

martes, 30 de septiembre de 2014

ACERCÁNDOME


Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Juan 17:18
Jesús nos manda al mundo de la misma manera en que Su padre le envió aquí. Para saber cómo Él nos envía, debemos comprender Su propósito en la tierra.

¿Qué hizo Jesús aquí?
Sanó
Restauró
Liberó
Enseñó
Discípuló
Murió
Y venció.

¡Qué gran ejemplo nos da nuestro Maestro! Haremos todo lo que Él hizo, y mayores cosas aún (Juan 14:12). ¿Alguna cosa te será imposible? Tenemos que  entender que nuestros motivos deben ser los mismos. Todo lo que Jesús hizo fue a favor de otros. ¿Cuáles motivos te mueven hoy?

Nada es más importante para Dios que la gente. Para nosotros debe ser así también. Nuestro corazón debe romperse por lo que rompe el corazón de Dios. Juan 3:16 aclara que “de tal manera amó Dios al mundo,” que dio Su único Hijo por nosotros. No dice que Él tanto amó a la iglesia, ni a ti ni a mí, sino al mundo. La pasión de Dios es aquel quien no le conoce. Quiere salvar, restaurar y bendecir a cada uno porque ama a todos sin excepción. No podemos ser hijos victoriosos y llenos de Su poder si no amamos al prójimo.

Lucas 10 nos cuenta de un hombre quien estuvo tendido en el suelo, herido y necesitado. Los que pasaron de largo no fueron personas malas. Simplemente estaban demasiado ocupados. Iban camino a su siguiente reunión o evento religioso, y ayudar a este hombre exigía tiempo y esfuerzo. ¡Cuán a menudo somos así! Nos enfocamos tanto en lo que hacemos que nos olvidamos de quienes somos.

El samaritano, quien también tenía mucho por hacer, “viéndolo, se compadeció de él. Se acercó,” le curó y le hizo atender. Este hombre tuvo que dejar de lado las otras cosas, y acercarse. No había, y no hay, otra forma de hacer el propósito del Padre.

Jesús se acercó a nosotros. Dejó el cielo y vino a la tierra, para que la tierra pueda llegar al cielo. El samaritano tuvo que acercarse para poder ayudar. ¿Dónde estás tú hoy? ¿Estás camino a tu siguiente evento o reunión? ¿Estás dispuesto a dejar tu agenda para cumplir la de Dios? Acércate y haz Su voluntad. 

AMAR Y BENDECIR

Si vivimos, nos relacionamos con las personas. Nadie se escapa de eso. Lo más difícil muchas veces es el buen relacionamiento con los demás. Hay tanta riqueza de personalidad, carácter, educación y cultura que a veces parece imposible entender a la gente.

¿Quién no ha tenido alguna vez un roce con alguien? ¿Alguien puede decir que en toda su vida nunca tuvo problemas con nadie? No lo creo. En el trabajo, en la casa, manejando por la calle y en cualquier parte nos topamos con personas que a menudo nos inspiran a hacernos preguntas difíciles – ¡y hasta a decir lo que no deberíamos!

A pesar de la dificultad que traen las relaciones, es justamente por ellas que vamos a responder ante Dios. No nos va a preguntar cuánto acumulamos en la cuenta bancaria, sino en cómo usamos lo que Él nos dio para bendecir a otros. No nos dará palmadas en la espalda en comprensión por la persecución que sufrimos. Evaluará si, aún en medio de ella, amamos a nuestros enemigos. No nos felicitará por juzgar o criticar a otros, sino por levantarlos y alentarlos siempre. Cada situación que vivimos, Él lo permite. Cada situación es una oportunidad para mejorar las relaciones y para perfeccionarnos.

¿Cómo, entonces, podemos ser hijos e hijas de Dios, ejemplares en nuestro trato con los demás? Salmos 32: 7 nos promete lo que necesitamos: Tú me dijiste: “Yo te voy a instruir; te voy a enseñar cómo debes portarte. Voy a darte buenos consejos y a cuidar siempre de ti.” Nuestro Papá nos enseña a través de Su Palabra cómo actuar. Necesitamos leerla y practicarla. 

Quizás me digas ahora, “Más fácil es decirlo que hacerlo” y tendrás toda la razón. Nunca nada de valor fue fácil de conseguir. Implica trabajo y sacrificio. Implica morir.

Dios nos exhorta a morir. Juan 12:24 nos explica el por qué: “Ustedes saben que el grano de trigo no produce nada, a menos que caiga en la tierra y muera. Y si muere, da una cosecha abundante.No podemos ver fruto en nuestra vida mientras siga viva nuestra voluntad. Es nuestro deseo lo que nos llevará a la pelea y la discusión. Nuestra voluntad hará que queramos imponer nuestra forma de pensar. Nuestro carácter nos impulsará a criticar y juzgar. Y todo eso matará a nuestras relaciones. Morir es dejar al otro avanzar en nuestro lugar. Es estar dispuesto a hacer menguar nuestros anhelos y pensamientos para los del otro. Es pedir perdón aún cuando no tenemos la culpa. Es buscar la paz en todo tiempo aunque seamos quién tenga que pagar el precio por ello.

Suena ridículo para la lógica humana. Según los preceptos del mundo, el éxito es acumular y ganar, sin importar el costo. Dios nos enseña que el verdadero tesoro se consigue con un alto precio: el yo.

Muchas personas me han criticado en la vida. He sido perseguida y desechada, abandonada y maldecida; pero en el Señor todo ha sido resuelto porque morí y Él vive en mí. Al morir he podido hacer lo que parece ser lo más difícil de todo: amar y bendecir. Te animo hoy a que entregues a Dios las relaciones que te cuestan. No intentes cambiar a las personas, ni los juzgues. Guarda tus palabras, y ámalos. Deja que Dios haga Su obra en ellos y tú guarda tu corazón. Que en el día de mañana Dios apruebe tu actitud y que ellos le hayan visto a Él en ti.


“Amen a los demás con sinceridad. Rechacen todo lo que sea malo, y no se aparten de lo que sea bueno. Ámense unos a otros como hermanos, y respétense siempre.” Romanos 12:9

lunes, 29 de septiembre de 2014

VERDADERO AMOR


La palabra “depresión” viene del latín depressio, que significa ‘opresión’, ‘encogimiento’ o ‘abatimiento’.  Es algo que afecta a cada vez más personas. El origen y el tratamiento de lo que hoy no es considerado una condición sino una enfermedad es compleja.

Hubo un tiempo en mi vida en el cual luché en contra de ese mal. Las circunstancias en las cuales vivía eran muy difíciles y en mi mente acontecía guerra todos los días. Es llamativo que exteriormente puede parecer que todo está bien ¡mientras en la mente y el corazón puede estar pasando la Tercera Guerra Mundial!  Mi estado interior llegó a afectar mi salud física y emocional, y esto aconteció durante años. Si bien no llegué a un estado de depresión profunda, fue por la gracia de Dios. Y fue por Él que pude salir de ese pozo y ser restaurada.

1 Pedro 1: 2 nos enseña: “Dios Padre los conocía y los eligió desde hace mucho tiempo, y su Espíritu los ha hecho santos. Como resultado, ustedes lo obedecieron y fueron limpiados por la sangre de Jesucristo. Gracia y paz os sean multiplicadas.” El bajo autoestima desaparece al entender esas palabras. Las mentiras del diablo, las palabras de maldición de otros y los efectos del maltrato tambalean ante el amor de Cristo.

¡Dios te ama! Desde hace mucho, mucho tiempo te ha amado. Él deliberadamente te escogió. En otras palabras, no había nada que Él no haría por estar contigo. ¡Vales tanto! Necesitas entender que lo que Jesús hizo en la cruz no fue al azar. No se entregó pensando “Bueno, hare esto para que unos cuantos entren al cielo. Y lo que no…bueno, ¿qué se va a hacer?” ¡No!  Lo hizo porque nos ama y Su voluntad es que ninguno se pierda. Murió de la manera más cruel no porque debía sino porque quería; bajó a las profundidades del infierno, tomó las llaves y volvió a la vida. Literalmente se levantó de entre los muertos. ¿Lo hizo por la gloria? No. Toda la Gloria siempre perteneció solamente a Él. ¿Lo hizo por buscar la fama? Innecesario. ?Dinero? Ridiculo. Lo hizo por amor a ti. Murió y rescucitó para estar contigo por siempre. ¡Eso es amor!

Ya no te hundas en la depresión. Deja de sentirte sin valor. Dios te escogió hace mucho tiempo – aún antes de ser físicamente concebido en el vientre de tu madre, fuiste concebido en el corazón de Dios. Él te ha estado esperando. !Tu valor es incalculable! Ya no digas que nadie te ama. Es la farsa más grande del diablo. Él más que nadie sabe que Jesús te ama. Estuvo ahí cuando murió y fue vencido cuando resucitó. ¡Ya no creas sus mentiras!

El amor de Dios por ti es sin límite. Es lo que siempre has anhelado. Te animo hoy a simplemente recibirlo. Si has fallado o pecado, pidele perdón. Él es feliz de perdonarte porque quiere hacerte libre y anhela estar contigo.  Si luchas con la tristeza y el dolor, si te lastimaron o has sido abusado, deja que este mensaje haga raíz en tu corazón. Dios no ama como la gente ama. Su amor es incondicional. Esto quiere decir que nada hará que te deje de amar. Nada.


Acéptalo. Abrázale. Confía en Él. A medida que le permites cortejar tu corazón, descubrirás el verdadero amor.

jueves, 25 de septiembre de 2014

INMERECIDO


Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios
Romanos 3: 21 - 23

¿Alguna vez has escuchado o leído acerca de Jeffrey Dahmer? Nació en Wisconsin, Estados Unidos el 21 de mayo de 1960. No sé muchos detalles de su niñez y juventud, pero sé acerca de lo que hizo después. Jeffrey es conocido como “El carnicero de Milwaukee” y no por razones agradables. Dejó un legado terrible. El 22 de julio de 1991 lo descubrieron cuando una víctima suya escapó y dio aviso a la policía. Registraron su apartamento y encontraron pruebas de once asesinatos. Había descuartizado a sus víctimas, había guardado sus miembros en el congelador y a varias de ellos había comido. Horripilante ¿no? Descubrieron que entre los años 1978 y 1991 había matado a diecisiete personas. En su juicio se mostró tranquilo y sereno; en ningún momento se arrepintió ni pidió perdón a los familiares de sus víctimas. Fue sentenciado a quince cadenas perpetuas, sin esperanzas de salir bajo palabra. La historia de Jeffrey no termina ahí. En la cárcel, gracias a un ministerio cristiano que visitaba el lugar, aceptó a Cristo como su Salvador. Se arrepintió de sus pecados y fue cambiado por el poder de Dios. En 1991 otro presidario le mató.

Surgen varias preguntas en mi mente. ¿Con cuánto se puede pagar por diecisiete vidas robadas? ¿Qué castigo es lo suficientemente fuerte como para apaciguar a las diecisiete familias? ¿Debe un hombre como este recibir el perdón? ¿Acaso no debería pagar caro todo lo que hizo, hasta por la eternidad? Es que la mente humana no llega a comprender “la locura del evangelio” (1 Corintios 1: 18-21) Nos cuesta comprender que alguien como Jeffrey fuera libre de condena eterna.

Si fuera él la medida con la que se nos compararía, entonces tú y yo estamos muy bien. Al lado de Jeffrey, nos vemos bastante bien. Sin embargo, él no es la medida. Es Jesús. ¡Viéndolo así, estamos en problemas! Como aclara Romanos 3, TODOS hemos pecado – todos significa TODOS. ¿Podemos pensar que el pecado de uno es peor que el otro? ¿Tenemos el derecho de decir que otro merece más castigo? No. Por una simple razón: Cristo murió por TODOS. No hay pecado tan terrible que Él no lo pueda perdonar. Al que viene a Él, Él no lo echa fuera. Si pensabas que no mereces el perdón de Dios, tienes razón. Nadie lo merece. Sin embargo, Dios nos perdona porque Él es amor y dio Su Hijo para que tú y yo recibiéramos la libertad de toda condena. Recibe perdón hoy.

Si has juzgado a otros, pensando que tu pecado es menor que el de ellos, arrepiéntete ahora y da gracias a Dios por tu Salvación. Recordemos cada día cuán grande es nuestra Salvación y cuán grande es Su amor.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

PUESTO DE PIE


Estar postrada o de rodillas puede ser algo positivo o negativo. Si estoy postrada o arrodillada delante del Señor es definitivamente algo bueno. Humillarnos delante de Dios siempre traerá bendición. Sin embargo, si estamos postradas sin poder levantarnos ante la vida, si nos sentimos derrotadas y sin esperanza, es tiempo de permitir que Dios nos ponga de pie.

Estar de pie es una actitud. Sucede cuando permitimos a Dios restaurar nuestra identidad y cuando comprendemos que no somos ciudadanas de este mundo, sino que pasamos por aquí camino a nuestro verdadero hogar. Al rendirnos delante de Dios, le damos a Él la libertad de sacar y poner, de sanar y extirpar, de transformar y confrontar. Esto es un proceso que se convierte en una aventura – una aventura de pie.

Estar de pie es ser vencedor. “Ellos flaquean y caen, mas nosotros nos levantamos, y estamos en pie. (Salmos 20:8) Parecemos uno de esos juguetes que tiene un contrapeso en la base. Lo puedes pegar, y tambaleará, pero siempre volverá a estar erguida. Las derrotas del pasado no nos detienen porque estamos en las manos de Dios. Lo que era para nuestra destrucción se convierte en lo que nos impulsa hacia delante. Vez tras vez en la Biblia vemos como el diablo quiso destruir la Obra de Dios y la vida de Sus hijos; pero nuestro Padre nunca deja de trabajar. En nuestra propia vida vemos lo mismo. Aún las situaciones más duras son usadas por Dios para moldear, enseñar y levantar a los que le aman.

Estar de pie es ser victoriosa. Goliat cayó ante David, quien quedó de pie ante los enemigos de su pueblo. Nuestros enemigos caen, nosotras nos mantenemos de pie. ¿Por qué? Permanecemos porque podemos decir, como dijo David: “yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso”. En nuestras fuerzas no podremos permanecer. Cuando descansamos en Él, los gigantes caen.

Estar de pie es tener dignidad. El rey Nabucodonosor perdió la razón al oponerse a Dios y durante siete años vivió como bestia. Cuando le fue devuelto la razón pronunció estas palabras: “En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí…” (Daniel 4:36) Dios nunca quiso que fuéramos miserables, en ningún sentido. Estamos perdidos hasta ser redimidas por Cristo. Entonces Él nos redime. La definición de la redención es comprar algo que ya te pertenecía. Dios nos creó y somos suyos, pero el pecado nos apartó de Él; y es por eso que Él dio todo por la humanidad. Dio a Su Hijo, Jesús, como paga por ti y por mí. Éramos Suyos, fuimos robados y Él luego nos compró de vuelta: hemos sido redimidas. Nuestra dignidad ha sido devuelta. Somos Sus hijas – somos de la realeza.

Estar de pie es una decisión y no depende de las situaciones y circunstancia de la vida. Si te dijere que al estar cerca de Dios los problemas desaparecen, sería una mentirosa. Las luchas vendrán. ¡Lo que ya no es igual eres tú! Al permitir a Dios ponernos de pie, podemos enfrentar la vida con la cabeza en alto. Salmos 3:3 lo declara: Mas tú, oh Señor, eres escudo en derredor mío, mi gloria, y el que levanta mi cabeza.


Toma hoy la decisión correcta. Deja que Dios te tome en Sus manos amorosas y te restaure. Su voluntad para tu vida siempre será mejor. Él te pone hoy de pie.

martes, 23 de septiembre de 2014

EL MARCADOR FINAL

Con tanta sabiduría, Dios no ha dado libre albedrio. No se impone en nuestras vidas, no nos obliga a hacer lo que Él quiere. Las palabras de Dios a Israel son también para nosotras hoy: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; porque yo te mando hoy que ames a Jehová tu Dios, que andes en sus caminos, y guardes sus mandamientos, sus estatutos y sus decretos, para que vivas y seas multiplicado, y Jehová tu Dios te bendiga en la tierra a la cual entras para tomar posesión de ella.

El Señor pone delante de cada una las opciones. La decisión es nuestra. Él aclara que debemos amarle y nos cuenta el por qué: ¡no es para Su beneficio, sino el nuestro! Cuando escogemos el bien, somos bendecidos.

Cada día enfrentamos decisiones de vida o muerte. Lo que pasa es que no nos damos cuenta de la importancia de esas “pequeñas” decisiones”. Creemos que no tienen un impacto a la larga, cuando realmente es todo lo contrario.

Cosas tales como la actitud ante las situaciones diarias, las palabras expresadas en un momento de descontrol o los pensamientos escondidos afectarán toda nuestra vida. Es el efecto de la piedra en el estanque. Aunque sea pequeña, al tirarla al agua crea olas que van hasta la orilla.

Cada día ante cada circunstancia, escogemos o la vida o la muerte. Sabemos que enfrentamos situaciones difíciles. Seremos probados vez tras vez – es parte del proceso y necesario para el crecimiento. Sin embargo, lo principal no es qué valle pasamos sino qué hacemos mientras estamos ahí. 

Las palabras de un joven jugador de futbol americano nos enseñan acerca de esta realidad. Su equipo era invicto cuando entraron a la cancha pero se encontraron con un oponente muy preparado y para el medio tiempo estaban perdiendo. Sus palabras llaman la atención:

“No importa la situación, no importa la puntuación, porque vas a ser exitoso porque dedicaste todo el tiempo, todo el esfuerzo, todo el trabajo duro, y va a haber recompensa. Y si no hay recompensa, sigues dándole gloria a Dios. Si igual pierdes el partido, sigues respaldando a los demás. Y eso es de lo que nos dimos cuenta. Ganes o pierdas, nos dimos cuenta que vamos a estar bien. Todo va a estar bien. Vamos a seguir sonriendo. ¡Es asombroso, asombroso!”.

¡Qué tremenda lección de vida nos da este muchacho! Él sabía que se había esforzado junto a su equipo y habían trabajado. Aclara que para el que se esforzó habrá recompensa. Al final no es el ganar lo que importa. El marcador final de un partido es olvidado en poco tiempo, pero el aprendizaje real hace de cada uno una mejor persona. Y en todo, la gloria es para Dios.

A veces, perderemos el juego, pero la ganancia siempre será nuestra. No sé cómo va tu partido, pero te puedo asegurar que tu DT sabe exactamente lo que hace. Esfuérzate, trabaja y sepa que sin importar el marcador al final, eres vencedora.


lunes, 22 de septiembre de 2014

CHICAS DE CORINTO


¿Quién podría jactarse de que nunca pecó? Nadie. Romanos 3:23 lo aclara: por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios”. Una ilustración del poder del perdón encuentro en la antigua ciudad de Corinto. Era una ciudad próspera y metropolitana del primer siglo después de Cristo. Tenía muchas cosas a su favor: estaba en un lugar estratégico, era un centro de comercio y tenía gran riqueza cultural. Desde una perspectiva natural todas estas cosas eran fortalezas para los corintios. Sin embargo, esas mismas fortalezas eran su debilidad. La prosperidad económica trajo pecado y la riqueza cultural llevó a religiones perversas. Las cosas que al mundo le parecen buenas son a menudo lo que nos alejan de Dios.

En los templos de Corinto en el tiempo en que Pablo escribe a la iglesia de este pueblo, había más de mil prostitutas. Ellas eran explotadas con un supuesto fin religioso. Tal era la fama de estas chicas que en ese tiempo en el mundo entero las mujeres de mala reputación eran conocidas como “chicas de Corinto”. La perversión de la religión pagana era tan diabólica que estas mujeres eran objeto de abuso con un falso beneficio espiritual.

Cuando el evangelio llegó a Corinto muchas de ellas fueron libres. Ellas en el pasado habían servido a dioses. Conocer a Dios hizo la diferencia. Ellas fueron transformadas por Su poder al recibir Su Verdad. Las cadenas que las ataban a una religión perversa cayeron y ellas fueron libres.

 “Recuerden lo que ustedes eran cuando Dios los eligió. Según la gente, muy pocos de ustedes eran sabios, y muy pocos de ustedes ocupaban puestos de poder o pertenecían a familias importantes. Y aunque la gente de este mundo piensa que ustedes son tontos y no tienen importancia, Dios los eligió, para que los que se creen sabios entiendan que no saben nada. Dios eligió a los que, desde el punto de vista humano, son débiles, despreciables y de poca importancia, para que los que se creen muy importantes se den cuenta de que en realidad no lo son. Así, Dios ha demostrado que, en realidad, esa gente no vale nada. Por eso, ante Dios, nadie tiene de qué sentirse orgulloso. Dios los ha unido a ustedes con Cristo, y gracias a esa unión ahora ustedes son sabios. Dios los ha aceptado como parte de su pueblo, y han recibido la vida eterna. Por lo tanto, como dice la Biblia, si alguien quiere sentirse orgulloso de algo, que se sienta orgulloso de Jesucristo, el Señor.”             1 Corintios 1:26 - 31

Estas mujeres eran tan necesitadas como cualquiera de nosotras. Descubrieron el poder de Cristo; y fueron perdonadas y restauradas. ¿Y tú? ¿Ya eres libre por el poder de Cristo? No hay otro quien puede salvar. Y no hay pecado del cual Él no puede liberar. Dios usa lo que el mundo descarta para mostrar Su gloria. No sé tú, pero yo entro en esa lista. Mi vida sin Cristo es nada; con Él, no hay límites. Sin Él soy débil y vil; pero en Él soy fuerte y justificada. Dios usa tu vida y la mía para demostrar a toda una generación que quien obra es Él y quien recibe el honor, es Él.

Si aún no te has encontrado con Jesús quiero invitarte a que hagas esta oración de fe:

Señor Jesús
Reconozco que soy pecadora y que necesito Tu perdón. Entra en mi corazón y sé mi Salvador. Gracias por dar tu vida por mí. Gracias por amarme. Escribe ahora mi nombre en el libro de la vida. Soy salva y soy Tu hija.

Amén

viernes, 5 de septiembre de 2014

INEXPLICABLE


En la vida nos van a fallar. Habrá momentos en los cuales nos sentiremos defraudados y atónitos ante la traición de quienes más amamos. Es que así es la vida. ¿Quién puede vivir dentro de una burbuja donde nadie le puede lastimar? El dolor es parte del crecimiento, parte del camino hacia arriba.

¿Alguna vez le fallaste a alguien? Si bien es horrible ser herido por otros, no es mejor estar del otro lado. Ser la persona quien hirió es una carga muy pesada.

Alguien quien supo de fallar a quien más amaba fue Pedro. Había conocido a Jesús en la playa, le había visto de verdad por primera vez en una barca  rebosando de peces y había caminado a Su lado durante tres años, siendo transformado y probado en preparación para lo que se venía. En Mateo 26:33 vemos su postura firme: “Otros te podrán dar la espalda pero yo jamás.” Él estaba tan seguro de sí mismo que afirmó que sería fiel hasta el final.

Sin embargo, cuando en las tinieblas del Getsemaní los soldados llegaron hubo un momento de reacción iracunda y luego, como dice Lucas 22:54, “…Pedro siguió a la distancia”. De repente ya no era tan seguro de sí mismo.

Quizás en tu vida hayas estado de ambos lados de esta historia: tanto el traicionado como el traicionador. No sé de qué lado estas hoy. Quizás estés luchando hoy con el dolor de haber sido abandonado o rechazado. Tal vez estés sintiendo la carga insoportable de saber que heriste o traicionaste a alguien. Para ambos papeles hay consuelo y respuesta en la historia de Pedro.

El discípulo apasionado dio la espalda a su Amigo y Maestro. Le negó aunque había prometido que jamás lo haría. En el instante en que él le niega por la tercera vez, al otro lado del patio, Jesús se da la vuelta y le mira. No puedo imaginar el torbellino que habrá surgido en Pedro en ese momento. Con razón que salió corriendo de ahí. En un instante se vio en el espejo de los ojos de su mejor amigo y no se aguantó.

Sería tan fácil juzgarle si no fuéramos tan parecidos. La persona quien guarda rencor aún no ha entendido cuán falible él o ella es. Miro la historia de Pedro y me identifico plenamente. ¡Cuántas veces en mi vida fallé aún cuando no quise! En más de una ocasión he hecho justamente lo que había decidido que no haría. Muchas personas a través de los años han sido lastimadas por mis actitudes, acciones y palabras. Entonces ¿quién soy yo para juzgar a Pedro o a cualquier otra persona?

Hay esperanza. Pedro corrió de la casa del Sumo Sacerdote. Habrá querido desaparecer, y de hecho lo hizo. No sabemos a dónde se fue en ese momento. La siguiente oportunidad en la que le vemos parece una repetición de un capítulo anterior de su vida. Está sentado en una barca después de una noche infructífera. Ni un pececito había sacado en toda la noche. De nuevo, una barca. Una vez más, el mar de Galilea. Otra vez, ni un pez a la vista. Habían sido pescadores siempre – pero ahora, aunque estaban sin Él, ellos ya no eran los mismos. A veces nada alrededor cambia pero dentro uno todo es diferente.

Cuando está amaneciendo,  aparece alguien en la orilla quien les pregunta si han pescado algo. Ante la negativa, les indica, “Echen la red a la mano derecha del barco.” Apenas siguieron sus instrucciones, la red pesó tanto que no lo podían sacar. Entonces se dieron cuenta. Era Jesús.

Pedro, el hombre quien traicionó a su Amado, se tira del barco y llega a nados hasta la orilla. No pensó que Jesús lo rechazaría, ni le limitó el considerar que tal vez le regañaría. Estaba feliz y lleno de esperanza. ¿Por qué? Porque le conocía a Jesús. La Biblia no nos relata los detalles de la conversación que tuvieron al salir Pedro del agua. Hay un lapso durante el cual los discípulos llegan en el barco hasta la playa en que Pedro y el Señor están solos en la playa. ¿Qué se habrán dicho? Puedo imaginar un efusivo abrazo restaurador entre el Mesías manifestado y el pescador empapado. Da testimonio del poder del perdón para liberar y restaurar.

¡Qué escena tan hermosa! El hecho de que Pedro haya traicionado a Jesús es tan inexplicable como el perdón instantáneo que recibe. Sin embargo, en Jesús sí se puede explicar. Él es tan lleno de bondad y misericordia que comprende nuestro corazón y siempre obra para nuestra restitución.

¿Dónde estás hoy? No hay excusas. Es hora de pedir perdón. Es tiempo de perdonar. 

miércoles, 3 de septiembre de 2014

CAMINANDO SEGURAS

La uña encarnada duele. Si alguna vez lo sufriste, me darás la razón. Sucede cuando la uña se recorta mucho y al crecer, se mete entre la piel. Esto causa irritación, infección y mucho dolor.  Muchas personas quienes sufren de esta aflicción sacan la uña de entre la carne para darlo camino libre para crecer, lo cual es muy doloroso. A un tiempo, sin embargo, la uña vuelve a meterse y de vuelta la persona se encuentra con un uña encarnada que le hace sufrir y hasta imposibilita caminar.

Encontré la solución a la uña encarnada. Lo que uno debe hacer es muy sencillo: nada. Bueno, aparte de aguantar el dolor y aplicar un desinfectante a la zona afectada. Al no tocar la herida y dejar a la uña crecer, ella misma se hace camino hacia afuera y al pasar al otro lado, se habrá curado. ¡Y tener mayor cuidado después en cómo se corta las uñas!

La vida es a menudo como la uña encarnada. Vienen situaciones que nos causan mucho dolor. Se meten en nuestra carne, creando irritación y hasta infección del corazón, llamado ira y falta de perdón. ¿Qué intentamos hacer la mayoría de las veces? Tratamos el dolor, buscamos evitar el sufrimiento y al rato de nuevo nos encontramos cara a cara con la misma situación. Es un círculo vicioso de nunca acabar. Esas “uñas encarnadas” nos impiden avanzar.

El dolor es parte de la vida. No se puede evitar, pero sí se puede decidir qué se va a hacer con ello. ¿Vamos a quedarnos postrados o vamos a levantarnos, más fuertes por haber vencido? ¿Dejaremos que lo que otros nos hicieron nos mantenga abajo o lo usaremos para tomar impulso y levantar vuelo? El dolor es muy importante para nuestro crecimiento. Nos avisa cuando algo no está bien, nos hace más resistentes y nos mantiene agarrados del Médico.

De ninguna manera estoy diciendo que Dios disfruta de vernos sufrir. Dios es nuestro Sanador. También sabe que hay lecciones que solo podrán ser aprendidos en el camino difícil.

El día en que estés frente al Señor, y ese día va a llegar, no podrás mencionar el nombre de otro. Ahí no será “Si pero él me hizo esto” o “Sabes qué me hizo ella…”. Él no te preguntará por aquellos quienes te hicieron daño. No te va a preguntar qué ellos te hicieron, sino qué hiciste con lo que ellos te hicieron. Todos hemos sido lastimados por alguien o por algo. Cuando tomamos las decisiones correctas y dejamos de jugar el papel de víctima, revertimos la situación, y lo que era para destrucción se convierte en bendición. Así las dificultades de la vida se convierten en nuestros aliados. El dolor nos hace más fuertes y el sufrimiento nos vuelve más sabias.


Cada situación es una oportunidad. Tu actitud y un espíritu enseñable serán los factores principales de tu victoria sobre tu ayer. Hoy decides. ¿Seguirás lamentándote por el pasado? ¿O vas a confrontar el dolor y dejar que la herida sea sanada? La sanidad no vendrá por tratar de manera superficial al dolor, buscando un respiro o un escape. Solo será sanado si aguantas el proceso hasta llegar a la libertad. Te animo a que dejes al Espíritu Santo tratar con tus "uñas encaradas". Entonces seguirás caminando, fuerte y segura.

martes, 2 de septiembre de 2014

POSTRADAS


Ezequiel había visto una visión por primera vez a los treinta años, estando en cautiverio en Babilonia. En respuesta se postró rostro al suelo. Fue la única réplica posible ante la majestad divina. Una ojeada de la grandeza de Dios acentúa la inmensa diferencia que existe entre Él y nosotros. Es cierto que hemos sido creados a la imagen de Dios pero Él es temible. Su poder es inmedible y Su majestad es abrumadora. ¿Hoy dimensionamos esa realidad?

Él es Hacedor, Creador, omnipotente, todopoderoso y majestuoso. El universo le obedece. Todo se ordena según Sus deseo y Él es dueño de la eternidad. Su poder y autoridad no conocen límites. ¿Nosotros quiénes somos delante de Dios? Cuando llegamos a contemplar aunque sea un poco de Su esplendor, nuestra única posible respuesta será la misma que la de Ezequiel: postrarnos delante de Él.

Alguien quien también se postró delante de Dios fue Job. En el capítulo 38 de Job Dios aparece repentinamente desde un torbellino. Llegó sin aviso y de una manera muy llamativa. ¿Sabes cómo es un torbellino? Crea disturbio, levanta todo a su paso y es calamitoso. Dios no llegó de manera desapercibida. Se presentó con poder y la respuesta de Job fue humillarse. La respuesta de Dios a Job es “Ahora ciñe como varón tus lomos;”. Le está diciendo “Levántate. Prepárate. Mentalízate para lo que se viene.”

¿Quiénes somos nosotros para que el único Dios nos trate así? Nada somos. No merecemos ese trato. Es asombroso que Él trate de una manera tan directa con quienes somos como el vapor. “El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa.(Salmos 144:4) Sin tener necesidad de hacerlo, Él interactúa con nosotros. Aunque no le podemos dar nada, Él nos da todo. A pesar de que nos podría aplastar en un instante con Su mano de poder, Él nos sostiene con amor. 
  

A los dos, a Ezequiel y a Job, Dios los pone de pie delante de Su majestad y trata de manera personal con cada uno. Él hace lo mismo hoy. Ante la majestuosidad de Dios solo podemos postrarnos. Nos asombra Su belleza y Su gloria, y caemos rostro a tierra; pero luego Él viene y nos levanta. Nos dice, “Quiero que escuches porque tengo algo especialmente para ti”. ¿Cómo no amar a alguien así?

Nuestro Dios es temible, esto nunca debemos olvidar. Él no puede ser encajonado en nuestros conceptos limitados. Es y siempre será mucho más grande de lo que podemos percibir; y a la vez, es y será quien nos trata con amor y paciencia, quien nos da lo mejor y obra siempre para bien. Te animo a que hoy te postres delante de Él y que luego te pongas de pie, porque Él tiene algo preparado especialmente para ti.  


lunes, 1 de septiembre de 2014

DUEÑO DEL TIEMPO

Dios es dueño del tiempo. Él no se mueve en un tiempo limitado, como lo hacemos nosotros. Dice Isaías 41:4 “¿Quién hizo y realizó esto? ¿Quién llama las generaciones desde el principio? Yo Jehová, el primero, y yo mismo con los postreros.“ El ser humano se fija solo en el ahora. Vemos nuestra vida en relación con aquello que nos afecta a nosotros, y no dimensionamos nuestro lugar dentro de los tiempos. Nuestros ojos ven lo que hoy sucede, sin darnos cuenta de la "película" entera. ¿Cómo ve Dios las cosas?

            Él ha estado y estará por LA ETERNIDAD. Esto significa que estuvo presente en la creación y en el desarrollo de la historia de Israel. Sufrió el pecado de Adán y Eva, y lloró su expulsión del jardín. Presenció cómo se abrió el Mar Rojo, experimentó la entrada a la Tierra Prometida al lado de Josué y Su pueblo, y todo el resto de la historia de Israel. Vio con horror cómo le crucificamos a Su Hijo; se gozó al ver el nacimiento y crecimiento de Su iglesia; observó con dolor la historia antigua, la de Grecia y Roma; y soportó con dolor ver la destrucción causada por personas como Alejandro el Grande, Nerón, Napoleón y Hitler. No ha estado ajeno a cada hecho histórico. Además, Él ve lo que vendrá. Sabe cómo se desenvolverá el resto de la historia de la humanidad. En síntesis Él no es Dios de hoy no más. Es Dios ETERNO.

            Imagina a alguien mirando una película que le hace reír y llorar en cada momento. Así Dios ha vivido TODA la historia, con una gran diferencia: Él lo escribió. Es cierto que en algunos momentos Su enemigo hizo todo lo posible para cambiarla, pero nunca pudo salir con lo suyo; y sí, hubieron algunos actores quienes decidieron seguir su propio libreto, pero este Director sabe lo que hace, y siempre obró para bien igual!

            Cuando tus tatarabuelos vivieron, Dios estaba. En la vida de tus padres, Él ha estado; y ahora, en nuestro tiempo Él está. Cuando estén tus tataranietos, Él seguirá estando en control. Él es autor y dueño del tiempo. Doscientos años atrás y doscientos años más adelante es todo igual para Él. Aunque nosotros y nuestro mundo cambiemos, Él no cambia.


            Mirándolo así, nuestros problemas pierden valor. Él, quien llama las generaciones desde el principio, es el mismo quien te tiene en Su mano y de ahí no caerás. ¿Te preocupa el futuro? ¿Te quebranta el pasado? Entrega al Señor tu tiempo, háblale y reciba consuelo y restauración. Él obrará para bien, y verás como los tiempos te favorecen.

viernes, 29 de agosto de 2014

HUELLAS DE FE

Vivir feliz es una decisión personal que se toma cada día. Esa decisión es completamente divorciada de las circunstancias reales. “Más fácil dicho que hecho,” puedo oír a unos cuántos decir.  Es cierto que no es algo que sucede fácilmente pero es una actitud que uno adquiere con la práctica.

Les cuento cómo se logra: fijando la vista bien alta. Cuando miramos hacia abajo, vemos problemas, luchas, dificultades. Cuando alzamos los ojos para fijarlos en Cristo las circunstancias, por más que no cambien, pierden importancia.

Dr. Joseph Stowell, Presidente del Instituto Bíblico Moody, cuenta lo que sucedió cuando estaba de visita a u hogar para niños con retraso mental. Mientras caminaba por los pasillos notó que las grandes ventanales estaban llenas de huellas de pequeñas manos. Preguntó al director de instituto el por qué de esto. Él respondió: “Los niños conocen a  Jesús y le aman tanto que ansían verlo. Se recuestan por las ventanas para mirar al cielo. Le están esperando.”

La fe de un niño agrada a Dios. Debemos estar llenos de gozo y optimismo. A la luz de Jesús, los problemas pierden fuerza. ¡Nuestro Rey es victorioso y vuelve pronto!  Anímense unos a otros con esta verdad, y alégrense siempre.

Cómo dice un coro antiguo: 

Fija tus ojos en Cristo
Tan lleno de Gracia y Amor
Y lo terrenal sin valor será
A la luz del Glorioso Señor