Todos hemos conocido algún
samaritano. Alguien despreciado, separado del resto, de menor rango y estatus.
La sociedad está llena de personas así. En las clases sociales se palpa al ver
a los que viven en la calle, los chicos sin zapatos que ambulan por ahí y los
vagabundos errantes.
Así fue el pueblo de Samaria en
tiempos bíblicos. La zona había sido ocupada por Asiria en 722 A.C. y muchas de
sus habitantes habían sido llevados cautivos por el rey de ese imperio. Solo
los más pobres y débiles se habían quedado. Ellos, con el paso de los años, se
mezclaron con asirios y personas de otras naciones quienes vinieron a habitar a
Samaria, y el resultado fue una raza mezclada que los judíos “puros” llamaron
los Samaritanos. Eran considerados impuros y había mucho odio entre ambos
grupos. Los judíos los evitaban. Siquiera pasaban por Samaria. Sin embargo,
Jesús nunca fue sujeto a las normas de la humanidad. El poder que a Él le mueve
es el amor; y Su amor no está limitado.
Él extendió la mano y tocó al
leproso. Él fue a cenar con un cobrador de impuestos rechazado por su propia
gente. Y habló detenidamente con alguien quien no “debía” porque era mujer, era
de mala vida y era samaritana. ¿Acaso algo puede atajar la mano de poder del
Señor? ¿Hay algo en tu vida que pueda impedir que Él te favorezca? La respuesta
es un negativo rotundo.
Por lo
cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados,
ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna
otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús
Señor nuestro.
Romanos
8: 38, 39
Nada
que hayas hecho o que te hayan hecho le hará rechazarte; no importa cuánto
tiempo hace que estas lejos de Él; y no tiene ninguna importancia la condición
en la cual te encuentras. Él te ama. Se acerca con el corazón rebosante de amor
por ti. Eres Su tesoro más apreciado. ¿Acaso hay otro como Él? No permitas que
tus ideas y complejos hoy te impidan acercarte a Él. Como la mujer samaritana,
Él sabe todo de ti y te busca igual. Quiere un encuentro contigo cada día para
darte de beber de las aguas que quitan la sed. Acércate sin temor a Él.
Por tanto,
acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos
misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Hebreos 4:16
Hay más. Habiendo
recibido la aceptación y amor de Jesús debo darla. Aún a esos samaritanos, los
debo amar. Las normas de la sociedad que dicen que cierto tipo de persona no es
aceptable no están acorde a la Palabra. Ella dice que Dios tanto amó al mundo
que dio su hijo unigénito para que cualquiera que cree no se pierda sino tenga
vida eterna.
Dios te desafía
hoy. Te quiere usar con poder. Quiere que tu vida revele Su amor a un mundo en
oscuridad. Lo que prenderá esa luz en ti es Su amor. Llénate de Él y apasiónate
por lo mismo que a Él le apasiona – esos samaritanos.
Padre
Gracias por amarme. Trata con mi corazón, Señor. SAna mis heridas y quita los complejos que hay ahí. Revélame Tu amor cada día y fortalézcame en la fe. Me acerco a Ti sin temor, Buen Papá. Sé que me aceptas y por eso me acepto. Te doy la libertad de obrar en mi corazón como Tú quieras. Pido que me llenes de amor. Enséñame a amar como Tú amas.
Amén
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