sábado, 3 de diciembre de 2016

EL PROBLEMA CON EL PECADO

Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante Hebreos 12:1

Ayer hablamos del peso que debemos desechar para poder avanzar. Hoy hablaremos acerca del pecado que nos asedia.

La palabra "pecado" no es "politicamente correcto" en muchos círculos hoy. Se trata de evitar ofensa maquillando las cosas diplomáticamente. Sin embargo,  pecado es pecado.

He escuchado que definan al pecado como errar el blanco. El problema ahí es la definicion de "blanco". ¡Hoy día,  la gente apunta a cada cosa! Yo prefiero definirlo como cualquier cosa que vaya en contra de la Palabra (y por ende,  la voluntad) de Dios.

El primer problema con el pecado es que da gusto. Quien está sumido en ello,  no lo está haciendo porque le duele o le causa problemas,  sino porque agrada a su carne. Eso lo hace más dificil de dejar.
El segundo problema con el pecado es nuestra perspectiva limitada de qué es. Por supuesto que sabemos que la fornicación,  los vicios,  el robo y el asesinato son pecados,  y somos rápidos en aclarar que no participamos en nada de eso. Pero ¿qué tal estamos con el chisme,  la queja y la critica? También la mala administración (de dinero,  tiempo,  recursos,  o cualquier cosa que Dios haya puesto en nuestras manos),  el orgullo y las falsas apariencias son pecados,  solo por mencionar algunos. Dios aborrece todo pecado. Para Él no hay diferencia entre el chisme y la fornicación.

El tercer problema con el pecado es que de Dios no se lo puede esconder. Quizás pueda uno engañar a amigos, compañeros y familia con actuaciones estelares,  pero Dios ve hasta las profundidades del alma. Podemos estar año tras año en la iglesia,  ser la primera persona en alzar las manos y gritar un "Gloria a Dios" y hasta tener ministerio pero ¿de qué nos sirve si en lo íntimo no estamos alineados con Su Palabra?

Lo principal del pecado es esto:
1. Todos hemos pecado y nadie alcanza la gloria de Dios.
2. El pecado nos excluye de la presencia de Dios.
3. El pecado demanda castigo,  y ese castigo es la muerte.
4. Jesús dio su vida en paga de nuestra condena. En Él y por Él somos libres del pecado.
5. Dia tras día,  toda la vida,  necesitamos presentarnos delante del Dios Vivo,  pidiendo que nos limpie y que nos perdone. Cada dia tomamos nuestra cruz y le seguimos.

El pecado es un problema muy grave. Es tan grave que te puede costar la eternidad. Sin embargo,  la solución al pecado es tan sencilla y hermosa: es Jesús.

Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:10‭-‬11

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