viernes, 2 de diciembre de 2016

LIVIANITA

... despojémonos de todo peso... 
Hebreos 12:1

Creciendo en Sudáfrica tuve el privilegio de practicar un deporte hermoso llamado "mountain climbing",  que es subir montañas. No es alpinismo,  pero es esforzado. Ibamos en grupo a hacer caminata en las cordilleras del Cabo,  generalmente por varios dias. Fueron experiencias duras pero hermosas,  que no cambiaría por nada.

Una de las cosas más importantes del proceso es la preparación. Uno debe tener mucho cuidado al preparar la mochila. Lo que pareciera ser liviano en tierra plana se vuelve cada vez más pesado al ir escalando. Uno mide con cuidado lo que va a llevar y aprende a cargar solo aquello que es imprescindible para el viaje.

Hebreos 12:1 nos exhorta a hacer lo mismo: a despojarnos. Esta palabra literalmente significa tirar. Uno se despoja de las cosas al soltarlas y dejarlas atrás.

¿Qué debemos tirar? Todo aquello que nos impide correr. Es llamativo que, como nos aclara este texto,  debemos despojarnos de peso y pecado. Son dos cosas distintas,  aunque los dos nos impiden avanzar. Hoy hablaremos del peso y mañana del pecado.

El peso en tu vida no es necesariamente algo malo. Si has sido transformada por el poder de Dios y das hoy testimonio de Su obra en ti,  lo más probable es que puedas decir que ya no hay cosas malas que dejar. Ya no fumas ni bebes,  te mantenes en pureza,  servis a Dios,  vas a la iglesia... Entonces ¿qué quiere Dios?

Él te llama a soltar lo bueno para poder darte lo excelente. Hay cosas en tu vida que,  por más buenos que sean,  no te permiten correr hacia tu propósito. Por ejemplo,  una relación,  una costumbre,  una actitud,  un ministerio.

Quizás haya en tu vida amistades que te están atajando. Tal vez estés sirviendo en algún lugar pero Dios planea usarte en otra. Podría ser que dedicas tu tiempo a cosas que te distraen en vez de enfocarte hacia lo que Él te quiere dar. Ciertas actitudes se convierten en peso,  cuando queremos hacer las cosas bajo nuestros términos y no los Suyos. Es posible que te hayas cargado con peso que Dios nunca te pidió llevar. A menudo queremos resolver todo,  hasta la vida ajena,  cuando no es esa nuestra tarea.

Dios quiere que estés livianita,  para poder subir a lugares altos. Quiere que veas lo excelente que Él ha preparado para ti; pero para eso vas a tener que quitar tus ojos de lo que ahora te está impidiendo correr. ¡Ánimo! Puedes confiar. Lo que tu Padre te dará es mucho mejor de lo que te pide soltar.

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