viernes, 4 de diciembre de 2015

ESOS SAMARITANOS


Todos hemos conocido algún samaritano. Alguien despreciado, separado del resto, de menor rango y estatus. La sociedad está llena de personas así. En las clases sociales se palpa al ver a los que viven en la calle, los chicos sin zapatos que ambulan por ahí y los vagabundos errantes.

Así fue el pueblo de Samaria en tiempos bíblicos. La zona había sido ocupada por Asiria en 722 A.C. y muchas de sus habitantes habían sido llevados cautivos por el rey de ese imperio. Solo los más pobres y débiles se habían quedado. Ellos, con el paso de los años, se mezclaron con asirios y personas de otras naciones quienes vinieron a habitar a Samaria, y el resultado fue una raza mezclada que los judíos “puros” llamaron los Samaritanos. Eran considerados impuros y había mucho odio entre ambos grupos. Los judíos los evitaban. Siquiera pasaban por Samaria. Sin embargo, Jesús nunca fue sujeto a las normas de la humanidad. El poder que a Él le mueve es el amor; y Su amor no está limitado.

Él extendió la mano y tocó al leproso. Él fue a cenar con un cobrador de impuestos rechazado por su propia gente. Y habló detenidamente con alguien quien no “debía” porque era mujer, era de mala vida y era samaritana. ¿Acaso algo puede atajar la mano de poder del Señor? ¿Hay algo en tu vida que pueda impedir que Él te favorezca? La respuesta es un negativo rotundo.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8: 38, 39

Nada que hayas hecho o que te hayan hecho le hará rechazarte; no importa cuánto tiempo hace que estas lejos de Él; y no tiene ninguna importancia la condición en la cual te encuentras. Él te ama. Se acerca con el corazón rebosante de amor por ti. Eres Su tesoro más apreciado. ¿Acaso hay otro como Él? No permitas que tus ideas y complejos hoy te impidan acercarte a Él. Como la mujer samaritana, Él sabe todo de ti y te busca igual. Quiere un encuentro contigo cada día para darte de beber de las aguas que quitan la sed. Acércate sin temor a Él.  

Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Hebreos 4:16

Hay más. Habiendo recibido la aceptación y amor de Jesús debo darla. Aún a esos samaritanos, los debo amar. Las normas de la sociedad que dicen que cierto tipo de persona no es aceptable no están acorde a la Palabra. Ella dice que Dios tanto amó al mundo que dio su hijo unigénito para que cualquiera que cree no se pierda sino tenga vida eterna.


Dios te desafía hoy. Te quiere usar con poder. Quiere que tu vida revele Su amor a un mundo en oscuridad. Lo que prenderá esa luz en ti es Su amor. Llénate de Él y apasiónate por lo mismo que a Él le apasiona – esos samaritanos.

Padre

Gracias por amarme. Trata con mi corazón, Señor. SAna mis heridas y quita los complejos que hay ahí. Revélame Tu amor cada día y fortalézcame en la fe. Me acerco a Ti sin temor, Buen Papá. Sé que me aceptas y por eso me acepto. Te doy la libertad de obrar en mi corazón como Tú quieras. Pido que me llenes de amor. Enséñame a amar como Tú amas. 
Amén

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