martes, 15 de diciembre de 2015

PLENITUD DE GOZO

Fin de año. Mucho trabajo. Exigencias y nervios. Demasiado estrés. ¿Suena conocido? Quizás estés en esas condiciones ahora mismo. Tienes que cumplir con el trabajo, la casa, la familia, el ministerio, la iglesia y encima y cómo si fuera poco, tener todo listo para los días de fiesta.

Sin embargo, seamos sinceras. El estrés en esta época aumenta, pero durante todo el año luchamos con ello. Hay momentos en los cuales sentimos que hemos llegado al final de nuestras fuerzas; y de alguna manera encontramos la forma de seguir. Me pregunto si soy la única que ha pasado por esto.

Dios da una instrucción clara en Filipenses 4:4: Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: !Regocijaos! La NTV es más clara aún: Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense! 

“¡Uf!” te escucho decir. “Es más fácil decirlo que lograrlo”.

Entre tantas actividades y mientras corro de una  reunión a una  despedida y luego a una graduación, me pregunto: ¿Qué es regocijarse? Y ¿cómo lo hago?

El diccionario define al regocijo como gozo o alegría muy intensa, una satisfacción o complacencia que se hace visible. Un sinónimo de regocijo es júbilo.

Necesitamos entender que la felicidad y el gozo son dos cosas distintas. La primera es fruto de las cosas buenas de la vida; la segunda no depende de las circunstancias o de nuestro estado. La felicidad es superflua; el gozo perdura aun habiendo perdido todo porque su fuente es Cristo. La felicidad fluctúa. El gozo es firme y es visible. Otros lo podrán percibir.

Cuando Pablo escribió ese versículo él se encontraba en una celda. Desde ahí él enseña acerca del gozo y no insta a regocijarnos siempre. No se quejó, ni cuestionó los motivos del por qué él estaba ahí. Estaba lleno de gozo porque Cristo era el centro de su vida. A la luz de esto, el estrés de fin de año parece juego de niños.


Necesitamos ese gozo. Necesitamos examinar nuestra vida para ver cuál es el centro de ella. ¿Las compras? ¿Los compromisos? ¿La gente? Si es así, con razón que andamos tensas. Juan el Bautista nos dio la clave: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.” Juan 3:30 Mientras más llenas estemos de Él y más vacías de nosotras mismas, más llenas de gozo estaremos. En la presencia de Dios hay plenitud de gozo.  (Salmos 16:11)

El Señor te ama tanto. No quiere que te afanes sino que disfrutes. Te ha dado tanto pero nada de lo que tengas te podrá llenar. Sólo Él puede hacer eso. Quiero alentarte con estas palabras de Salmos:

Me condujo a un lugar seguro;
me rescató porque en mí se deleita.
(Salmos 18:19 NTV)


Él se deleita en ti. No es necesario ganarle o probar que eres digna de Su amor. Simplemente recibe y disfrútalo. Deja hoy que esa verdad quite toda presión de tu corazón y regocíjate. Otra vez digo: ¡Regocíjate!


Padre
Decido poner otras cosas de lado para dedicarme más a Ti. mengúo yo para que Tú crezcas. Perdóname por haberme afanado con tantas cosas, pero corrijo ahora mi actitud. Eres Tú el centro de mi vida y Tu presencia me llena de gozo. !Gracias!

Amén

lunes, 14 de diciembre de 2015

LO QUE PUEDO DAR


Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles;  sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;  y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia.
1 Corintios 1: 26 - 29

¿Qué podemos ofrecerle nosotros al Señor? Si algo bueno tenemos es porque Él lo puso en nosotros. Hasta lo malo que tenemos Él lo trabaja con paciencia hasta transformarlo. La verdad es que nada tenemos. Él tomó lo necio, lo débil y lo vil de este mundo (de lo cual yo soy el mejor ejemplo) para deshacer lo que es y usarlo para mostrar Su gloria y poder.

Desde dónde hoy estoy parada puedo mirar hacia atrás y ver las maravillas que Él ha hecho en mí. Con inexplicable amor y misericordia desde el día en que me rendí a Él, Él no ha dejado de trabajar. ¡Y lo sigue haciendo! Soy una obra en construcción. Recalco, sin embargo, que la Obra es Suya. No tengo nada de qué jactarme.

Recibimos del Señor los talentos y los dones. Él nos forma en personalidad y carácter. Nos da fortalezas y capacidades. Otra vez: es Él quien hace todo esto. Que alguien quiere llevarse algo de crédito por lo que es o por lo que hace al final es sin sentido. Si uno  canta, es porque Él hizo la voz. Si uno sirve, es porque Él dio ese don. Si uno hace algo bien es porque en uno está la capacidad, dada por el Creador.

Muchos dirán que es por su esfuerzo y dedicación que han llegado lejos; y en un sentido tienen razón. Esto es la aplicación real de la parábola de los talentos. Lo que tú inviertes, será multiplicado. Invierta el  tiempo, el esfuerzo y los recursos y verás cómo tu inversión es acrecentado. Es un principio inquebrantable. Pero no olvides quién es el Multiplicador.

Entonces ¿qué le podemos dar nosotros? Habiendo recibido todo de Él y siendo todo Suyo ¿puedo ofrecerle algo?

Dos cosas muy importantes puedes dar a Dios.

Primero, tu decisión. Eres tú quien decide dar todo o nada a Él. Lo que Él te ha dado tú decides si se lo devolverás o no. Lo hermoso es que si lo haces jamás te arrepentirás.

Segundo, está tu compromiso.

¿Alguna vez intentaste lograr que alguien hiciera algo que no quería? ¡Cualquiera que tenga hijos adolescentes sabrá a qué me refiero! Es básicamente imposible. Se llegas a conseguir que haga algo será de mala gana y probablemente solo a medias. Sin embargo, cuando una persona está comprometida lo más probable es que no hará falta siquiera decirle qué debe hacer. Las personas comprometidas solo necesitan ser guiadas, no empujadas. ¡Qué alegría trabajar y servir con este tipo de persona!

Mire esta lista de características de una persona comprometida y pregúntese cuántas de ellas se ven en ti:

Es puntual. No llega sobre la hora ni después, sino antes de la hora fijada.
Es esforzado. No necesita que alguien le pida que lo haga. Nace de su corazón el deseo de dar todo de sí.
Es enseñable. Aprende de sus errores y acepta la corrección. Por lo tanto progresa.
Tiene predisposición. Sabes que puedes contar con él o ella. Cuando hay necesidad, siempre está para servir.
Es flexible. No dirá “Eso no es parte de mi trabajo”. Hará lo que haga falta porque está comprometido con los resultados.
Tiene iniciativa. Ve que algo falta y busca suplir la necesidad. No necesita que alguien le diga primero qué hacer porque ya vio y ya hizo.
Es valiente. Aunque algo le cueste, estará dispuesto a lanzarse porque su sentido de compromiso no le permite volver para atrás.
Crece. Una persona comprometida jamás se estanca. Siempre prosigue a la meta.

Volvamos a la pregunta inicial: ¿Qué podemos ofrecerle al Señor? La respuesta es sencilla: todo. Todo lo bueno, todo lo malo, todo el ser. Todo.

Señor
Me humillo ante ti, ofreciéndote todo lo que soy. Te pido perdón por las decisiones erradas y la falta de compromiso. ¡Gracias por aceptarme igual! Hoy decido darte todo y me comprometo a servirte por siempre. Ya no pondré excusas. Heme aquí.

Amén

viernes, 11 de diciembre de 2015

EL COMPROMISO DE SER DIFERENTE

Estamos viviendo los mejores tiempos de la historia de la humanidad. Es emocionante ver cómo se va desarrollando la historia conforme a la voluntad de Dios, y saber que Él nos colocó en este lugar, en este tiempo con un propósito específico. ¡Tú y yo estamos aquí ahora porque Él así lo quiso! Nos arrancó de la eternidad y nos puso donde estamos por una razón  - la Suya.

Ayer hablamos acerca del compromiso de liderar. Hoy quiero contarles acerca de alguien que ha tomado este compromiso.

 En un país lejano llamado Tanzania, que se encuentra en Centro África, fue electo presidente de la nación un hombre llamado John Magufuli. Hace cinco semanas, o sea que a principios de noviembre de este año, él asumió la presidencia. Tanzania es un país muy pobre. Como la mayoría de los países pobres su situación radica primero en la miseria mental. Sin embargo, su nuevo presidente tiene una actitud visionaria. Él piensa fuera de la caja.

Este hombre nació en Tanzania en 1959 en el distrito Chato, a orillas del Lago Victoria. Hijo de un granjero, superó muchas barreras en su vida. Se recibió de Químico a los 35 años y continuó con sus estudios hasta completar la Maestría y el Doctorado.  Nunca fue parte del círculo interior del partido Chama Cha Mapinduzi (CCM) y por eso a muchos les sorprendió cuando obtuvo el apoyo de gran parte del partido y luego de la mayoría del pueblo. Se hizo de enemigos por el camino. Uno de ellos dejó el CCM para candidatarse de manera independiente, prometiendo vencerle al insurgente de Magufuli. En el día de su cumpleaños, Magufuli ganó las elecciones con el 58% de los votos.

Estoy segura que pronto estarán escribiendo más acerca de él. La verdad es que no se sabía nada de él hasta hace poco. Ahora gran parte del continente africano habla de este hombre. Tiene la reputación de ser un hombre que no da vueltas, que es libre de corrupción y que se mueve en búsqueda de resultados. Su apodo es “Excavadora”, el cual se ganó siendo Ministro de Obras cuando impulsó un proyecto revolucionario para construir carreteras a lo largo de su país. Es conocido por no descansar hasta conseguir lo que se propuso. Durante la campaña presidencial hizo lagartijas para mostrar que es sano, algo que sorprendió gratamente a muchos. Prometió cambio verdadero al pueblo tanzano, incluyendo el fin de las cortes de energía y la explotación de las reservas naturales de gas de Tanzania. Además de todo esto, es padre de cinco hijos, asiste regularmente a la iglesia y toca los tambores tradicionales de África.

Es llamativo que lo que a Magufuli lo ha puesto en las noticias no es tanto el haber sido electo, sino lo que ha hecho después de estar en la silla de autoridad. ¿Comenzó a guardarse el dinero del estado? No, eso no llamaría la atención ya que la mayoría lo hacen. ¿Abusó del poder en contra del pueblo? No, para nada. ¿Se vengó de sus oponentes? Tampoco. Entonces ¿qué hizo? estarás preguntando.

Tomó una escoba, un rastrillo y un balde y salió a limpiar las calles de su ciudad.


El Día de la Independencia de Tanzania se solía festejar con pompa. El estado anualmente gastaba muchísimo dinero en las fiestas nacionales. Sin embargo, Magufuli no aceptó esto. Declaro él al subir, “Me parece vergonzoso que en un país donde miles mueren de cólera se gaste tanto dinero en fiestas.” Este año, el Presidente Magafuli proclamó que el Día de la Independencia de Tanzania sería un Día de Limpieza; y él mismo salió, escoba en mano, a limpiar las calles.

Admirable es la actitud de este hombre. Está comprometido con el tipo de liderazgo que sirve y transforma. Sin embargo, no puedo evitar preguntarme por qué esto nos llama tanto la atención. Al final, él está haciendo lo que se debe. ¡En el mundo de hoy, lo correcto llama la atención porque va en contra de la corriente! Sin embrago, debería ser la norma.

En Lucas 17:10 Jesús dice lo siguiente: “Así también vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que se os ha ordenado, decid: ``Siervos inútiles somos; hemos hecho sólo lo que debíamos haber hecho.” Obedecer a Dios no es algo extraordinario. Obedecerle es lo correcto, que nos lleva a ser extraordinarios.

Mujer, una vez más te digo: eres líder. Tienes el compromiso de ser diferente. Escoge lo correcto. Obedece. Que tu motivación sea servir a la gente. Este es el camino a la grandeza, porque a través de tu vida se cumplirán los propósitos perfectos de Dios. No importa que no todos estén de acuerdo contigo (nunca lo estarán). Lo importante es que tú estés en acuerdo con Dios.

Señor Amado
            Ayúdame. Quiero ser el tipo de líder que a Ti te agrada. Quiero servir y obedecer, y así ver el cumplimiento de Tus propósitos en mi vida. Te doy gracias porque me has hecho líder; y me comprometo a liderar conforme a Tu diseño siempre.

Amén

jueves, 10 de diciembre de 2015

EL COMPROMISO DE LIDERAR


Eres líder. No importa que no te hayan entregado un título u otorgado un mando, eres líder. La razón es sencilla: eres ejemplo. El día que dejaste a Jesús entrar a tu vida, te convertiste en un ejemplo a seguir. Lideras a las personas con quienes trabajas, sirves y vives. La pregunta es ¿qué haces con el liderazgo que Él te ha dado?

¡Cuán grande es la responsabilidad del líder! No solamente guía, enseña y discipula, también es responsable ante Dios por cada persona quien Él pone en sus manos. Jesús fue claro: “Mejor le sería si se le colgara una piedra de molino al cuello y fuera arrojado al mar, que hacer tropezar a uno de estos pequeños” (Lucas 17:2) Lo que Dios más ama es la gente. Cuando los pone en nuestras vidas, Él observa qué hacemos con ellos.

La Obra es de Dios. El poder y la sabiduría vienen de Él. Él nos da los frutos del Espíritu. Nos encamina y nos proporciona estrategias. El Espíritu Santo nos entrega los dones necesarios para cumplir Sus propósitos y nos revela cuál es la voluntad de Dios. Nos da todo lo que precisamos para realizar un trabajo excelente; pero la responsabilidad es nuestra.

Las personas quienes están bajo tu autoridad sea en tu casa, tu trabajo, la iglesia o tu comunidad, deben estar creciendo. Si no lo están tú estás fallando y tendrás que rendir cuentas a Dios por ello. Que no seas tú el techo de nadie. Seas tú quien quita todo techo de los demás.  Enseñe, aliente, impulse hacia arriba. Esto es lo que Dios hace; y quiere que hagas lo mismo. El Señor no tiene límites. Él es quien te ha llamado a liderar (a todos nos ha llamado a esto).

Habrá personas con quienes cueste más. Da gracias a Dios por ellos. Nunca es fácil trabajar con la gente pero tenga por seguro que nadie con quien estás conviviendo, nadie que trabaja o sirve contigo y nadie a quien estés discipulando está ahí por coincidencia. Dios le puso ahí. Lo más seguro es que a través de esa relación Él no solo esté trabajando en él o en ella, sino también en ti. Dios obra a través de las personas; y es por medio de la vida de aquel individuo difícil que Él a ti te está moldeando. Por lo tanto, da gracias a Dios por él o ella; y ámale.

Todo esto se basa en una sola cosa: amor. Dios es amor y si es Él quien te está moviendo, el amor tiene que ser tu motor. “Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy.” (1 Corintios 13:2) Examina tu corazón. Sea sincera en cuanto a tus motivos. Si puedes decir que no es el amor tu motivación, debes dejar todo, buscarle con desesperación y que Él llene tu corazón de Su amor y compasión.


No hay mayor privilegio que poder ser de influencia en otros. Nunca perdamos de vista que ese privilegio conlleva gran responsabilidad. Amemos a las personas, sin importar quienes o cómo son. Demos gracias a Dios por sus vidas y por Su obra en nosotras a través de ellos. Y sirvámosles. Esto es liderar.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

FIRMES


Tú y yo somos transformadas por Dios para luego transformar todo a nuestro alrededor. Las hijas de Dios somos luz. La luz, por más pequeña que sea, no cambia de ser luz sino que transforma el lugar donde está.

Cuando yo vine al Paraguay a mi cuerpo le llevó varios años ajustarse al calor y la humedad. Mucho sufrí en el proceso. Dolores de cabeza, nauseas y mareos fueron mi pan de cada día. ¡Hasta llegué a pensar que sería así por siempre! Sin embargo, con el paso del tiempo pude adaptarme y hoy ya resisto muy bien al clima tropical. La capacidad de adaptarnos puede ser muy útil en circunstancias como esas; pero en cuanto nos lleva a comprometer lo que nos enseña Dios es un problema.

Muchas personas son camaleones. De acuerdo con la situación cambian de color. Nunca realmente se sabe cuál es su verdadera postura porque en cualquier momento cambian de vuelta. El ambiente o nos cambia a nosotras, o nosotras lo cambiamos. Sabemos que el mundo está lleno de cosas negativas pero ¿cuán positivas somos? No me refiero a una forma de pensar positiva; lo cual, de hecho, es muy importante. Me refiero al poder de Cristo en nosotras, lo cual transforma todo en positivo.

Pablo escribió a los cristianos en Corintios. Era un pueblo rico, próspero y bendecido pero estaba luchando con el entorno. Estaban rodeados de corrupción y perversión; y sentían la presión de adaptarse. Sería mucho más fácil ser como ellos y actuar a veces como sabemos que la gente espera de nosotras. Así nadie se enoja, nadie se molesta y todos somos felices. Error. Dios quiere que seamos radicales y firmes, como Él lo es. En las circunstancias difíciles, cuando decidimos hacer lo que Dios manda en vez de lo que sería más fácil, nuestra fe es probada. Solamente así saldremos aprobadas.

Lea las palabras de Pablo a los Corintios: “Siempre doy gracias a mi Dios por ustedes y por los dones inmerecidos que les dio ahora que pertenecen a Cristo Jesús. Por medio de él, Dios ha enriquecido la iglesia de ustedes en todo sentido, con toda la elocuencia y todo el conocimiento que tienen. Eso confirma que es verdad lo que les dije acerca de Cristo. Ahora tienen todos los dones espirituales que necesitan mientras esperan con anhelo el regreso de nuestro Señor Jesucristo. Él los mantendrá firmes hasta el final, para que estén libres de toda culpa el día que nuestro Señor Jesucristo vuelva. Dios lo hará porque él es fiel para hacer lo que dice y los ha invitado a que tengan comunión con su Hijo, Jesucristo nuestro Señor.” (1 Corintios 1: 4 – 9)

El Señor nos da todo lo que necesitamos y mucho más. Nos da libertad, un entendimiento profundo de la Verdad, todos los dones pueden ser nuestros y nos confirma constantemente que somos Suyos. Quiere que estemos cercas de Él. Quiere bendecirnos. ¿Por qué entonces flaqueamos?

No necesitamos nada que este mundo ofrece. Necesitamos de Él. Mantengámonos firmes. No permitamos a nuestro corazón ser de doble ánimo sino que prosigamos a la meta.

 Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud.

Colosenses 2:7

sábado, 5 de diciembre de 2015

BIEN ALGUNO


Le dije al Señor: “¡Tú eres mi dueño!
    Todo lo bueno que tengo proviene de ti”.
Salmos 16:2


¿Qué tengo yo, qué tienes tú, que no nos haya dado el Señor? Todo lo bueno que podamos tener viene de Él. Esta verdad tiene que talar nuestro corazón. Es cuando la entiendo que puedo comprender que nada lo he logrado a base de mi mérito y de nada podré enorgullecerme. Si tengo salud, es por Él. Si tengo fortaleza, es gracias a Él. Los talentos y capacidades que pueda mostrar ¿acaso los hice yo?

¡Cuánto gozo hay en comprender que todo viene de Dios y que todo es para Él! Me quita la presión de encima y puedo respirar. Si todo dependiera de mí y de lo que puedo o no puedo lograr, moriría en el intento de mostrar que soy capaz. Sin embargo, habiendo entendido que mientras dé lo mejor de mí y disfrute del viaje, puedo descansar sabiendo que de lo que no puedo lograr, Él se ocupara; y que Él no se olvida de ningún detalle. Esto me hace libre de tener que comprobar al mundo entero mi valor.

En Lucas 21 conocemos a una mujer quien no buscaba comprobar nada. Ella no se quebrantó por no tener mucho, ni expresó su frustración al no ser la más joven, la más pudiente, la más hermosa o la más x cosa. Era una viuda y por lo tanto no era importante en la sociedad judía. Según sus normas, era una nadie. No tenía la autoridad de un hombre sobre ella porque su esposo había fallecido; y por lo tanto para ellos ella era sin valor. Además, era pobre. Ni estatus ni bienes tenía para ofrecer. En nuestra sociedad moderna alguien en esas condiciones tampoco es considerada de mucho valor. Doy gracias al Señor porque Él no se maneja según nuestras normas.

Esta mujer supuestamente sin importancia hace algo extraordinario. Deposita dos moneditas en el ofrendero. “Espera,” me vas a decir. “Eso es lejos de algo extraordinario. No califica.” Equivocado. Lo extraordinario de sus hechos no reside en la cantidad que dio, sino en el sencillo hecho que dio todo lo que tenía.

Les digo la verdad —dijo Jesús—, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía”.
Lucas 21: 3, 4

La actitud del corazón de esa mujer derritió el corazón del Señor. No fue la cantidad, sino la entrega total, lo que a Él le conmovió. Dios no necesita que le hagas rico. Él ya es dueño de todo. Lo que Él quiere es que le des todo.


A veces nos convencemos de que ese “todo” es demasiado poco. Miramos a otras más ricas, más hermosas, más flacas, más capacitadas, más algo y sacamos lo conclusión que lo que tenemos no vale la pena ofrecerlo. Amiga, tu todo es todo para Él.


No retengas nada para ti. No te guardes bien alguno. Entrega tu todo a Dios y a los demás sin temor. Ese es la ofrenda que a Él le agrada.

Padre
Te agradezco de corazón por haberme dado tanto. Perdóname por muchas veces haber pensado que nada tengo para darte. Hoy tomo la decisión de dártelo todo. Gracias por aceptar mi ofrenda. ¡Te amo, Señor!

Amén 

viernes, 4 de diciembre de 2015

ESOS SAMARITANOS


Todos hemos conocido algún samaritano. Alguien despreciado, separado del resto, de menor rango y estatus. La sociedad está llena de personas así. En las clases sociales se palpa al ver a los que viven en la calle, los chicos sin zapatos que ambulan por ahí y los vagabundos errantes.

Así fue el pueblo de Samaria en tiempos bíblicos. La zona había sido ocupada por Asiria en 722 A.C. y muchas de sus habitantes habían sido llevados cautivos por el rey de ese imperio. Solo los más pobres y débiles se habían quedado. Ellos, con el paso de los años, se mezclaron con asirios y personas de otras naciones quienes vinieron a habitar a Samaria, y el resultado fue una raza mezclada que los judíos “puros” llamaron los Samaritanos. Eran considerados impuros y había mucho odio entre ambos grupos. Los judíos los evitaban. Siquiera pasaban por Samaria. Sin embargo, Jesús nunca fue sujeto a las normas de la humanidad. El poder que a Él le mueve es el amor; y Su amor no está limitado.

Él extendió la mano y tocó al leproso. Él fue a cenar con un cobrador de impuestos rechazado por su propia gente. Y habló detenidamente con alguien quien no “debía” porque era mujer, era de mala vida y era samaritana. ¿Acaso algo puede atajar la mano de poder del Señor? ¿Hay algo en tu vida que pueda impedir que Él te favorezca? La respuesta es un negativo rotundo.

Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir,
ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8: 38, 39

Nada que hayas hecho o que te hayan hecho le hará rechazarte; no importa cuánto tiempo hace que estas lejos de Él; y no tiene ninguna importancia la condición en la cual te encuentras. Él te ama. Se acerca con el corazón rebosante de amor por ti. Eres Su tesoro más apreciado. ¿Acaso hay otro como Él? No permitas que tus ideas y complejos hoy te impidan acercarte a Él. Como la mujer samaritana, Él sabe todo de ti y te busca igual. Quiere un encuentro contigo cada día para darte de beber de las aguas que quitan la sed. Acércate sin temor a Él.  

Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.
Hebreos 4:16

Hay más. Habiendo recibido la aceptación y amor de Jesús debo darla. Aún a esos samaritanos, los debo amar. Las normas de la sociedad que dicen que cierto tipo de persona no es aceptable no están acorde a la Palabra. Ella dice que Dios tanto amó al mundo que dio su hijo unigénito para que cualquiera que cree no se pierda sino tenga vida eterna.


Dios te desafía hoy. Te quiere usar con poder. Quiere que tu vida revele Su amor a un mundo en oscuridad. Lo que prenderá esa luz en ti es Su amor. Llénate de Él y apasiónate por lo mismo que a Él le apasiona – esos samaritanos.

Padre

Gracias por amarme. Trata con mi corazón, Señor. SAna mis heridas y quita los complejos que hay ahí. Revélame Tu amor cada día y fortalézcame en la fe. Me acerco a Ti sin temor, Buen Papá. Sé que me aceptas y por eso me acepto. Te doy la libertad de obrar en mi corazón como Tú quieras. Pido que me llenes de amor. Enséñame a amar como Tú amas. 
Amén

jueves, 3 de diciembre de 2015

LIBRES



Creo que muchas mujeres tenemos el mismo problema. Hacemos demasiado. Ha de ser parte del ser femenino. Aunque entendamos con la mente, la realidad es otra. Está comprobado que nosotras somos diferentes que ellos. Podemos hacer varias y hasta muchas cosas a la vez. Nuestra mente, aunque no tan lógica como la de ellos, es capaz de ocuparse de varios temas de manera simultánea.

Esto es una fortaleza ¡y un peligro! Al final, cada mujer cumple diversidad de roles. Somos amiga, hija, madre, mamá, jefa, sierva, estudiante (siempre estamos aprendiendo), profesora (siempre estamos enseñando) y tantos más. ¿Acaso es posible para una mujer vivir sin ocuparse de muchas cosas a la vez?  No es de extrañar que lleguemos al final del día completamente agotadas.

Personalmente encuentro gran placer en el hacer. Soy feliz moviéndome y cuando veo los logros alcanzados, soy feliz. Sin embargo, mi Padre tuvo que tratar duramente con mi corazón acerca de esto. Llegué al punto en mi vida en el cual estaba tan ocupada que me desgastaba pero nunca estaba satisfecha. No sabía que estaba mal. No entendía que estaba en error.

En un momento de intimidad con el Señor Él me confrontó haciéndome esta pregunta: “¿Por qué tratas de ganar mi amor, si ya es completamente tuyo?” Cuando Él me habló pude ver mi realidad. Comprendí que en mi afán por hacer bien todo yo realmente estaba buscando Su aprobación. ¡Estaba matándome queriendo conseguir algo que ya tenía! El Señor me ha enseñado varias cosas acerca de esto que quiero compartir hoy contigo.

1.      ¿Cuál es la medida del éxito? 
      Eres exitosa si le obedeces a Él. Todo lo demás es desesperación por lograr cuando Él no necesita que logres nada. Ya eres más que vencedor.

2.      ¿Cómo sé si estoy perdiendo el equilibrio entre tantas actividades? 
    Cuando vives agotada, cuando pierdes el autodominio con facilidad, cuando no tienes tiempo para lo que realmente importa (tiempo con Dios y con tu familia) estás desequilibrada y debes poner orden.

3.      ¿Esto significa que no podré ser activa? 
    No. Dios no nos pide ser pasivas, solo no necesita que salves al mundo. Ese es Su trabajo. Nos manda ser esforzadas y valientes, no perezosas y conformistas. Lo que pasa es que quitamos los ojos de Él para volcarnos en nuestras fuerzas a lo que hacemos; y terminamos sirviendo a la obra en vez de al Dios de la  Obra.

4.      ¿Cómo puedo resolver esto? La solución no es tan difícil, pero tendrás que tomar algunas decisiones:


 Busca siempre al Señor – Él es el número 1, en tiempo, espacio y recursos. Pon todo de lado un rato y llénate de Él. Háblale. Llora. Contale lo que sientes, piensas y anhelas. Escúchale. Esto es tener un Padre. Luego de haber hecho esto, verás de forma diferente las cosas.

Conozca tu propósito y dedícate a eso. Lo descubrirás en la presencia de Dios. Al final ¡es Él quién lo escribió! Cuando Él te vaya revelando qué quiere de ti, podrás enfocarte en lo principal y dejar las cosas que te distraen. No intentes hacerlo todo. No es necesario.

Acéptate, aún con tus fallas. Nadie te puede pedir la perfección. Ni Dios lo hace.

Ríete de tus errores y gózate en la verdad que todo te ayuda a bien – aún los fracasos.

El Señor te ama. Nada cambiará eso. Puedes respirar profundo. Puedes decir “No” cuando te piden hacer algo. Puedes poner límites a tus actividades para dedicarte a vivir.

Señor Amado
            Gracias te doy por amarme así. Gracias por aceptarme como soy. Te pido perdón por haberme afanado con cosas que solamente me han distraído de Ti y por haberme gastado en actividades. Te pido fortaleza y sabiduría. Ayúdame a saber escoger lo que Tú quieres para mí; y enséñame Tu voluntad. Yo obedeceré. Decido acercarme cada día a Tu presencia, llenarme de Ti y vivir cera de Ti en todo tiempo.

Amén

miércoles, 2 de diciembre de 2015

LA PRIMERA VICTORIA


Ayer vimos cómo Jesús advirtió que necesitaremos una espada para cumplir con la misión. Esto implica que el camino no será fácil, que habrá luchas y persecución. Estuve considerando esta verdad y qué implica esto para una mujer quien vive en este tiempo.

En el tiempo de Jesús una espada era algo normal. Al final, era un arma de la época. ¿Pero una espada hoy? Vivimos en una época en la cual se enseña acerca de los derechos humanos, la paz y la tolerancia. ¿Acaso hoy día aún existe la necesidad de tener una espada? Y si es que sí ¿a qué tipo de espada se refiere? La Palabra nos da la respuesta. Efesios 6:17dice: “Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios”.

¡Tú y yo necesitamos esa espada! Uno no vive sin pasar por dificultades. Si alguien me puede decir que no tiene problemas, me animaría a decir que no está viviendo. Mientras más se progresa, más se encuentra oposición. Mientras más logra, más crítica recibe. Las luchas de la vida pueden ser muy crueles pero ¡ánimo! Tenemos una espada y es la Palabra de Dios. El Espíritu de Dios está con nosotras. No nos ha abandonado y en Su poder la victoria está asegurada.

Aunque muchos conflictos son exteriores quiero recalcar que hay una lucha que es la primera que debemos ganar, y es la interna. Si quieres saber quién es tu peor enemiga, ponte frente al espejo. Es en nuestro corazón que hay tantas cosas que resolver; y a menudo es esto lo que nos lleva a tener tantos problemas con otros. Una persona herida hiere. Alguien con conflictos, crea conflictos. A veces nos desanimamos porque pensamos que nuestras fallas son demasiadas como para poder serle útil al Señor.

¿Hay esperanza? ¡Claro que sí! La respuesta tiene nombre: Jesucristo; pero le tienes que buscar. Él no te sanará a la fuerza. No mudará tu carácter sin que se lo entregues. Quiere transformarte a través de la  renovación de tu mente para mostrarte Su perfecta voluntad (Romanos 12: 2). Él te ama y te quiere ayudar a vencer en tu corazón para que luego venzas ante todo obstáculo y se cumplan en ti todos Sus propósitos.

En la Biblia vas a encontrar la guía para cada área de tu vida. En Su Palabra está el Espíritu de Dios, y Él te vivificará (2 Corintios 3:6). Toma esa espada y pelea. Ya no es tiempo de pasividad. No esperes que Dios haga la obra si no estás dispuesta a poner de tu parte. Esfuérzate y sé valiente. Él te da la espada. Tú tómala y pelea.

martes, 1 de diciembre de 2015

EL LLAMADO A LUCHAR

Dios no nos ha llamado para estar cómodos. Él nos bendice, pero si pensamos que es para eso que estamos en Su redil, perdemos la mayor dicha de ser Suyo: la de bendecir.

Los niños pequeños quieren recibir y se preocupan solo por sí mismo. Una persona madura sabe que puede mucho y está dispuesta a esforzarse. ¿Por qué nos presentamos ante Dios con las manos abiertas y la boca llena de la palabra “dame”? Sencillamente porque no hemos entendido quienes somos.

En Lucas 22 Jesús se está preparando para la mayor prueba -  la de su muerte. Recuerda a Sus discípulos que antes les había dicho “No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas. (Lucas 9:3)  Ahora les aclara que han cambiado las cosas. “Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja; y el que no tiene espada, venda su capa y compre una.” (v.35)

Cuando Jesús les envió la primera vez Él los estaba entrenando para lo que vendría. Los había mostrado Su gran poder a través de la provisión de todas sus necesidades mientras ellos cumplían con la misión inmediata. Fueron a los pueblos de alrededor, sanaron a enfermos y echaron a demonios. En ese viaje nada llevaron. Sin embargo, ahora el Señor cambia la estrategia. Él ahora los está preparando para la Gran Comisión.

La bolsa es la billetera. Representa el dinero que necesitarían para cumplir con su misión. La alforja es un tipo de bolso que sirve para llevar carga y se usaba especialmente para llevar alimentos en los viajes. Jesús estaba aclarando que debían ir preparados. De ninguna manera insinúa que no los respaldaría ni  que todo dependería de sus fuerzas. Está aclarando que cumplir con lo que Él nos manda hacer exige preparación y compromiso.

Dice algo más: necesitas una espada. ¿Para qué sirve la espada? Correcto. Para luchar y para defenderse. Es cierto que la espada representa la Palabra de Dios y por supuesto que esa Espada es primordial para el cumplimiento del ministerio; pero Jesús está siendo práctico. Esta diciendo, “Van a ser perseguidos. Van a tener que luchar. No va a ser fácil.”

Si alguien te hizo creer que Cristo existe para tu comodidad y para que tengas la vida perfecta, te mintieron vilmente. Es sencillo. Tendrás que luchar. Tienes un enemigo quien se levanta en tu contra cuando decides servir a tu Rey. ¿Lo harás igual? Hay un precio alto que pagar. habrá sufrimiento y quizás no tendrás lo que soñaste. Habrá momentos en los cuáles creerás que no puedes más. Otros te acusarán, te criticarán y harán hasta lo imposible por frenarte. ¿Perseverarás igual? 

Necesitas prepararte y hacerte de espada porque hay una guerra que ganar.

No eres cualquier persona. Eres hijo del Rey. Tienes el privilegio de defender el Reino. A la luz de esto, las comodidades pierden valor. ¿A dónde te llama Dios hoy? Él quiere que luches. Te quiere ver plantado firmemente con espada en mano. El enemigo te teme así que no temas más tú. El Rey omnipotente te respalda.

Señor
            Perdóname porque durante demasiado tiempo yo he sido pasivo. No entendía que soy más que vencedor en Ti, y que tengo todo lo que se necesita para ganar. Ya no permitiré al enemigo apagarme. Me pongo de pie en tu nombre para luchar. ¡Gracias por la victoria!

Amén