Por diferentes
motivos lloramos. A veces por alegría y a veces por tristeza, otras por enojo o
frustración. En momentos de mucha dificultad, yo me había preguntado si Dios
veía mis lágrimas. Me sentía sola y hasta convencida que nadie me entendía.
Alguien quien
pasó algo similar fue el rey Ezequías. Este hombre había tenido una gran
victoria cuando el pueblo de Asiria había venido en contra de Israel. Fue triunfador
porque se rindió por completo al Señor. Sin embargo, poco después se encontró ante una situación personal que le
afligió en gran manera.
Estando enfermo
recibió la vista del profeta Isaías. “El profeta Isaías
hijo de Amoz fue a verlo y le dijo: «Así dice el Señor: “Pon tu casa en orden, porque vas a morir; no te
recuperarás.” »” ¿Cómo se ha de sentir uno al recibir semejante noticia? Esta no
era la época del ultrasonido o las pruebas de laboratorio. El aviso no lo
recibía de un médico de bata blanca, sino de Dios mismo.
“Ezequías volvió
el rostro hacia la pared y le rogó al Señor: «Recuerda, Señor, que yo me he conducido delante de
ti con lealtad y con un corazón íntegro, y que he hecho lo que te agrada.» Y
Ezequías lloró amargamente.” Él expresó a Dios quién era, pero me da la
impresión que esas palabras eran más bien para él mismo. Dios sabía perfectamente
quién era él, al igual que nos conoce a ti y a mí aún mejor que nosotros
mismos. Sin embargo, algo fluyó del corazón de Ezequías que luego no encontró
más que lágrimas para expresarse.” Y Ezequías lloró amargamente.” El rey no
expresó en palabras el anhelo de su corazón. No le dijo, “Señor, no quiero
morir.” Simplemente lloró.
Un estudio reciente es muy
interesante. Descubrieron que las lágrimas tienen una constitución diferente de
acuerdo con la situación en la cual fueron producidas. Rose-Lynn Fisher estudió más de 100 tipos de lágrimas
diferentes y descubrió que las
lágrimas de risa no se parecen para nada a las lágrimas de dolor. Las lágrimas basáles ( aquellas que
fabrica nuestro cuerpo para lubricar el ojo) son drásticamente diferentes a las lágrimas que producimos
cuando cortamos cebolla.
Aunque Ezequías
no expresó en palabras lo que había en su corazón, derramó sus lágrimas y Dios
respondió: “Entonces la palabra del Señor vino a Isaías: «Ve
y dile a Ezequías que así dice el Señor,
Dios de su antepasado David: “He escuchado tu oración y he visto tus lágrimas;
voy a darte quince años más de vida. Y a ti y a esta ciudad los libraré
de caer en manos del rey de Asiria. Yo defenderé esta ciudad.” ¡Dios supo lo que había en su corazón! Y tomó decisiones acordes
por amor a él.
Al igual que yo, ¿alguna vez te preguntaste si Dios comprende tus
lágrimas? Hoy comprendo que sí. Nada le es escondido – ni lo más profundo de tu
ser. Cuando derramas lágrimas, él está escuchando tu corazón. Él responderá
como el Padre y Amado que es.
Porque
su ira es sólo por un momento,
pero su favor es por toda una vida;
el llanto puede durar toda la noche,
pero a la mañana vendrá el grito de alegría.
pero su favor es por toda una vida;
el llanto puede durar toda la noche,
pero a la mañana vendrá el grito de alegría.
Salmos 30:5
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